"Crecí muy cercana a mis padres, que eran personas muy religiosas, muy tradicionales y chapadas a la antigua", explica Valenice Balace, de 26 años, directora de Peekawoo.
Su servicio fue creado hace dos años en Filipinas, un país de más de 100 millones de habitantes, de mayoría cristiana, donde muchos practican el catolicismo con fervor.
Antes de lanzar su propia aplicación, Valenice utilizaba los sitios desarrollados en Occidente, como la popular aplicación Tinder, que utiliza la ubicación geográfica para proponer perfiles compatibles, hasta que un hombre la invitó a su casa después de la primera cita. Entonces, prometió no volver a acudir sola a un encuentro.
Esta plataforma, ideal para las jóvenes preocupadas por su seguridad, desaconseja los encuentros individuales e incluso ofrece un servicio de acompañantes, que velan por la moral durante la cita.
Sin embargo, Peekawoo, con casi 7.000 perfiles activos, ha sido víctima de su propio éxito y ahora tiene problemas para conseguir chaperonas o carabinas para todas las parejas, por lo que se ha decantado por organizar encuentros en grupo.
"La mayoría de los asiáticos son muy tímidos, no les gustan los encuentros directos y no se atreven a lanzarse", cuenta Camilo Paredes, un colombiano treintañero instalado desde hace algunos años en Hong Kong, que explica la dificultad existente a la hora de asumir abiertamente el deseo de romper con la soledad.
Él también lanzó una aplicación, llamada Grouvly, que funciona como el Grouper Social Club de Facebook, que conecta a dos perfiles y les permite invitar a dos amigos cada uno para una reunión en común.
La mayoría de los encuentros son entre parejas heterosexuales, pero también incluye la posibilidad de poner en contacto a personas del mismo sexo.
"Un cara a cara puede ser difícil. Cuando hay dos y dos sigue siendo incómodo pero tres y tres, es sin duda el número de oro", asegura Camilo Paredes.
La aplicación ya está en Singapur y el joven empresario espera conquistar Japón, Corea del Sur, Australia y China.
Paktor, que apunta al mismo sector de mercado, ya tiene 3,5 millones de usuarios en la región, tras su lanzamiento en 2013 en Singapur. Esta aplicación propone una función de mensajería en grupo para romper el hielo y facilitar las reuniones.
"La gente tiene tendencia a ser más reservada aquí, a ser menos directa. En las sociedades asiáticas, el fracaso o el rechazo son percibidos de forma más violenta", explica Joseph Phua, fundador de Paktor.
Sin embargo, no hay ningún estudio que pueda dar una idea precisa sobre el éxito de las aplicaciones y las páginas web de encuentros en Asia.
En 2011, una investigación del académico Emil Ng Man-Lun perteneciente al Instituto de la Familia de la Universidad de Hong Kong reveló que sólo 5% de los encuestados había encontrado pareja con este método, frente a un 22% que afirmaba haber iniciado una relación de este modo en Estados Unidos, según un estudio del mismo año de la Universidad de Stanford.
"Nuestra impresión es que este (fenómeno) aumenta, pero cuánto lo hace es algo de lo cual todavía no estamos seguros", reconoce el investigador.
Entre el rigor chino y el recato victoriano, la antigua colonia británica sigue estando constreñida por estos valores y mucha gente tiene miedo a "entrar en la intimidad muy pronto, sin haber tenido tiempo de conocerse".
Para Man-Lun, aunque las aplicaciones para móviles sean a menudo percibidas como "instrumentos de promiscuidad", esto "no parece impedir que la gente las utilice".
Su servicio fue creado hace dos años en Filipinas, un país de más de 100 millones de habitantes, de mayoría cristiana, donde muchos practican el catolicismo con fervor.
Antes de lanzar su propia aplicación, Valenice utilizaba los sitios desarrollados en Occidente, como la popular aplicación Tinder, que utiliza la ubicación geográfica para proponer perfiles compatibles, hasta que un hombre la invitó a su casa después de la primera cita. Entonces, prometió no volver a acudir sola a un encuentro.
Esta plataforma, ideal para las jóvenes preocupadas por su seguridad, desaconseja los encuentros individuales e incluso ofrece un servicio de acompañantes, que velan por la moral durante la cita.
Sin embargo, Peekawoo, con casi 7.000 perfiles activos, ha sido víctima de su propio éxito y ahora tiene problemas para conseguir chaperonas o carabinas para todas las parejas, por lo que se ha decantado por organizar encuentros en grupo.
"La mayoría de los asiáticos son muy tímidos, no les gustan los encuentros directos y no se atreven a lanzarse", cuenta Camilo Paredes, un colombiano treintañero instalado desde hace algunos años en Hong Kong, que explica la dificultad existente a la hora de asumir abiertamente el deseo de romper con la soledad.
Él también lanzó una aplicación, llamada Grouvly, que funciona como el Grouper Social Club de Facebook, que conecta a dos perfiles y les permite invitar a dos amigos cada uno para una reunión en común.
- "Rigor chino y el recato victoriano" -
La mayoría de los encuentros son entre parejas heterosexuales, pero también incluye la posibilidad de poner en contacto a personas del mismo sexo.
"Un cara a cara puede ser difícil. Cuando hay dos y dos sigue siendo incómodo pero tres y tres, es sin duda el número de oro", asegura Camilo Paredes.
La aplicación ya está en Singapur y el joven empresario espera conquistar Japón, Corea del Sur, Australia y China.
Paktor, que apunta al mismo sector de mercado, ya tiene 3,5 millones de usuarios en la región, tras su lanzamiento en 2013 en Singapur. Esta aplicación propone una función de mensajería en grupo para romper el hielo y facilitar las reuniones.
"La gente tiene tendencia a ser más reservada aquí, a ser menos directa. En las sociedades asiáticas, el fracaso o el rechazo son percibidos de forma más violenta", explica Joseph Phua, fundador de Paktor.
Sin embargo, no hay ningún estudio que pueda dar una idea precisa sobre el éxito de las aplicaciones y las páginas web de encuentros en Asia.
En 2011, una investigación del académico Emil Ng Man-Lun perteneciente al Instituto de la Familia de la Universidad de Hong Kong reveló que sólo 5% de los encuestados había encontrado pareja con este método, frente a un 22% que afirmaba haber iniciado una relación de este modo en Estados Unidos, según un estudio del mismo año de la Universidad de Stanford.
"Nuestra impresión es que este (fenómeno) aumenta, pero cuánto lo hace es algo de lo cual todavía no estamos seguros", reconoce el investigador.
Entre el rigor chino y el recato victoriano, la antigua colonia británica sigue estando constreñida por estos valores y mucha gente tiene miedo a "entrar en la intimidad muy pronto, sin haber tenido tiempo de conocerse".
Para Man-Lun, aunque las aplicaciones para móviles sean a menudo percibidas como "instrumentos de promiscuidad", esto "no parece impedir que la gente las utilice".