A pesar de que los hispanos han quedado relegados en estas elecciones -donde se eligen 36 gobernadores, 435 representantes y 33 senadores-, la "contienda lingüística" se juega de California a Florida -los estados sureños de oeste a este-, donde se concentra la mayoría de los más de 50 millones de latinos que viven en Estados Unidos.
En las últimas semanas, los aspirantes han organizado encuentros con sus electores hispanos en escuelas, centros comunales y comercios, y en todas partes han prometido políticas mejores para esta poderosa minoría, desencantada tras el fracaso de la reforma migratoria en el Congreso.
"El candidato tiene a través del idioma un poder de persuasión, (la lengua) tiene que tener una influencia en el voto", cuenta a la AFP Lourdes Martínez-Echazábal, profesora y jefa del departamento de Estudios Latinoamericanos y sobre Latinos de la Universidad de California en Santa Cruz.
En Florida, por ejemplo, los aspirantes a la gobernación han dedicado buena parte de su estrategia a anuncios y mensajes en su web y Twitter en español para acercarse al 23,6% de la población de origen hispano de su estado.
El republicano Rick Scott -que busca la reelección- y el demócrata Charlie Crist incluso decidieron enfrascarse hace poco en un debate televisivo transmitido por una influyente cadena hispana, sabedores del alcance que podían tener sus palabras a través de la pequeña pantalla.
Pero fue un debate peculiar porque Scott fue el único que se animó a decir algunas palabras en español. Un intérprete se encargó de la traducción simultánea, rompiendo así el dinamismo que suele tener este marco de discusión.
"Muchas gracias a Telemundo y a ustedes por escucharnos (...)", balbuceó Scott en los argumentos finales con fuerte acento anglosajón. "Yo amo ser su gobernador (...)", siguió, hasta cambiar al inglés.
El video del debate no supera las 2.000 visitas en YouTube, señal del bajo impacto que tuvo.
- ¿Debatir en español, pero en inglés? -
La primera vez que el español se coló en una campaña estadounidense fue en 2002, cuando dos aspirantes demócratas a gobernadores de Texas (sur) se enfrentaron en un debate de televisión.
Desde entonces, los políticos no han podido ignorar el poder que tiene este idioma como arma electoral y se han preocupado por introducirlo en sus estrategias comunicativas, "como es lógico", según Martínez-Echazábal.
"La población de origen hispano ha crecido enormemente y muchos son emigrantes recientes", destaca la académica.
"Un candidato que hable tu idioma va a crear una empatía mucho mayor que uno que no lo hable", agrega. "Pero también hay que considerar que muchas personas no son completamente bilingües".
Esa realidad quedó reflejada en un reciente choque televisivo entre los aspirantes a la gobernación de Nuevo México, un estado de poco más de dos millones de habitantes y donde casi la mitad son hispanos.
La gobernadora republicana Susana Martínez -la primera mujer latina en llegar a este cargo- habló en su español nativo, mientras que su contrincante demócrata Gary King recurrió a un traductor.
Aunque ese debate tenía por objetivo "galvanizar el voto latino", según dijo el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuevo México, Gabe Sánchez, a un medio local, el resultado fue irregular.
"Quién sabe el impacto que tendrá en la opinión de la gente" a la hora de votar, se preguntó.
En California y Florida hubo algunos debates entre candidatos al Congreso completamente en español, pero su repercusión en el público fue menor.
Los políticos "no pueden acordarse de los latinos" solo en época de elecciones, avisa Martínez-Echazábal. "Ese jueguito no puede jugarse ya. La población hispana es muy grande y hay mucho en juego".