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"Vengo de un barrio humilde de Caracas, conozco las calles, como Elder. Un personaje que carece de afecto, de padre, que nunca ha tenido cuidados ni amor, que es un delincuente. Yo también no tengo padre y también conozco muy bien las calles de mi ciudad, los barrios", aseguró a la prensa el joven actor, de 19 años.
"Fue muy emocionante trabajar con Vigas", confesó Silva, quien podría obtener el premio Marcello Mastroianni para el mejor actor debutante.
La película venezolana, que compite en la sección oficial del festival de Venecia, ha sido elogiada por la prensa especializada por su original estilo de describir el conflicto social en su país, las diferencias sociales, el enfrentamiento entre dos mundos, los dos sin afecto.
"Para Elder encontrar en su vida a Armando era todo lo que quería", dice Silva, al referirse a la necesidad de afecto, atención y dinero que los estratos más bajos de la sociedad venezolana piden y esperan de aquellos más pudientes.
"Lorenzo (Vigas, ndr) nunca me dio el guión y sólo me daba instrucciones veinte minutos antes de comenzar las escenas", contó Silva, quien soñaba en convertirse en actor desde niño.
Para mostrar los contrastes sociales y afectivos entre Armando (el veterano y premiado actor chileno Alfredo Castro), un pudiente y solitario dueño de un taller de prótesis dentales y Elder, Vigas filmó a Silva por las calles, tanto elegantes como pobres, en los barrios bulliciosos, en talleres mecánicos, bailando.
"Hubo escenas que se repitieron muchas veces. Vigas es un director muy perfeccionista", comentó el joven cuyas capacidades interpretativas lo podrían convertir en "el próximo Gael García Bernal del cine latinoamericano", sostiene el realizador, en alusión al actor y productor mexicano.
