Sus dos hectáreas de limoneros, mandiocas y lechugas, enclavadas en un valle, no reciben una gota de pesticidas. El productor practica la rotación de cultivos, cubre las calabazas para combatir las malas hierbas, distribuye el abono en la base del maíz... y desde hace dos años lo comercializa todo a través de la venta directa.
En Brasil, quinta potencia agrícola del planeta pero primer consumidor de pesticidas, la agricultura orgánica crece a gran velocidad. La cantidad de granjas registradas en el Ministerio de Agricultura se duplicó entre 2012 y 2015, para superar este año las 10.000.
- Poca cantidad, pero mucho crecimiento -
"Si comparamos con la soja o la caña de azúcar sigue siendo insignificante, menos del 1% de la producción. Pero el crecimiento es impresionante: algunos supermercados han comprado 40% de productos orgánicos más en un año", explica Ming Liu, portavoz de Organics Brasil, el organismo encargado de promover este tipo de productos en el extranjeros.
Desde cereales hasta lácteos, pasando por la ganadería ecológica, todo está en efervescencia. En 2012 el mercado de productos orgánicos brasileños facturó 1.500 millones de reales (481 millones de dólares de entonces) en ventas, de los cuales un tercio fueron exportaciones, según el Instituto para la promoción del desarrollo.
Entre las mercaderías exportadas figuran más de 300 contenedores mensuales del azucarero Native pero también limones, jugo de naranja o cacao libres de productos químicos.
A diferencia de otros países sudamericanos, el gigante brasileño desarrolla también su mercado interno. "Desde hace dos años busco alimentos sanos, no contaminados por pesticidas, que son demasiado utilizados en Brasil", explica Antonio, un profesor que compra bananas y caquis en el puesto de Matias Lima y su hermano Ailton.
Los dos horticultores obtienen unos 2.000 reales (unos 630 dólares) semanales por la venta de sus productos, cuatro veces más que en 2010. "Compramos un camión para transportar nosotros mismos nuestra mercadería y podré pagar la universidad de mi hijo menor", señala sonriendo Ailton.
- Grandes desafíos -
El plan nacional de agroecología de 2013 prevé volcar 8.800 millones de reales en tres años (unos 2.900 millones de dólares) en préstamos, investigación, formación profesional o elementos de producción orgánicos.
"Lo orgánico responde a dos cuestiones: por un lado nuestra agricultura, muy poderosa, debe respetar mejor el medio ambiente; por otra parte, Brasil importa el 70% de sus fertilizantes cuando hay un enorme potencial en los elementos de producción naturales", resume Rogerio Dias, coordinador de agroecología del ministerio de Agricultura.
Pero el sector orgánico brasileño todavía debe enfrentar grandes desafíos. La certificación nacional entró en vigor recién en 2011 y requiere de una miríada de certificaciones regionales. "Estamos muy atrasados. Al menos cinco ministerios están implicados en este sector y eso complica cualquier articulación", reconoce Ming Liu.
Del lado de los productores hay que vencer reticencias culturales. "Invierten en la producción biológica y observan una caída de la productividad de sus plantaciones de caña de azúcar durante varios años", indica Leontino Balbo Junior, director del grupo Native.
A los ganaderos, por su parte, les cuesta conseguir alimentos orgánicos para sus animales, cuando el 93% de la soja brasileña y el 82% del maíz son transgénicos, según el gabinete Celeres.
Además, aunque la educación nacional favorece los alimentos orgánicos en las escuelas públicas, el consumo de estos productos sigue en general relegado a los barrios ricos de Rio de Janeiro o Sao Paulo.