Durante mucho tiempo, los escándalos se han ido sucediendo en China en este deporte, con una corrupción que gangrenaba su gestión y partidos amañados a gran escala.
Pero ahora parece que el fútbol chino ha entrado en una nueva era: cuando el emblemático club de la capital, el Beijing Guo'an, actualmente en la cumbre de la Super League china, se enfrenta en casa al rival Tianjin Teda, el ambiente en el público demuestra que la ilusión ha vuelto a instalarse entre los aficionados, que se habían alejado, cansados de las informaciones negativas.
En una sociedad china todavía encorsetada por las autoridades comunistas, los estadios constituyen un lugar donde decenas de miles de personas pueden reunirse para expresar espontáneamente, con lágrimas o explosiones de alegría.
Los clubes de la China Super League (CSL) no tienen problema últimamente en contratar a golpe de talonario a jugadores extranjeros con talento: los brasileños Ricardo Goulart y Paulinho han fichado por el vigente campeón, el Guangzhou Evergrande, por cantidades que no desmerecen a las que se manejan en los traspasos en Europa. El entrenador de ese club es otro brasileño, el exseleccionador nacional de la verdeamarilla, Luiz Felipe Scolari.
El exatacante del Chelsea Demba Ba se unió recientemente al Shanghai Shenhua, donde ya jugaron el marfileño Didier Drogba y el francés Nicolas Anelka.
Las cifras pagadas por los clubes de la CSL en el último mercado de fichajes, sumadas, fueron las segundas del mundo sólo por detrás de las formaciones de la Premier League inglesa, según las estadísticas de la página web alemana de referencia Transfermarkt.
Incluso el equipo nacional chino, habitualmente despreciado por la mediocridad de su juego y sus malos resultados, ha experimentado una mejoría notable y en enero llegó a cuartos de final en la Copa de Asia.
El fútbol avanza por lo tanto en el gigante chino, donde las autoridades insisten en su deseo de elevar al máximo posible el nivel de su deporte.
El presidente chino, Xi Jinping, es aficionado al fútbol y en marzo apoyó "un programa de reformas" en este deporte, destinado a promover la práctica del mismo y a la detección de jóvenes figuras del balón.
El entusiasmo general coincide con los rumores que colocan a China como un serio candidato a la organización del Mundial de 2026, que podría ser la confirmación definitiva de que se ha pasado página y de que los avances vividos pueden consolidarse.
Pero ahora parece que el fútbol chino ha entrado en una nueva era: cuando el emblemático club de la capital, el Beijing Guo'an, actualmente en la cumbre de la Super League china, se enfrenta en casa al rival Tianjin Teda, el ambiente en el público demuestra que la ilusión ha vuelto a instalarse entre los aficionados, que se habían alejado, cansados de las informaciones negativas.
En una sociedad china todavía encorsetada por las autoridades comunistas, los estadios constituyen un lugar donde decenas de miles de personas pueden reunirse para expresar espontáneamente, con lágrimas o explosiones de alegría.
Los clubes de la China Super League (CSL) no tienen problema últimamente en contratar a golpe de talonario a jugadores extranjeros con talento: los brasileños Ricardo Goulart y Paulinho han fichado por el vigente campeón, el Guangzhou Evergrande, por cantidades que no desmerecen a las que se manejan en los traspasos en Europa. El entrenador de ese club es otro brasileño, el exseleccionador nacional de la verdeamarilla, Luiz Felipe Scolari.
- Xi Jinping, un hincha más -
El exatacante del Chelsea Demba Ba se unió recientemente al Shanghai Shenhua, donde ya jugaron el marfileño Didier Drogba y el francés Nicolas Anelka.
Las cifras pagadas por los clubes de la CSL en el último mercado de fichajes, sumadas, fueron las segundas del mundo sólo por detrás de las formaciones de la Premier League inglesa, según las estadísticas de la página web alemana de referencia Transfermarkt.
Incluso el equipo nacional chino, habitualmente despreciado por la mediocridad de su juego y sus malos resultados, ha experimentado una mejoría notable y en enero llegó a cuartos de final en la Copa de Asia.
El fútbol avanza por lo tanto en el gigante chino, donde las autoridades insisten en su deseo de elevar al máximo posible el nivel de su deporte.
El presidente chino, Xi Jinping, es aficionado al fútbol y en marzo apoyó "un programa de reformas" en este deporte, destinado a promover la práctica del mismo y a la detección de jóvenes figuras del balón.
El entusiasmo general coincide con los rumores que colocan a China como un serio candidato a la organización del Mundial de 2026, que podría ser la confirmación definitiva de que se ha pasado página y de que los avances vividos pueden consolidarse.