“Se trata de uno de los iconos del arte conceptual ya que reúne piezas clave para entender el desarrollo de ese tipo de expresiones”, expresa Cazali.
Así, el Centro de Formación de la Cooperación Española en La Antigua acoge esta muestra, conformada por ambientaciones pequeñas, frases escritas en la pared, que con habilidad, buscan no sólo mostrar un objeto en sí mismo, sino posicionar al espectador en el registro de las ideas, empujarle hacia una interpretación crítica de lo que ve. Es por eso que, asegura el autor, “no traje ninguna obra a propósito, sino que traje ideas para instalar, quiero que el público ocupe un lugar activo con respecto a la exposición, nunca pasivo”.
A Camnitzer dice preocuparle la acumulación del poder en pocas manos, la mala distribución de la riqueza, pero asegura que esa misión ético-política que él lleva a cabo a través del arte, no constituye el centro de su obra, sino que más bien lo que persigue es relacionarse con el espectador. “Trato al público como un colega, la idea es generar imaginación y creación en la gente que ve mi obra, instarles a que hagan, a que cuestionen y creen”, explica.
De esta manera, su interés es movilizar ideas en el espectador, buscar nuevas reflexiones en torno a la identidad latinoamericana. Se trata, por tanto, de la representación más clara del carácter crítico y reformador del arte, al que el artista imprime cierta ironía y humor. “La ironía y el humor forman parte de la realidad, por lo que no sé por qué no iba a utilizarlos en mis obras”, explica Camnitzer, quien reconoce que el humor ayuda a crear una distancia crítica que facilita el análisis y la evaluación de las cosas.
Con la curaduría de Rosina Cazali y Emiliano Valdés, “Ideas para instalar” busca acercar la experiencia del artista al ámbito guatemalteco, que según los organizadores, cuenta con grandes vacíos formativos y que necesita de este tipo de retos para movilizar sus propias reconcepciones.
Amplia trayectoria
Nacido en Lübeck, Alemania, en 1937, y emigrado a Uruguay junto con su familia desde muy temprana edad, Luis Camnitzer orientó su trabajo, a finales de los años sesenta, en torno a la situación política de la dictadura que vivía ese país en aquellos años, demostrando un especial interés por el uso de la palabra y la imagen, características que el artista ha mantenido hasta hoy.
Así, Camnitzer, en su época inicial, concebía el arte como una forma de instrumento político y de cambio social. Sin embargo, poco a poco su trabajo fue reorientándose hacia la promoción de actitudes críticas frente al arte, la cultura y la sociedad en general. Ahora se centra en la investigación de mejores formas de comunicación para llegar a los espectadores, a través de una mirada reflexiva en torno a asuntos de gran importancia para el mundo del arte y la sociedad en general, como la multiculturalidad frente a la marginación o la trivialización del arte.
El artista estudió escultura y arquitectura en Uruguay y Alemania y actualmente reside en Nueva York, donde es profesor emérito del Departamento de Artes Visuales de la Universidad Estatal. Además, cuenta con una dilatada experiencia como comisario de arte, habiendo trabajado en proyectos como la Bienal del Whitney Museum, en la de Mercosur de Porto Alegre, en la de Liverpool y en Documenta de Kassel. Su trabajo se encuentra representado en varios museos internacionales, como la Tate Modern de Londres, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana o el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, entre otros.
Así, el Centro de Formación de la Cooperación Española en La Antigua acoge esta muestra, conformada por ambientaciones pequeñas, frases escritas en la pared, que con habilidad, buscan no sólo mostrar un objeto en sí mismo, sino posicionar al espectador en el registro de las ideas, empujarle hacia una interpretación crítica de lo que ve. Es por eso que, asegura el autor, “no traje ninguna obra a propósito, sino que traje ideas para instalar, quiero que el público ocupe un lugar activo con respecto a la exposición, nunca pasivo”.
A Camnitzer dice preocuparle la acumulación del poder en pocas manos, la mala distribución de la riqueza, pero asegura que esa misión ético-política que él lleva a cabo a través del arte, no constituye el centro de su obra, sino que más bien lo que persigue es relacionarse con el espectador. “Trato al público como un colega, la idea es generar imaginación y creación en la gente que ve mi obra, instarles a que hagan, a que cuestionen y creen”, explica.
De esta manera, su interés es movilizar ideas en el espectador, buscar nuevas reflexiones en torno a la identidad latinoamericana. Se trata, por tanto, de la representación más clara del carácter crítico y reformador del arte, al que el artista imprime cierta ironía y humor. “La ironía y el humor forman parte de la realidad, por lo que no sé por qué no iba a utilizarlos en mis obras”, explica Camnitzer, quien reconoce que el humor ayuda a crear una distancia crítica que facilita el análisis y la evaluación de las cosas.
Con la curaduría de Rosina Cazali y Emiliano Valdés, “Ideas para instalar” busca acercar la experiencia del artista al ámbito guatemalteco, que según los organizadores, cuenta con grandes vacíos formativos y que necesita de este tipo de retos para movilizar sus propias reconcepciones.
Amplia trayectoria
Nacido en Lübeck, Alemania, en 1937, y emigrado a Uruguay junto con su familia desde muy temprana edad, Luis Camnitzer orientó su trabajo, a finales de los años sesenta, en torno a la situación política de la dictadura que vivía ese país en aquellos años, demostrando un especial interés por el uso de la palabra y la imagen, características que el artista ha mantenido hasta hoy.
Así, Camnitzer, en su época inicial, concebía el arte como una forma de instrumento político y de cambio social. Sin embargo, poco a poco su trabajo fue reorientándose hacia la promoción de actitudes críticas frente al arte, la cultura y la sociedad en general. Ahora se centra en la investigación de mejores formas de comunicación para llegar a los espectadores, a través de una mirada reflexiva en torno a asuntos de gran importancia para el mundo del arte y la sociedad en general, como la multiculturalidad frente a la marginación o la trivialización del arte.
El artista estudió escultura y arquitectura en Uruguay y Alemania y actualmente reside en Nueva York, donde es profesor emérito del Departamento de Artes Visuales de la Universidad Estatal. Además, cuenta con una dilatada experiencia como comisario de arte, habiendo trabajado en proyectos como la Bienal del Whitney Museum, en la de Mercosur de Porto Alegre, en la de Liverpool y en Documenta de Kassel. Su trabajo se encuentra representado en varios museos internacionales, como la Tate Modern de Londres, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana o el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, entre otros.