Tomás Alcoverro | 22/12/2008 - 14:37 horas | Espejismos de Oriente
Triunfalmente, en loor de multitudes, el general Michel Aoun máximo líder cristiano libanés, aliado del Hizbulah chií, caudillo de la oposición al gobierno de Beirut, fue recibido en Siria.
Desde la mezquita de los Omeyas en Damasco, atravesando a pie el animado zoco de Hamediye , en uno de cuyos establecimientos saboreó uno de sus típicos helados, desde las catedrales y templos de Bab Tuma, barrio cristiano damasceno por antonomasia, pasando por los pueblos de Sadnaya y Mallula donde todavía se habla el arameo o lengua de Cristo, hasta Alepo, la gran ciudad del norte en cuyos alrededores se encuentra la remozada tumba de San Maron, fundador de la iglesia maronita que acata al Papa de Roma, todo su viaje fue un clamor popular.
El presidente de la república siria Bachar el Assad envió a Beirut su avión personal para conducirle a Damasco y se entrevistó largamente con el polémico general al principio y final de su estancia. El gentío se acercaba para fotografiarle, para saludarle con emoción. Nunca un político libanés había sido acogido con tanta simpatía y espontaneidad por los sirios. Los jefes espirituales del Islam le acogieron "como un 'zaim' (líder) cristiano que apoya la resistencia islámica", y los ciudadanos sirios de la minoría cristiana alabaron su manera de pronunciar sus discursos.
Una universitaria de Damasco se acercó diciéndole: "En Siria no hablamos de confesionalismo como en Líbano. Pero quiero que sepa que como cristiana me enorgullezco de usted. Al llegar dijo que venia a Siria con la cabeza alta, y yo quiero asegurarle que los cristianos de Siria se sienten también reconfortados y con la cabeza erguida al verle en nuestra tierra".
Las delegaciones siria y libanesa, los grupos de periodistas de ambos países cuyos gobiernos han estado muy enfrentados en estos años a raíz del atentado perpetrado contra el ex primer ministro libanés Rafic Al Hariri, departían en amable y desenfadado compañerismo. "Nunca ningún político nos había hablado como él -dijo otro universitario-, tenéis suerte los libaneses de contar con un hombre como el general".
Michel Aoun, que había pretendido al final de la década de los ochenta bombardear Damasco con los cohetes Frog iraquíes, que se había convertido en el político libanés enemigo por excelencia del régimen de Al Assad, mientras que los que ahora le combaten como los Hariri y Jumblat se sometieron dócilmente a su autoridad, ha rectificado de rumbo político, y es uno de sus más destacados aliados, percatado de que las comunidades cristianas libanesas necesitan renunciar a su hostilidad con respecto a Siria, mantener buenas relaciones con su gobierno, para garantizar dignamente su existencia en medio del océano del Islam.
En sus discursos, el general se ha referido a los conflictos bilaterales que todavía envenenan las relaciones entre ambos pueblos haciendo hincapié en que las guerras terminan con las negociaciones. En Beirut sus adversarios le echan en cara haber olvidado a los soldados, que a sus órdenes, murieron durante el bombardeo del ejército sirio sobre su palacio de Baabda, donde se había atrincherado negándose a reconocer el nuevo presidente elegido de la república. "Al viajar a Damasco- ha repetido una y otra vez- he querido dejar el pasado a mis espaldas ".
Sus enemigos en el campo cristiano le acusan de que en su camino a Canosa, busca sobre todo reforzar el apoyo sirio en las próximas e inciertas elecciones legislativas, y que su ambición sigue siendo la presidencia de la republica, ocupada ahora por el general Michel Suleiman en su mandato de cuatro años.
Michel Aoun, que anteriormente también visitó Irán, gran valedor de Hizbulah, ha querido dar a su viaje una dimensión espiritual, insistiendo siempre en sus discursos en los puntos comunes de las religiones musulmana y cristiana y abogando por los derechos de las minorías cristianas, desde Palestina a Iraq amenazadas a veces, abocadas al éxodo, en estos tiempos amargos de su existencia. En Damasco el general quiso presentarse como el patriarca político de los cristianos esparcidos por Oriente Medio.
Desde la mezquita de los Omeyas en Damasco, atravesando a pie el animado zoco de Hamediye , en uno de cuyos establecimientos saboreó uno de sus típicos helados, desde las catedrales y templos de Bab Tuma, barrio cristiano damasceno por antonomasia, pasando por los pueblos de Sadnaya y Mallula donde todavía se habla el arameo o lengua de Cristo, hasta Alepo, la gran ciudad del norte en cuyos alrededores se encuentra la remozada tumba de San Maron, fundador de la iglesia maronita que acata al Papa de Roma, todo su viaje fue un clamor popular.
El presidente de la república siria Bachar el Assad envió a Beirut su avión personal para conducirle a Damasco y se entrevistó largamente con el polémico general al principio y final de su estancia. El gentío se acercaba para fotografiarle, para saludarle con emoción. Nunca un político libanés había sido acogido con tanta simpatía y espontaneidad por los sirios. Los jefes espirituales del Islam le acogieron "como un 'zaim' (líder) cristiano que apoya la resistencia islámica", y los ciudadanos sirios de la minoría cristiana alabaron su manera de pronunciar sus discursos.
Una universitaria de Damasco se acercó diciéndole: "En Siria no hablamos de confesionalismo como en Líbano. Pero quiero que sepa que como cristiana me enorgullezco de usted. Al llegar dijo que venia a Siria con la cabeza alta, y yo quiero asegurarle que los cristianos de Siria se sienten también reconfortados y con la cabeza erguida al verle en nuestra tierra".
Las delegaciones siria y libanesa, los grupos de periodistas de ambos países cuyos gobiernos han estado muy enfrentados en estos años a raíz del atentado perpetrado contra el ex primer ministro libanés Rafic Al Hariri, departían en amable y desenfadado compañerismo. "Nunca ningún político nos había hablado como él -dijo otro universitario-, tenéis suerte los libaneses de contar con un hombre como el general".
Michel Aoun, que había pretendido al final de la década de los ochenta bombardear Damasco con los cohetes Frog iraquíes, que se había convertido en el político libanés enemigo por excelencia del régimen de Al Assad, mientras que los que ahora le combaten como los Hariri y Jumblat se sometieron dócilmente a su autoridad, ha rectificado de rumbo político, y es uno de sus más destacados aliados, percatado de que las comunidades cristianas libanesas necesitan renunciar a su hostilidad con respecto a Siria, mantener buenas relaciones con su gobierno, para garantizar dignamente su existencia en medio del océano del Islam.
En sus discursos, el general se ha referido a los conflictos bilaterales que todavía envenenan las relaciones entre ambos pueblos haciendo hincapié en que las guerras terminan con las negociaciones. En Beirut sus adversarios le echan en cara haber olvidado a los soldados, que a sus órdenes, murieron durante el bombardeo del ejército sirio sobre su palacio de Baabda, donde se había atrincherado negándose a reconocer el nuevo presidente elegido de la república. "Al viajar a Damasco- ha repetido una y otra vez- he querido dejar el pasado a mis espaldas ".
Sus enemigos en el campo cristiano le acusan de que en su camino a Canosa, busca sobre todo reforzar el apoyo sirio en las próximas e inciertas elecciones legislativas, y que su ambición sigue siendo la presidencia de la republica, ocupada ahora por el general Michel Suleiman en su mandato de cuatro años.
Michel Aoun, que anteriormente también visitó Irán, gran valedor de Hizbulah, ha querido dar a su viaje una dimensión espiritual, insistiendo siempre en sus discursos en los puntos comunes de las religiones musulmana y cristiana y abogando por los derechos de las minorías cristianas, desde Palestina a Iraq amenazadas a veces, abocadas al éxodo, en estos tiempos amargos de su existencia. En Damasco el general quiso presentarse como el patriarca político de los cristianos esparcidos por Oriente Medio.