Pero en 1996 a raíz de la fratricida guerra entre los 'Pechmergas' o combatientes de Barzani y de Talabani, que se disputaban sobre todo los pingües beneficios de millones de dólares por el tráfico de petróleo destinado a Turquía, el gobierno autónomo se dividió entre las ciudades de Irbil y de Suleymania, y el sueño kurdo estuvo a punto de desbaratarse.
Con la ocupación estadounidense de Iraq en el año 2003 y el desmantelamiento del regimen 'baasista' de Sadam Hussein, los kurdos fortalecieron su región autónoma y los dos rivales tradicionales, Jalal Talabani de la Unión Patriotica del Kurdistan, y Masud Barzani del Partido Democrático del Kurdistan, se convirtieron respectivamente, en jefe del Estado iraquí y presidente de la zona autónoma kurda.
Ahora han formado una coalición para estas elecciones en las tres provincias de Irbil, Suleymania y Dokho, ante la nueva Lista del Cambio que ha desafiado su poder de de las dos últimas décadas. Su jefe, antiguo comandante militar de los Pechmergas, es Nawsmirwan Mustafa que aspira a promover nuevos empleos, combatir la corrupción y reformar las instituciones autónomas. Sus seguidores blandiendo sus banderas azules- las banderas de Barzani son verdes, y las de talabani, amarillas- utilizan como los demás simpatizantes de los restantes partidos la historia, la cultura y los sufrimientos de los kurdos, sus ancestrales leyendas en su campaña para un electorado de dos millones y medio de personas.
Mustafa que cuenta con una potente empresa multimedia, es muy popular entre la juventud. En lo alto de su encumbrado cuartel general que domina Suleymania, la de talante más liberal del Kurdistan, ha colgado innumerables globos azules y blancos que se divisan dese muchos kilómetros a la redonda.
Los habitantes del Kurdistan iraquí gozan de una vida privilegiada aún más si se compara con los restantes pobladores de Iraq, sean chiíes o suníes, y no quieren comprometer su situación por culpa del PKK, el partido de los kurdos turcos independentistas con sus bases guerrilleras en la zona fronteriza, objeto de periódicas represalias del ejército de Turquía.
En mi último viaje a Irbil, muchos kurdos me hablaron de su sueño de convertir su país, en otro Dubai, el floreciente principado árabe del Golfo Pérsico. Esta vez, los kurdos podrán elegir, no sólo a los diputados de su parlamento regional de Irbil, su capital, sino también directamente al presidente de su gobierno, que hasta ahora ha sido el influyente Masud Barzani, hijo del legenadario héroe nacionalista del Kurdistan.
Al depositar su voto Masud Barzani, en la bella localidad de Salahedin, al norte de Irbil, sede de su partido, y en sus palabras de circunstancias, se refirió al importante tema de Kirkuk al que considera el "corazón del Kurdistan" y al que Jalal Talabani llama el "Jerusalén de los kurdos".
Los nacionalistas kurdos aspiran a incluir Kirkuk con el doce por ciento de las reservas petrolíferas iraquies, en su entidad autónoma, sueñan con anexionarlo. Pero para ello, la Constitución establece la convocatoria de un referéndum, aplazado indefinidamente.
El Partido de la "Unión Patriótica del Kurdistan" que combatió en el 2003 junto con los solodados estadounidenses contra las tropas del Rais Sadam Hussein, se habia apoderado al principio de esta localidad disputada por kurdos, árabes y turcomanos.
Detrás del ejercito expedicionario llegaron caravanas de refugiados kurdos que anhelaban recuperar sus casas, sus tierras, incautadas en el tiempo de la "arabización" del Kurdistan. La suerte de Kirkuk sigue siendo un volcán latente en Iraq.
En el trasfondo de las cuestiones económicas, sociales, de las reformas de la administración autónoma y de la lucha contra la corrupcion, yace la complicada relación entre el gobierno de Irbil, y el gobierno de Bagdad de la que depende, por ejemplo, la regulación de la explotación petrolífera.
Los kurdos que siempre han aspirado a un sistema federal, participan destacadamente en la gobernación del Estado. Ya he dicho que su presidente es Jalal Talabani, en tanto que representante de la comunidad kurda, como anteriormente lo habia sido un chií. Y su ministro de asuntos exteriores es también otro avezado politico kurdo.
El nuevo gobierno del Kurdistan, presidido seguramente por Barzani, pero con una nueva fuerza de oposición, deberá continuar haciendo equilibrios para mantener buenas relaciones no sólo con las autoridades de Bagdad, sino también con los dirigentes de Ankara, Teherán y Damasco. En estas elecciones los kurdos han querido consolidar su autonomía.
Tomás Alcoverro
Con la ocupación estadounidense de Iraq en el año 2003 y el desmantelamiento del regimen 'baasista' de Sadam Hussein, los kurdos fortalecieron su región autónoma y los dos rivales tradicionales, Jalal Talabani de la Unión Patriotica del Kurdistan, y Masud Barzani del Partido Democrático del Kurdistan, se convirtieron respectivamente, en jefe del Estado iraquí y presidente de la zona autónoma kurda.
Ahora han formado una coalición para estas elecciones en las tres provincias de Irbil, Suleymania y Dokho, ante la nueva Lista del Cambio que ha desafiado su poder de de las dos últimas décadas. Su jefe, antiguo comandante militar de los Pechmergas, es Nawsmirwan Mustafa que aspira a promover nuevos empleos, combatir la corrupción y reformar las instituciones autónomas. Sus seguidores blandiendo sus banderas azules- las banderas de Barzani son verdes, y las de talabani, amarillas- utilizan como los demás simpatizantes de los restantes partidos la historia, la cultura y los sufrimientos de los kurdos, sus ancestrales leyendas en su campaña para un electorado de dos millones y medio de personas.
Mustafa que cuenta con una potente empresa multimedia, es muy popular entre la juventud. En lo alto de su encumbrado cuartel general que domina Suleymania, la de talante más liberal del Kurdistan, ha colgado innumerables globos azules y blancos que se divisan dese muchos kilómetros a la redonda.
Los habitantes del Kurdistan iraquí gozan de una vida privilegiada aún más si se compara con los restantes pobladores de Iraq, sean chiíes o suníes, y no quieren comprometer su situación por culpa del PKK, el partido de los kurdos turcos independentistas con sus bases guerrilleras en la zona fronteriza, objeto de periódicas represalias del ejército de Turquía.
En mi último viaje a Irbil, muchos kurdos me hablaron de su sueño de convertir su país, en otro Dubai, el floreciente principado árabe del Golfo Pérsico. Esta vez, los kurdos podrán elegir, no sólo a los diputados de su parlamento regional de Irbil, su capital, sino también directamente al presidente de su gobierno, que hasta ahora ha sido el influyente Masud Barzani, hijo del legenadario héroe nacionalista del Kurdistan.
Al depositar su voto Masud Barzani, en la bella localidad de Salahedin, al norte de Irbil, sede de su partido, y en sus palabras de circunstancias, se refirió al importante tema de Kirkuk al que considera el "corazón del Kurdistan" y al que Jalal Talabani llama el "Jerusalén de los kurdos".
Los nacionalistas kurdos aspiran a incluir Kirkuk con el doce por ciento de las reservas petrolíferas iraquies, en su entidad autónoma, sueñan con anexionarlo. Pero para ello, la Constitución establece la convocatoria de un referéndum, aplazado indefinidamente.
El Partido de la "Unión Patriótica del Kurdistan" que combatió en el 2003 junto con los solodados estadounidenses contra las tropas del Rais Sadam Hussein, se habia apoderado al principio de esta localidad disputada por kurdos, árabes y turcomanos.
Detrás del ejercito expedicionario llegaron caravanas de refugiados kurdos que anhelaban recuperar sus casas, sus tierras, incautadas en el tiempo de la "arabización" del Kurdistan. La suerte de Kirkuk sigue siendo un volcán latente en Iraq.
En el trasfondo de las cuestiones económicas, sociales, de las reformas de la administración autónoma y de la lucha contra la corrupcion, yace la complicada relación entre el gobierno de Irbil, y el gobierno de Bagdad de la que depende, por ejemplo, la regulación de la explotación petrolífera.
Los kurdos que siempre han aspirado a un sistema federal, participan destacadamente en la gobernación del Estado. Ya he dicho que su presidente es Jalal Talabani, en tanto que representante de la comunidad kurda, como anteriormente lo habia sido un chií. Y su ministro de asuntos exteriores es también otro avezado politico kurdo.
El nuevo gobierno del Kurdistan, presidido seguramente por Barzani, pero con una nueva fuerza de oposición, deberá continuar haciendo equilibrios para mantener buenas relaciones no sólo con las autoridades de Bagdad, sino también con los dirigentes de Ankara, Teherán y Damasco. En estas elecciones los kurdos han querido consolidar su autonomía.
Tomás Alcoverro