Y con ello, espera contribuir a resolver uno de los enigmas que más fascinan al hombre: el origen del universo.
Llegar hasta sus 66 antenas situadas en el llano de Chajnantor -'lugar de despegue' en lengua Kunza- a más de 5.000 metros de altura en el árido desierto de Atacama, norte de Chile, es casi un viaje inciático.
Antes de subir hasta los 'ojos' del Atacama Large Millimeter/subillimeter Array (ALMA) hay que pasar un control médico en el Centro de Operaciones, situado a 2.900 metros de altura, para determinar si uno es apto para acceder a esta planicie de la volcánica cordillera de Los Andes, donde escasea el oxígeno, el corazón se acelera y el paso se ralentiza, sometida a temperaturas extremas. El personal no debe permanecer más de 24 horas seguidas.
Más allá de las duras condiciones para el personal científico y técnico, ALMA ha supuesto un antes y un después en la astronomía por su capacidad para captar ondas de luz milimétricas con mucha precisión. Las fotos de imágenes del polvo que rodea las estrellas, de la Vía Láctea o de Centaurus son impactantes.
"Por primera vez, estamos explorando un rango de frecuencia que hasta ahora nunca antes se había logrado", dice a la AFP el astrónomo chileno Pablo Cortés.
Una de las contribuciones más "espectaculares" que ha dejado por el momento el telescopio más complejo y potente del planeta, es determinar cómo se forman los discos exoplanetarios y los planetas.
"Hace unos meses atrás se veía un disco protoplanetario donde se estaban formando planetas con anillitos", dice la astrónoma madrileña Itziar de Gregorio, quien, al igual que el resto de los científicos, pasa una semana entera al mes en el inhóspito clima atacameño, el desierto más seco del mundo, pero con los cielos más límpidos para la observación. El resto del trabajo, lo desarrollan en las oficinas en Santiago.
Recientemente, el potente radiotelescopio captó imágenes de un cinturón de cometas alrededor de una estrella ubicada a 129 años luz de la Tierra y que revelarían la existencia de planetas escondidos o desplazados del lejano sistema.
- ¿Cómo muere una estrella? -
"También está dando respuestas detalladas sobre cómo mueren las estrellas, qué estructuras tienen las galaxias, incluso las galaxias superlejanas", explica a la AFP.
Al morir, las estrellas "empiezan a eyectar material y explosionar y repartir todo este material en el medio interestelar y en este medio se van a producir después nuevas estrellas y a partir de nuevas estrellas nuevos planetas", explica De Gregorio.
La particularidad de ALMA, un proyecto conjunto de Europa, Estados Unidos y Japón, es que permite "hacer un zoom a la parte central donde está la estrella o las estructuras que se producen alrededor".
En realidad, se trata de determinar el tipo de moléculas que hay en el espacio y que son las mismas que se ven en la Tierra e incluso en el ser humano.
"Todos los componentes que nos conforman salieron de una estrella", por eso se dice que somos "hijos de las estrellas", recuerda la astrónoma.
ALMA ha empezado a detectar moléculas más complejas que son las que se asocian a la existencia de vida, cadenas de carbono supergrandes o moléculas prebióticas en regiones donde se están formando los planetas.
Pronto, los platos de las antenas cambiarán de dirección y enfocarán al Sol para resolver el gran misterio: por qué tiene una atmósfera tan caliente. Y es que la superficie de las antenas de ALMA difuminan el calor permitiendo enfocar las ondas milimétricas del espectro de luz sin quemarlas.
- El origen del universo -
La ciencia no ha podido determinar aún si hay vida humana más allá de la Tierra pero en cualquier caso, "existen los ingredientes necesarios para que en un futuro pudiese haber vida", dice De Gregorio. Aunque, precisa, se deben de dar "condiciones similares a las de la Tierra".
Aunque no es difícil saber si algún día se conocerá con exactitud cómo se originó el universo, lo que está permitiendo la efervescencia del desarrollo tecnológico satelital actual es "recabar información y añadir una pieza más a este puzle", sostiene la astrónoma madrileña.
Su colega, Pablo Cortés, asegura que instrumentos como ALMA "más que entregar respuestas, generan nuevas preguntas".
El desarrollo tecnológico que está permitiendo explorar desde la Tierra el universo lejano desde telescopios como ALMA revierte en la vida de todos los días.
Desde el cáncer, pasando por el transporte, nuevos materiales o hasta el propio internet, que inicialmente nació con fines militares y astronómicos.