PUERTO PRINCIPE, (AFP) -
"No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada con ellos", explicó a la AFP un agente de policía, en referencia a dos cadáveres que aparecieron entre los escombros en la céntrica Calle de los Milagros.
"Es el Ministerio de Obras Públicas el que se ocupa de la limpieza", explicó el mismo agente, que no quiso identificarse.
A un lado de la calle al menos 20 personas se encaramaban como hormigas sobre un enorme edificio que desplomó durante el sismo del pasado 12, para apoderarse de todo lo que caía de una pala de excavadora que extraía los escombros.
El techo del edificio estaba peligrosamente inclinado hacia la calle, donde otras decenas de colaboradores aguardaban el lanzamiento del botín.
A un lado de esa casa, otra construida de madera era destazada con diligencia por otros saqueadores, mientras el policía lo contemplaba con aire aparentemente impotente.
"¿Qué puedo hacer? No tenemos cárcel", explicó uno de los agentes.
Dos personas cargaban una enorme viga de madera. Otros escogían tranquilamente la ropa que querían llevarse.
Bajo un sol de plomo, muchos curiosos simplemente contemplaban la escena, algunos entre risas.
Un borracho increpa a los saqueadores. Pero según el policía "los ladrones acusan a los ladrones para sacárselos de encima" y poder robar por su lado.
En otro punto de la calle, una vendedora, Fernande Derenoncurt, se lamenta.
"Pensaba que no podían entrar en la tienda, pero esta noche entraron y se lo llevaron todo. Toda una vida (de trabajo)", se lamentó.
Más de 112.000 personas murieron en el sismo, el peor en más de un siglo y medio en Haití. Al menos medio millón de personas perdieron sus casas en el sismo tan sólo en la capital.
A pocas cuadras de distancia, cientos de fieles asistieron a una misa a los pies de la destruida Catedral, donde también se hallaban cadáveres aún sin recoger junto a una de las paredes del edificio.
"No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada con ellos", explicó a la AFP un agente de policía, en referencia a dos cadáveres que aparecieron entre los escombros en la céntrica Calle de los Milagros.
"Es el Ministerio de Obras Públicas el que se ocupa de la limpieza", explicó el mismo agente, que no quiso identificarse.
A un lado de la calle al menos 20 personas se encaramaban como hormigas sobre un enorme edificio que desplomó durante el sismo del pasado 12, para apoderarse de todo lo que caía de una pala de excavadora que extraía los escombros.
El techo del edificio estaba peligrosamente inclinado hacia la calle, donde otras decenas de colaboradores aguardaban el lanzamiento del botín.
A un lado de esa casa, otra construida de madera era destazada con diligencia por otros saqueadores, mientras el policía lo contemplaba con aire aparentemente impotente.
"¿Qué puedo hacer? No tenemos cárcel", explicó uno de los agentes.
Dos personas cargaban una enorme viga de madera. Otros escogían tranquilamente la ropa que querían llevarse.
Bajo un sol de plomo, muchos curiosos simplemente contemplaban la escena, algunos entre risas.
Un borracho increpa a los saqueadores. Pero según el policía "los ladrones acusan a los ladrones para sacárselos de encima" y poder robar por su lado.
En otro punto de la calle, una vendedora, Fernande Derenoncurt, se lamenta.
"Pensaba que no podían entrar en la tienda, pero esta noche entraron y se lo llevaron todo. Toda una vida (de trabajo)", se lamentó.
Más de 112.000 personas murieron en el sismo, el peor en más de un siglo y medio en Haití. Al menos medio millón de personas perdieron sus casas en el sismo tan sólo en la capital.
A pocas cuadras de distancia, cientos de fieles asistieron a una misa a los pies de la destruida Catedral, donde también se hallaban cadáveres aún sin recoger junto a una de las paredes del edificio.