"No nos resignamos a pensar en un Oriente Medio sin cristianos", afirmó el papa en un discurso ante los patriarcas y arzobispos de las Iglesias orientales reunidos en el Vaticano.
El pontífice manifestó su "enorme preocupación" por las condiciones de vida de los cristianos en esa región, que emigran en masa debido a las tensiones internas y los conflictos en sus países.
"En Siria, Irak, Egipto y otras regiones de la Tierra Santa abundan las lágrimas", clamó Francisco.
"El obispo de Roma (el papa) no tendrá paz mientras hombres y mujeres de cualquier región y religión sean heridos en su dignidad, privados de lo necesario para sobrevivir, sin un futuro y obligados a vivir en la condición de refugiado o desplazado", afirmó.
Se trata de la primera vez que el papa argentino, elegido en marzo, se reúne con la jerarquía eclesiástica de los cristianos de Oriente, católicos de rito oriental y ortodoxos, los cuales viven en difíciles condiciones religiosas, sociales y de seguridad.
El papa improvisó sólo en una ocasión para denunciar la "persecución encubierta" que padecen los cristianos de esa región.
Son como "pequeños rebaños en ámbitos marcados por la hostilidad, el conflicto y la persecución encubierta", declaró.
Se estima que entre 10 a 13 millones de cristianos viven en esa zona, de los cuales 36% en Líbano, 10% en Egipto, 5,5% en Jordania, 5% en Siria, 2% en Irak, 2% en Israel, en tanto que 1,2% son palestinos, según las estadísticas de la Obra de Oriente.
Buena parte de ellos sufren presiones para que abandonen su tierra, suelen ser amenazados e inclusive han sido blanco de atentados.
"Desde hace dos mil años profesan el nombre de Jesús, son ciudadanos radicados en la vida social, cultural y religiosa de sus naciones", recordó el pontífice.
Derecho a profesar libremente la religión
"Hoy, junto con los pastores de las Iglesias orientales, lanzamos un llamado para que se respete el derecho de todos a tener una vida digna y a profesar libremente la propia fe", lanzó Francisco.
Recordó en forma especial a Jerusalén, la ciudad santa para las tres religiones monoteístas -judía, cristiana y musulmana-, "donde nacimos todos espiritualmente", el lugar escogido por Dios para que "Oriente y Occidente se unan", afirmó.
Los patriarcas maronitas, coptos católicos, greco-melquitas, católicos sirio, caldeos y armenios se reunieron junto los representantes de las iglesias orientales de India (sirio-malabar y sirio-malankara), del este de Europa (Ucrania, Rumania) y el patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal.
Francisco elogió la "vitalidad" de esas iglesias, algunas de las cuales fueron acosadas por regímenes comunistas, así como el "dinamismo misionario" de la de India y "la perseverancia" de las de Oriente.
Francisco alabó "la colegialidad", "sobriedad" y "gestión transparente de los bienes" de las Iglesias de Oriente, al indicar indirectamente los principios básicos de su pontificado.
"La variedad es necesaria para la unidad de la Iglesia", dijo al recordar las ideas del Concilio Vaticano II (1962-65), que renovaron a la Iglesia.
El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, agradeció a Francisco sus pedidos en septiembre para "alejar el peligro" de una guerra en Siria y la idea de dedicar una jornada a la oración para ello.
En numerosas ocasiones los patriarcas orientales han denunciado la "hemorragia" de cristianos de esa región y la estrategia de concederles rápidamente visas para que emigren y vendan sus propiedades, a fin de facilitar la expansión del islamismo, en ocasiones el más radical.
Pese a que no se conocen las cifras en toda la región, se sabe que en Irak, donde hace diez años residían un millón de católicos, en 2013 quedaban unos 400.000.