En la edición, traducción y distribución de la misiva tuvo un papel protagonista el periodista y escritor italiano Marco Tosatti, conocido por su animadversión al papa argentino. Vaticanista durante años del diario La Stampa, Tosatti, ya jubilado, se convirtió al catolicismo cubriendo el pontificado de San Juan Pablo II. Tosatti habló con EL TIEMPO.
¿Por qué ayudó a Viganò?
Yo no lo conocía bien, pero me llamó para decirme que quería concederme una entrevista para hablar de cosas importantes. Nos vimos y me contó toda la historia, pero me dijo que la entrevista la haríamos en otro momento. Luego se publicó el informe sobre los abusos en la diócesis de Pensilvania y le dije que era el momento de hacer la entrevista.
Me citó la semana siguiente y me contó que no quería hacer una entrevista, pues había preparado un documento. Yo lo edité un poco. Viganò me dijo que quería publicarlo también en inglés y español, así que pensé en algunos colegas de otros medios. Lo tradujimos y lo publicamos aquel domingo.
Precisamente cuando el Papa estaba en Irlanda, un viaje marcado por los abusos de la Iglesia local...
Un documento tan fuerte da igual el momento en el que hubiera salido... No estaba calculado.
¿Hay una estrategia para desestabilizar al Papa?
Puede parecerlo, pero no. Yo no tengo ningún interés ni estoy conectado con (el presidente de EE. UU, Donald) Trump, (el exestratega de la Casa Blanca Steve) Bannon o (el presidente de Rusia, Vladimir) Putin. Eso son tonterías. Lo que hay que ver es lo que pasa después de la publicación.
La mayor parte de los medios, en lugar de verificar si lo que cuenta la carta es verdad, se lanzaron a decir que Viganò estaba loco, mentía o actuaba así por motivos personales.
Pero varios medios han desmontado parte del contenido de la carta...
Se han publicado solo interpretaciones, pero el Papa debería decir si es verdad o no el nudo central: Viganò asegura que le advirtió del historial de abusos cometidos por McCarrik con seminaristas y jóvenes sacerdotes. El Papa ha elegido el silencio. Eso es un problema. Pienso que no dice nada porque teme que salga luego algo que demuestre que sí lo sabía.
Fue precisamente el papa Francisco quien decidió que McCarrick dejara de ser cardenal, una medida muy inusual...
Solo lo hizo porque intervino la Justicia estadounidense por ser la víctima un menor. Pero,desde hace mucho, la Iglesia sabía quién era McCarrick, y, a pesar de eso, era el consejero del Papa para todos los nombramientos de obispos en Estados Unidos.
¿Hay una estrategia del sector más conservador de la Iglesia para acabar con el sumo pontífice?
No creo en la teoría del complot, es la que usan las personas cercanas al papa Francisco. Se ataca a quien levanta el dedo para decir que hay algo que no funciona sin ir al nudo central del asunto.
¿Por qué hay una resistencia interna a Bergoglio?
Ante muchas cosas que él hace, surge oposición, duda y perplejidad. Si uno invita al Encuentro Mundial de las Familias de Dublín a un ponente que hace propaganda de las familias LGTB, entre los católicos puede haber alguno perplejo. Si los obispos alemanes deciden dar la comunión a los no católicos, hay alguno que se pregunta si está sucediendo algo extraño en esta Iglesia. Gracias a Dios, la gente no está totalmente aborregada.
Pero Francisco no ha hecho ningún cambio doctrinal...
No lo ha hecho él, pero deja que haya conferencias episcopales y personas que introduzcan elementos de desestabilización. En lugar de decir que se deben hacer las cosas de una manera, dice que se pueden hacer así o también de otra forma. Esto crea un conflicto dentro de la Iglesia. El papel histórico del pontífice es el de encontrar un equilibrio y decir cuál es el camino.
¿Qué queda del respeto a la figura del obispo de Roma típico de los católicos conservadores?
El Papa es el Papa, lo que significa que es el primus inter pares entre los obispos y que trabaja en concierto con todos ellos y con la estructura de la Iglesia. Es el Papa, pero no el dictador absoluto.
¿No hay riesgo de que las críticas provoquen confusión entre los fieles?
Quien debería garantizar la unidad de la Iglesia es el Papa. Esta persona no toma decisiones y deja, sin decir y sin hacer, que esa unidad se ponga en discusión por elecciones de conferencias episcopales, obispos y teólogos. Se crea así un conflicto dentro de la Iglesia.
¿Quién es el responsable de la división? Él debería ser el garante de la unidad, el punto de equilibrio entre las diversas tensiones. Pero si en lugar de ser punto de equilibrio es de confusión, ¿quién está faltando a su deber?
Mucha gente piensa que el Papa está dividiendo la Iglesia. Con su carta, lo que ha hecho Viganò es destapar una alcantarilla. Tenemos una elección. Podemos seguir todos durmiendo y decir que todo va bien, que no importa que haya habido encubrimientos y curas y seminaristas sodomizados por un cardenal. Podemos seguir durmiendo para no crear confusión. O podemos decir: este es el problema.
Pero ustedes lo han hecho con una carta que ataca al Papa y pide su renuncia...
No es un ataque al Papa. El ataque al Papa, entre comillas, está al final, pero antes hay 10 páginas en las que se cuenta la historia de cómo la Iglesia encubre, trabaja mal y esconde cosas.
Es una denuncia de lo mal que funciona la Iglesia. Tal vez hubiera sido mejor si no hubieran estado las últimas líneas sobre la renuncia; se habría entendido mejor el valor histórico de este documento.
Viganò ya estuvo implicado en el caso VatiLeaks por la filtración de documentos reservados en 2012. ¿Qué credibilidad tiene?Hay un dicho que dice: ‘Un bastardo que dice la verdad sigue siendo un bastardo, pero la verdad es siempre la verdad’.
Para mí, Viganò tiene mucha credibilidad porque viola voluntariamente el secreto de oficio y corre un riesgo con la carta. Él dice que, como obispo, es su deber frente a la Iglesia. Y, además, no se quiere morir sin tener la conciencia limpia hablando de esto.
En cualquier caso, el punto no debe ser Viganò, sino por qué el Papa no responde. Es la palabra de uno contra la del otro. Francisco podría desmentirlo fácilmente, decir que se equivoca, pero no lo ha hecho.