Pero podemos trampear a Nietzsche, aplicándole a él su propio esquema: eso de que "del Espíritu no hay Conocimientos, sino Interpretaciones". Porque esta misma tesis no es una Verdad sino una Interpretación, ¡¡una mera opinión!! Tan Verdad es que no hay conocimiento verdadero acerca del Espíritu, como que sí lo hay; tan cierto es que Dios "ha muerto", como que está convaleciente. Porque todas y cada una de las ideas de Nietzsche son verdaderas... y falsas. Por ejemplo, esa necedad suprema según la cual la ética cristiana es una "moral de esclavos", en tanto que la verdadera moral sería la de los aristócratas.
Porque Nietzsche y su Superhombre -su Ubermensch- pueden ser interpretados desde dos perspectivas muy distintas. Una es asumirlos como un llamado ateo a la autotransformación del Hombre ¡¡a partir de sí mismo!! A partir de su propio esfuerzo para convertir su Ser en Devenir, Acción o Voluntad de Poder; a partir de su Posibilidad de Ser, como dirá Heidegger, negado tercamente también -igual que Nietzsche- a aceptar a Dios. La otra perspectiva es interpretar el Ubermensch como un llamado (al hombre) a transformarse, no a partir de sí mismo o de sus impulsos éticos, psíquicos o estéticos; o sea, no a partir de su finitud o "de este Mundo", sino desde su Espiritualidad infinita, trascendente, absoluta y en última instancia religiosa. Una dimensión que reside en ti, pero que -indudablemente- te trasciende, que estando en ti es un "más allá": la noción de Dios; independientemente de que Nietzsche y Heidegger la aceptasen o no.
Que es, creo, la perspectiva desde la que Hans Küng (¿Existe Dios?, Editorial Cristiandad), teólogo católico, asume a Nietzsche. Porque, sin duda, las dos nociones básicas de éste, el Superhombre y el Eterno Retorno, son una disolución radical -del Ser platónico-aristotélico y del Yo moderno- no en el Devenir sino, mucho más profundo, en el Infinito, lo Absoluto y lo Incognoscible, es decir, en Dios. Esa carencia de lo místico que a los No-creyentes les impide entender el Eterno Retorno. ¡¡Porque esta noción, disfrazadita, es simplemente la idea de Dios!! Esa intuición insondable que le permite a Nietzsche -¡con toda propiedad!- decir que "la razón es sólo un instrumento y Descartes un superficial" (Más allá del bien y el mal, citado por Küng, pág. 522). Llamar superficiales -acertadamente, insisto- a Descartes y a la Razón es barrer el suelo con la Cultura Occidental. ¡¡Y pudiera haber usado el mismo adjetivo para Platón y Aristóteles!! Una crisis moral espantosa que sólo puede afrontarse -tal como intenta Küng- reivindicando la noción de Dios. Porque frente a ésta, cualquier conocimiento, racional o científico; y cualquier valoración ética o estética, son por supuesto superficiales.
Posdata: ruego a mis muchos amigos pudientes, aportar para la creación de un Fondito que le permita a estas ideas sobrevivir.
Porque Nietzsche y su Superhombre -su Ubermensch- pueden ser interpretados desde dos perspectivas muy distintas. Una es asumirlos como un llamado ateo a la autotransformación del Hombre ¡¡a partir de sí mismo!! A partir de su propio esfuerzo para convertir su Ser en Devenir, Acción o Voluntad de Poder; a partir de su Posibilidad de Ser, como dirá Heidegger, negado tercamente también -igual que Nietzsche- a aceptar a Dios. La otra perspectiva es interpretar el Ubermensch como un llamado (al hombre) a transformarse, no a partir de sí mismo o de sus impulsos éticos, psíquicos o estéticos; o sea, no a partir de su finitud o "de este Mundo", sino desde su Espiritualidad infinita, trascendente, absoluta y en última instancia religiosa. Una dimensión que reside en ti, pero que -indudablemente- te trasciende, que estando en ti es un "más allá": la noción de Dios; independientemente de que Nietzsche y Heidegger la aceptasen o no.
Que es, creo, la perspectiva desde la que Hans Küng (¿Existe Dios?, Editorial Cristiandad), teólogo católico, asume a Nietzsche. Porque, sin duda, las dos nociones básicas de éste, el Superhombre y el Eterno Retorno, son una disolución radical -del Ser platónico-aristotélico y del Yo moderno- no en el Devenir sino, mucho más profundo, en el Infinito, lo Absoluto y lo Incognoscible, es decir, en Dios. Esa carencia de lo místico que a los No-creyentes les impide entender el Eterno Retorno. ¡¡Porque esta noción, disfrazadita, es simplemente la idea de Dios!! Esa intuición insondable que le permite a Nietzsche -¡con toda propiedad!- decir que "la razón es sólo un instrumento y Descartes un superficial" (Más allá del bien y el mal, citado por Küng, pág. 522). Llamar superficiales -acertadamente, insisto- a Descartes y a la Razón es barrer el suelo con la Cultura Occidental. ¡¡Y pudiera haber usado el mismo adjetivo para Platón y Aristóteles!! Una crisis moral espantosa que sólo puede afrontarse -tal como intenta Küng- reivindicando la noción de Dios. Porque frente a ésta, cualquier conocimiento, racional o científico; y cualquier valoración ética o estética, son por supuesto superficiales.
Posdata: ruego a mis muchos amigos pudientes, aportar para la creación de un Fondito que le permita a estas ideas sobrevivir.