Hans-Peter Friedrich, el nuevo ministro del interior alemán.
Apenas nombrado, Hans-Peter Friedrich, miembro de la CSU, rama bávara de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, declaró el jueves: "No hay nada en la historia que demuestre que el islam pertenece a Alemania".
Como respondiéndole, el presidente de la República, Christian Wulff (CDU), repitió el sábado en declaraciones al canal árabe Al Jazeera lo que había dicho ya el día de la fiesta nacional alemana, el 3 de octubre: "El islam es una parte de Alemania".
Merkel guarda silencio al respecto hasta el momento, pero su portavoz Steffen Seibert se esforzó en minimizar el antagonismo de esas declaraciones.
"Con el tiempo, el islam se ha convertido en una parte de Alemania", dijo, recordando que a partir de los años 1960 el país recibió una inmigración masiva, mayoritariamente musulmana.
De hecho, entre 3,8 y 4,3 millones de personas de confesión musulmana (45% de ellas de nacionalidad alemana) viven actualmente en Alemania, país de 82 millones de habitantes.
Como la mayoría de los países europeos, Alemania (que cuenta 30% de católicos y 30% de protestantes) debe afrontar la cuestión de la integración de esa población. Según una encuesta publicada en diciembre pasado por el semanario Die Zeit, dos de cada cinco alemanes se consideran amenazados por el islam.
El año pasado, un libro-panfleto contra los musulmanes escrito por un alto funcionario del Banco Central, Thilo Sarrazin, desencadenó ya una gran polémica y se convirtió en uno de los ensayos más vendidos en Navidad. Su autor afirma, entre otras cosas, que Alemania se ha embrutecido a raíz de los inmigrantes musulmanes.
En momentos en que un kosovar, que se declara motivado por haber visto en Youtube a soldados estadounidenses violando a una mujer afgana, es acusado de haber matado a dos soldados estadounidenses el miércoles en Fráncfort, las declaraciones del nuevo ministro del Interior provocaron airadas reacciones de la oposición, pero también de algunos miembros del gobierno, y evidentemente de los musulmanes de Alemania.
"Por supuesto, el islam forma parte de Alemania", declaró la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, miembro del partido liberal (FDP), minoritario en la coalición en el poder.
Por su parte, Dieter Wiefelspütz, uno de los dirigentes socialdemócratas, calificó las declaraciones de Friedrich de "tontería", mientras la jefa del grupo parlamentario de los Verdes, Renate Künast, le reprochó su "comportamiento grosero".
Es una "bofetada en la cara de los musulmanes", estimó la presidenta de la Federación Musulmana-liberal, Lamya Kaddor, en declaraciones al diario Berliner Zeitung. "La canciller debe decir si los musulmanes forman parte o no de Alemania", recalcó el sábado en las páginas del diario Bild el presidente del Consejo Musulmán Alemán, Ali Kizilkaya.
Como quiera que sea, en octubre pasado Angela Merkel afirmó que el modelo multicultural en el que cohabitan armoniosamente diferentes culturas, había "fracasado completamente" en Alemania.
Como respondiéndole, el presidente de la República, Christian Wulff (CDU), repitió el sábado en declaraciones al canal árabe Al Jazeera lo que había dicho ya el día de la fiesta nacional alemana, el 3 de octubre: "El islam es una parte de Alemania".
Merkel guarda silencio al respecto hasta el momento, pero su portavoz Steffen Seibert se esforzó en minimizar el antagonismo de esas declaraciones.
"Con el tiempo, el islam se ha convertido en una parte de Alemania", dijo, recordando que a partir de los años 1960 el país recibió una inmigración masiva, mayoritariamente musulmana.
De hecho, entre 3,8 y 4,3 millones de personas de confesión musulmana (45% de ellas de nacionalidad alemana) viven actualmente en Alemania, país de 82 millones de habitantes.
Como la mayoría de los países europeos, Alemania (que cuenta 30% de católicos y 30% de protestantes) debe afrontar la cuestión de la integración de esa población. Según una encuesta publicada en diciembre pasado por el semanario Die Zeit, dos de cada cinco alemanes se consideran amenazados por el islam.
El año pasado, un libro-panfleto contra los musulmanes escrito por un alto funcionario del Banco Central, Thilo Sarrazin, desencadenó ya una gran polémica y se convirtió en uno de los ensayos más vendidos en Navidad. Su autor afirma, entre otras cosas, que Alemania se ha embrutecido a raíz de los inmigrantes musulmanes.
En momentos en que un kosovar, que se declara motivado por haber visto en Youtube a soldados estadounidenses violando a una mujer afgana, es acusado de haber matado a dos soldados estadounidenses el miércoles en Fráncfort, las declaraciones del nuevo ministro del Interior provocaron airadas reacciones de la oposición, pero también de algunos miembros del gobierno, y evidentemente de los musulmanes de Alemania.
"Por supuesto, el islam forma parte de Alemania", declaró la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, miembro del partido liberal (FDP), minoritario en la coalición en el poder.
Por su parte, Dieter Wiefelspütz, uno de los dirigentes socialdemócratas, calificó las declaraciones de Friedrich de "tontería", mientras la jefa del grupo parlamentario de los Verdes, Renate Künast, le reprochó su "comportamiento grosero".
Es una "bofetada en la cara de los musulmanes", estimó la presidenta de la Federación Musulmana-liberal, Lamya Kaddor, en declaraciones al diario Berliner Zeitung. "La canciller debe decir si los musulmanes forman parte o no de Alemania", recalcó el sábado en las páginas del diario Bild el presidente del Consejo Musulmán Alemán, Ali Kizilkaya.
Como quiera que sea, en octubre pasado Angela Merkel afirmó que el modelo multicultural en el que cohabitan armoniosamente diferentes culturas, había "fracasado completamente" en Alemania.