No era la condena la razón de su júbilo sino el hecho de que su cara se hará pública y que ello pueda facilitarle el objetivo que lo llevó a sumarse a las manifestaciones en la cumbre de julio pasado en Hamburgo: encontrar a Naomi, la chica de la que se ha enamorado perdidamente.
El acusado, que cumplía prisión preventiva desde el 7 de julio, admitió al comienzo del juicio todos los cargos y contó su singular historia a los atónitos jueces del tribunal hamburgués.
"Tres días antes (del G20) estuve en el festival Boom en Portugal. Allí conocí a Naomi. Trabaja para Greenpeace y quería ir al G20. Tenía que encontrar a la chica. Era un deber por amor", se justificó el joven oriundo de Nancy, en el norte de Francia.
Y como no tenía ni información de la chica ni datos de contacto, decidió viajar a Hamburgo de forma espontánea.
"¿Y Ud. creía que podría encontrar a la chica en la cumbre del G20? Menuda empresa", le preguntó el juez. "El que no arriesga no gana", contestó. "Tiene razón", asintió el magistrado.
"Usted no es uno de esos buscapleitos itinerantes", sostuvo el juez reconociendo que creía la historia pese a que estaba cargada de ingenuidad.
El magistrado recordó que a diferencia de los manifestantes violentos del llamado "Bloque negro", que marcharon vestidos de negro y con máscaras y pasamontañas para taparse la cara, el joven francés llamó la atención por su camiseta blanca con la inscripción en letras plateadas: "I want to find Naomi. Boom Festival" (Quiero encontrar a Naomi).
Además, Simon D. llevaba un bolso de colores y un animalito de peluche que permitieron a la Policía identificarlo con rapidez.
El joven argumentó que se descontroló un poco después de que policías hubieran arremetido contra manifestantes que se negaban a descubrirse la cara y lo rociaran con gas pimienta.
El juez no descartó que también la Policía no se hubiera comportado correctamente. "Pero al mismo tiempo no puedo aprobar la reacción suya".
Simon D. se mostró arrepentido de haber atacado a los agentes arrojándoles seis botellas y pateándolos al resistirse a ser detenido. "No haré nunca más algo que me conduzca a este infierno", dijo sobre su estancia de dos meses en la cárcel.
El enamorado aceptó sin chistar la condena. De momento quiere volver a vivir con su madre y convertirse en horticultor de productos ecológicos.
A los fotógrafos les pidió expresamente que lo retratasen, algo inusual en los tribunales. "Quizás así encuentre a mi Naomi".
El acusado, que cumplía prisión preventiva desde el 7 de julio, admitió al comienzo del juicio todos los cargos y contó su singular historia a los atónitos jueces del tribunal hamburgués.
"Tres días antes (del G20) estuve en el festival Boom en Portugal. Allí conocí a Naomi. Trabaja para Greenpeace y quería ir al G20. Tenía que encontrar a la chica. Era un deber por amor", se justificó el joven oriundo de Nancy, en el norte de Francia.
Y como no tenía ni información de la chica ni datos de contacto, decidió viajar a Hamburgo de forma espontánea.
"¿Y Ud. creía que podría encontrar a la chica en la cumbre del G20? Menuda empresa", le preguntó el juez. "El que no arriesga no gana", contestó. "Tiene razón", asintió el magistrado.
"Usted no es uno de esos buscapleitos itinerantes", sostuvo el juez reconociendo que creía la historia pese a que estaba cargada de ingenuidad.
El magistrado recordó que a diferencia de los manifestantes violentos del llamado "Bloque negro", que marcharon vestidos de negro y con máscaras y pasamontañas para taparse la cara, el joven francés llamó la atención por su camiseta blanca con la inscripción en letras plateadas: "I want to find Naomi. Boom Festival" (Quiero encontrar a Naomi).
Además, Simon D. llevaba un bolso de colores y un animalito de peluche que permitieron a la Policía identificarlo con rapidez.
El joven argumentó que se descontroló un poco después de que policías hubieran arremetido contra manifestantes que se negaban a descubrirse la cara y lo rociaran con gas pimienta.
El juez no descartó que también la Policía no se hubiera comportado correctamente. "Pero al mismo tiempo no puedo aprobar la reacción suya".
Simon D. se mostró arrepentido de haber atacado a los agentes arrojándoles seis botellas y pateándolos al resistirse a ser detenido. "No haré nunca más algo que me conduzca a este infierno", dijo sobre su estancia de dos meses en la cárcel.
El enamorado aceptó sin chistar la condena. De momento quiere volver a vivir con su madre y convertirse en horticultor de productos ecológicos.
A los fotógrafos les pidió expresamente que lo retratasen, algo inusual en los tribunales. "Quizás así encuentre a mi Naomi".