Un cuadro de Goya.
En un estudio interdisciplinar, "porque en el siglo XVIII no estaban tan separadas artes y ciencias", Vega, doctora en Historia del Arte y una de las mayores expertas en Goya y su siglo, disecciona la llegada del pensamiento científico ilustrado a España. El libro intercala fragmentos de escritos españoles coetáneos "para hacer un texto más ameno y conseguir que sean los propios protagonistas los que nos lo cuenten", según comenta Vega a Público. Esa introducción, además de la de numerosas imágenes, dinamiza la lectura y favorece la comprensión de un tema que resulta complejo al profano.
El estudio utiliza a Goya como hilo conductor. El pintor aragonés "me ha permitido elevarme y comprender lo que estaba viendo. Goya es un hombre de su siglo y participa de la cultura visual de su tiempo, con él se comprende mejor su época y viceversa. La investigación me ha permitido conocer mejor al pintor, está desdibujado porque hemos perdido el contexto. Está todo desimbricado", dice Vega.
El avance científico español estuvo al margen de las universidades cuya actividad todavía estaba castrada por la escolástica. En paralelo surgieron instituciones que permitieron el crecimiento de la ciencia como las reales academias, las sociedades de amigos del país y las reales fábricas. "Las reales fábricas eran un lugar de investigación y conocimiento, en estos lugares se ponía en práctica las nuevas técnicas europeas", señala Vega. Los ingenieros militares también jugaron un papel fundamental en ese desarrollo del conocimiento.
El pensamiento científico-filosófico también llegó a la propia familia real. Carlos IV constituye el caso más claro, se rodeó de los ilustrados más avanzados como el mismo Goya y se adaptó a las formas de su tiempo, "eso se observa perfectamente en el retrato de la familia real que pintó Goya. Las siluetas que se ven tienen una estética que se corresponde claramente con la de las figuras de cera, ahora muy desprestigiadas, pero entonces muy de moda. Las figuras tenían una doble función: por un lado, científica, para estudiar la anatomía; por otra, de entretenimiento. Así se entiende perfectamente ese gusto por el hiperrealismo y que se establezca una relación con la figura como si fuera una persona. Esa pintura no es irreverente, es justo lo que les gustaba a Carlos IV y María Luisa", concluye Jesusa Vega.
El estudio utiliza a Goya como hilo conductor. El pintor aragonés "me ha permitido elevarme y comprender lo que estaba viendo. Goya es un hombre de su siglo y participa de la cultura visual de su tiempo, con él se comprende mejor su época y viceversa. La investigación me ha permitido conocer mejor al pintor, está desdibujado porque hemos perdido el contexto. Está todo desimbricado", dice Vega.
El avance científico español estuvo al margen de las universidades cuya actividad todavía estaba castrada por la escolástica. En paralelo surgieron instituciones que permitieron el crecimiento de la ciencia como las reales academias, las sociedades de amigos del país y las reales fábricas. "Las reales fábricas eran un lugar de investigación y conocimiento, en estos lugares se ponía en práctica las nuevas técnicas europeas", señala Vega. Los ingenieros militares también jugaron un papel fundamental en ese desarrollo del conocimiento.
El pensamiento científico-filosófico también llegó a la propia familia real. Carlos IV constituye el caso más claro, se rodeó de los ilustrados más avanzados como el mismo Goya y se adaptó a las formas de su tiempo, "eso se observa perfectamente en el retrato de la familia real que pintó Goya. Las siluetas que se ven tienen una estética que se corresponde claramente con la de las figuras de cera, ahora muy desprestigiadas, pero entonces muy de moda. Las figuras tenían una doble función: por un lado, científica, para estudiar la anatomía; por otra, de entretenimiento. Así se entiende perfectamente ese gusto por el hiperrealismo y que se establezca una relación con la figura como si fuera una persona. Esa pintura no es irreverente, es justo lo que les gustaba a Carlos IV y María Luisa", concluye Jesusa Vega.