Ha llegado con una copia gigantesca del ridículo sombrero negro que el "rais" lució en una universidad pakistaní; ha tuiteado su comparecencia; y, tras cinco horas de interrogatorio, el ministerio público le ha concedido la libertad bajo fianza.
Yusef, cirujano cardíaco y cuarentón en ciernes, no ha callado ni siquiera cuando ha cruzado el umbral de los tribunales. Después de abrirse paso entre decenas de forofos y periodistas, el presentador del programa 'Al Bernameg' -que se emite en una televisión privada egipcia- ha relatado en su cuenta de Twitter su divertido periplo por la oficina del fiscal. "Los policías y los funcionarios de la oficina del fiscal general quieren fotografiarse conmigo. ¿Tal vez por eso ordenaron mi arresto?", ha bromeado.
Ayer el cómico -convertido en azote del poder y los islamistas- confirmó la orden judicial con otro chascarrillo y aseguró que se presentaría este domingo ante la justicia a menos que un coche de policía le ahorrara el transporte. La Fiscalía le ha impuesto una fianza de 15.000 libras egipcias (unos 1.700 euros) mientras investiga las denuncias presentadas por una docena de ciudadanos en las que se le acusa de insultar a Mursi, denigrar el Islam y difundir falsas noticias para perturbar el orden público.
Fuentes judiciales también señalaron al diario independiente 'Al Masri al Yum', al que el juez solicitó que se eliminaran los tuits publicados en su cuenta -con más de 1,2 millones de seguidores- sobre la investigación y donde los togados no salen demasiado bien parados. Pero, a pesar de haberlos borrado, sus golpes corren aún por la Red. Es el caso de su frase "Nadie me ofreció un vaso de agua" o la hilarante historia de como la Fiscalía buscó sin éxito un portátil que tuviera instalado un programa capaz de reproducir las grabaciones de su espacio televisivo.
El humorista ya se enfrentó el pasado enero a varias demandas de abogados islamistas por insultar al jefe del Estado en un episodio en el que usaba un lanudo cojín decorado con la imagen de Mursi. Los cargos fueron retirados. Ayer, también a través de Twitter, el líder de la oposición no islamista y premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, denunció que el ataque a Yusef se asemeja a las fórmulas empleadas por los "regímenes fascistas" contra los opositores. A su juicio, la cruzada trata de abortar la revolución aunque -apostilló- "el cambio es inevitable".
De vídeos caseros a la televisión
'Al Bernameg' es la exitosa secuela de vídeos caseros que Yusef colgó en Youtube meses después de la revolución que desalojó del poder a Hosni Mubarak en febrero de 2011. Luego, llegó el salto a la pequeña pantalla y la audiencia acabó rendida al humor canalla de este doctor de ojos azules y buena figura fascinado por la fórmula televisiva del estadounidense Jon Stewart.
Como prueba del sensacional ascenso, la segunda temporada del espacio se graba en el Radio Teatro, una vieja sala del centro de El Cairo construida en 1939 y remozada por el mismo arquitecto que reformó el neoyorquino Radio City Music Hall. En las dos horas de espectáculo, la incisiva ironía de Yusef se despacha sin miramientos contra sus compañeros de parrilla y su pasado de leales a la dictadura; o se ceba con los políticos islamistas y los ridículos sermones de los telepredicadores salafistas (rigoristas).
Ni siquiera el presidente Mohamed Mursi está libre de su bisturí. "La sátira va siempre contra ciertas cosas como la autoridad, la mayoría y la derecha. Deben aceptarlo. Con más poder hay más responsabilidad y con más autoridad, más sátira", argumenta.
Según publicó hace unos meses la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos, las denuncias por insultar al jefe del Estado se han disparado desde la llegada a palacio en junio del islamista Mursi. En sólo cuatro meses, los 24 periodistas y personalidades procesados por calumnias han pulverizado los registros de una cláusula establecida en 1892 y que en las tres décadas de Mubarak tan solo contabilizó cuatro casos.
El pasado mayo, poco antes de la elección de Mursi, Yusef ya advirtió a los candidatos presidenciales: "Tendrán que vivir con el hecho de que no serán un faraón ni un rey y que la gente hará humor con ellos incluso si son los mejores presidentes del mundo".