Acogida por el Museo de Arte e Historia de Ginebra, la exposición "Arte Salvado", inaugurada este viernes y que seguirá hasta el 29 de mayo, ilustra cómo los republicanos españoles evacuaron a la sede de la Sociedad de Naciones cerca de 2.000 cajas cargadas con los tesoros del Museo del Prado, el Escorial y otras grandes colecciones.
Para el profesor universitario español Arturo Colorado Castellary, responsable del proyecto, la exposición es un "reconocimiento público para todos aquellos representantes del frente del arte que lucharon para el salvamento del patrimonio español".
Además, el traslado "sentó un precedente fundamental" para la protección internacional de los bienes culturales en los conflictos armados, dijo a la AFP.
Los esfuerzos por salvar el patrimonio español aparecen contados en doce pabellones, que también fueron expuestos en Valencia, Barcelona y Figueras, las tres ciudades que alojaron sucesivamente las obras de arte antes de llegar a Ginebra, etapa final del viaje.
Tras el comienzo de la ofensiva franquista y los primeros ataques contra Madrid en 1936, los cuadros del Prado fueron trasladados a Valencia. El presidente de la República Española, Manuel Azaña, llegó incluso a decir que era más importante salvar el Prado que la República.
Huyendo del avance de las tropas rebeldes del general Francisco Franco, y en medio de un éxodo de miles de refugiados y bajo los bombardeos de ciudades y vías de comunicación, la valiosa carga transportada por más de 70 camiones fue acompañando al gobierno español en su camino hacia los Pirineos.
El 3 de febrero de 1939, un comité internacional formado por representantes de los principales museos europeos y del gobierno republicano logró in extremis un acuerdo en Figueras para salvar el patrimonio español, y fletó un tren para Ginebra.
Finalmente, miles de obras de valor incalculable y que nunca habían salido de España --cuadros de Velázquez, Goya, El Greco, Bosch, Rubens y también tesoros arqueológicos y manuscritos-- llegaron a la estación ginebrina de Cornavin, para ser recibidas y repertoriadas en la sede de la Sociedad de Naciones.
En parte para recuperar el dinero, el comité fue autorizado a exponer en el Museo de Arte e Historia de Ginebra una selección de 174 cuadros, entre ellos los más importantes de Tiziano, Goya, El Greco y Murillo. Tres salas fueron dedicadas al maestro Velázquez.
La exposición tuvo un gran éxito durante el verano de 1939, con unos 400.000 visitantes, una cifra nunca igualada.
Entretanto, el bando de Franco había ganado la Guerra Civil.
En un "intento de neutralidad para contentar al gobierno de Franco", "el mismo momento en que (las obras de arte) llegaron a Ginebra coincide con el reconocimiento del gobierno" del dictador por parte de Suiza, semanas antes del final oficial de la contienda, comenta Arturo Colorado.
Una vez asentado en el poder, Franco despojó de su prestigio la operación. En la apertura de la exposición excluyó a la Sociedad de Naciones y al comité internacional, que nunca fue reembolsado.
Los cuadros volvieron en septiembre a Madrid. El convoy regresó con las luces apagadas, al estar ya Francia y Alemania en guerra.
Para el profesor universitario español Arturo Colorado Castellary, responsable del proyecto, la exposición es un "reconocimiento público para todos aquellos representantes del frente del arte que lucharon para el salvamento del patrimonio español".
Además, el traslado "sentó un precedente fundamental" para la protección internacional de los bienes culturales en los conflictos armados, dijo a la AFP.
Los esfuerzos por salvar el patrimonio español aparecen contados en doce pabellones, que también fueron expuestos en Valencia, Barcelona y Figueras, las tres ciudades que alojaron sucesivamente las obras de arte antes de llegar a Ginebra, etapa final del viaje.
Tras el comienzo de la ofensiva franquista y los primeros ataques contra Madrid en 1936, los cuadros del Prado fueron trasladados a Valencia. El presidente de la República Española, Manuel Azaña, llegó incluso a decir que era más importante salvar el Prado que la República.
Huyendo del avance de las tropas rebeldes del general Francisco Franco, y en medio de un éxodo de miles de refugiados y bajo los bombardeos de ciudades y vías de comunicación, la valiosa carga transportada por más de 70 camiones fue acompañando al gobierno español en su camino hacia los Pirineos.
El 3 de febrero de 1939, un comité internacional formado por representantes de los principales museos europeos y del gobierno republicano logró in extremis un acuerdo en Figueras para salvar el patrimonio español, y fletó un tren para Ginebra.
Finalmente, miles de obras de valor incalculable y que nunca habían salido de España --cuadros de Velázquez, Goya, El Greco, Bosch, Rubens y también tesoros arqueológicos y manuscritos-- llegaron a la estación ginebrina de Cornavin, para ser recibidas y repertoriadas en la sede de la Sociedad de Naciones.
En parte para recuperar el dinero, el comité fue autorizado a exponer en el Museo de Arte e Historia de Ginebra una selección de 174 cuadros, entre ellos los más importantes de Tiziano, Goya, El Greco y Murillo. Tres salas fueron dedicadas al maestro Velázquez.
La exposición tuvo un gran éxito durante el verano de 1939, con unos 400.000 visitantes, una cifra nunca igualada.
Entretanto, el bando de Franco había ganado la Guerra Civil.
En un "intento de neutralidad para contentar al gobierno de Franco", "el mismo momento en que (las obras de arte) llegaron a Ginebra coincide con el reconocimiento del gobierno" del dictador por parte de Suiza, semanas antes del final oficial de la contienda, comenta Arturo Colorado.
Una vez asentado en el poder, Franco despojó de su prestigio la operación. En la apertura de la exposición excluyó a la Sociedad de Naciones y al comité internacional, que nunca fue reembolsado.
Los cuadros volvieron en septiembre a Madrid. El convoy regresó con las luces apagadas, al estar ya Francia y Alemania en guerra.