El príncipe heredero Naruhito, de 57 años, hijo mayor de Akihito, subirá al Trono del Crisantemo el 1 de mayo de ese año inaugurando una nueva era en el país.
En un raro mensaje de video, Akihito, quien cumplirá 84 años el 23 de diciembre, había anunciado en agosto de 2016 su deseo de abdicar alegando que le faltaban fuerzas para seguir gobernando. El Parlamento aprobó en junio pasado una ley especial que le permite al emperador abandonar el trono.
"Me preocupa que pueda ser más difícil para mí cumplir con mi presencia total mis obligaciones como símbolo del Estado como lo he venido haciendo hasta ahora", dijo Akihito en su mensaje de video del año pasado.
Akihito, bautizado con el nombre ("gengo") de "heisei" (Creador de Paz), viene sufriendo problemas de salud, ocasionados por el estrés, desde 2008. En 2003 fue operado de un cáncer de próstata y también tuvo que someterse a una operación de bypass.
El 1 de mayo de 2019 se producirá por primera vez en la historia moderna de Japón un cambio de era, ya que hasta ahora era habitual que el mismo día de la muerte de un emperador se proclamara un nuevo "gengo", el lema con el que se bautiza un nuevo mandato imperial. La última vez que esto ocurrió fue el 7 de enero de 1989, después de la muerte del padre de Akihito, el emperador Hirohito, quien gobernó durante 63 años. El nombre del nuevo "gengo" lo anunciará el Gobierno en algún momento del año próximo.
Akihito, quien goza de una gran popularidad en la población japonesa, fue el primer "Tenno" (Príncipe del Cielo) que no asumió su cargo como "Dios". La Constitución japonesa de la postguerra obliga al emperador a limitar su papel al de símbolo de la unidad de la nación. Actualmente, el emperador de Japón no tiene ninguna competencia propia de un Gobierno.
Akihito está considerado un defensor convencido de la Constitución pacifista que Japón adoptó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aunque no tiene ningún margen de maniobra política, Akihito siempre ha criticado de forma indirecta a los que siguen intentando justificar el pasado bélico de Japón, entre ellos miembros del Gobierno del primer ministro conservador Shinzo Abe.
Además, es el mandatario imperial es en la historia de Japón que ha buscado una mayor cercanía con su pueblo. Junto con su esposa, la emperatriz Michiko, ha acudido a consolar a las víctimas de catástrofes naturales y ha visitado residencias de ancianos e instalaciones para discapacitados. También se ha presentado siempre como un símbolo digno de su país en sus viajes internacionales.
En un raro mensaje de video, Akihito, quien cumplirá 84 años el 23 de diciembre, había anunciado en agosto de 2016 su deseo de abdicar alegando que le faltaban fuerzas para seguir gobernando. El Parlamento aprobó en junio pasado una ley especial que le permite al emperador abandonar el trono.
"Me preocupa que pueda ser más difícil para mí cumplir con mi presencia total mis obligaciones como símbolo del Estado como lo he venido haciendo hasta ahora", dijo Akihito en su mensaje de video del año pasado.
Akihito, bautizado con el nombre ("gengo") de "heisei" (Creador de Paz), viene sufriendo problemas de salud, ocasionados por el estrés, desde 2008. En 2003 fue operado de un cáncer de próstata y también tuvo que someterse a una operación de bypass.
El 1 de mayo de 2019 se producirá por primera vez en la historia moderna de Japón un cambio de era, ya que hasta ahora era habitual que el mismo día de la muerte de un emperador se proclamara un nuevo "gengo", el lema con el que se bautiza un nuevo mandato imperial. La última vez que esto ocurrió fue el 7 de enero de 1989, después de la muerte del padre de Akihito, el emperador Hirohito, quien gobernó durante 63 años. El nombre del nuevo "gengo" lo anunciará el Gobierno en algún momento del año próximo.
Akihito, quien goza de una gran popularidad en la población japonesa, fue el primer "Tenno" (Príncipe del Cielo) que no asumió su cargo como "Dios". La Constitución japonesa de la postguerra obliga al emperador a limitar su papel al de símbolo de la unidad de la nación. Actualmente, el emperador de Japón no tiene ninguna competencia propia de un Gobierno.
Akihito está considerado un defensor convencido de la Constitución pacifista que Japón adoptó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aunque no tiene ningún margen de maniobra política, Akihito siempre ha criticado de forma indirecta a los que siguen intentando justificar el pasado bélico de Japón, entre ellos miembros del Gobierno del primer ministro conservador Shinzo Abe.
Además, es el mandatario imperial es en la historia de Japón que ha buscado una mayor cercanía con su pueblo. Junto con su esposa, la emperatriz Michiko, ha acudido a consolar a las víctimas de catástrofes naturales y ha visitado residencias de ancianos e instalaciones para discapacitados. También se ha presentado siempre como un símbolo digno de su país en sus viajes internacionales.