"Desde comienzos de los años 1990, cada vez más hombres de Asia del Este optan por el extranjero para hallar una esposa", escribe Daniele Belanger, socióloga de la Universidad de Western Ontario (Canadá) en un estudio publicado por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED).
En Taiwán, los matrimonios en los que la esposa ha nacido en el extranjero eran un 15% en 2009 y un 8% en Corea del Sur.
El fenómeno de los matrimonios con extranjeras comenzó en la década de 1980 en Japón, pero sigue siendo de pequeña escala (sólo de 5% a 6% de las nuevas uniones a mediados de la década de 2000).
En los tres países, estas mujeres representan "el mayor grupo de nuevos inmigrantes", si se exceptúa los trabajadores migrantes temporales.
Si los hombres tiene que buscar a las mujeres extranjeras es que tienen muchas dificultades para hallarlas en su país.
"El nivel de educación de las mujeres aumenta, así como su participación en el mercado de trabajo", dice la socióloga, precisando que "una porción creciente de ellas no aceptan la vida de la mujer en su forma actual y como desean mantener sus puestos de trabajo, prefieren quedarse solteras".
En cuanto a los hombres, "tienen la responsabilidad de continuar el linaje paterno, de tener un hijo, y en muchos casos mantener a sus padres ancianos, por lo que no pueden quedarse solos.
Las esposas suelen provenir de China continental y Vietnam. Si al comienzo ellas se casaban con hombres de los grupos rurales y desfavorecidos, este tipo de matrimonio se ha extendido luego a las clases medias urbanas.
Hay incluso agencias matrimoniales especializadas en este "negocio": la factura para la familia del hombre varía de 5.000 a 10.000 euros.
Si bien algunos temen que estas mujeres son víctimas de la "trata", el autor señala que "la gran mayoría de las mujeres migrantes se casan por su cuenta y no por la presión familiar, y su objetivo es casarse y a la vez emigrar.
En Taiwán, los matrimonios en los que la esposa ha nacido en el extranjero eran un 15% en 2009 y un 8% en Corea del Sur.
El fenómeno de los matrimonios con extranjeras comenzó en la década de 1980 en Japón, pero sigue siendo de pequeña escala (sólo de 5% a 6% de las nuevas uniones a mediados de la década de 2000).
En los tres países, estas mujeres representan "el mayor grupo de nuevos inmigrantes", si se exceptúa los trabajadores migrantes temporales.
Si los hombres tiene que buscar a las mujeres extranjeras es que tienen muchas dificultades para hallarlas en su país.
"El nivel de educación de las mujeres aumenta, así como su participación en el mercado de trabajo", dice la socióloga, precisando que "una porción creciente de ellas no aceptan la vida de la mujer en su forma actual y como desean mantener sus puestos de trabajo, prefieren quedarse solteras".
En cuanto a los hombres, "tienen la responsabilidad de continuar el linaje paterno, de tener un hijo, y en muchos casos mantener a sus padres ancianos, por lo que no pueden quedarse solos.
Las esposas suelen provenir de China continental y Vietnam. Si al comienzo ellas se casaban con hombres de los grupos rurales y desfavorecidos, este tipo de matrimonio se ha extendido luego a las clases medias urbanas.
Hay incluso agencias matrimoniales especializadas en este "negocio": la factura para la familia del hombre varía de 5.000 a 10.000 euros.
Si bien algunos temen que estas mujeres son víctimas de la "trata", el autor señala que "la gran mayoría de las mujeres migrantes se casan por su cuenta y no por la presión familiar, y su objetivo es casarse y a la vez emigrar.