"Nuestro candidato a las elecciones presidenciales es nuestro presidente general y diputado por Estambul Recep Tayyip Erdogan", declaró Mehmet Ali Sahin, vicepresidente del Partido Gubernamental de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en una reunión masiva en Ankara.
El anuncio provocó una estridente ovación de una multitud de 4.000 invitados presentes en la cámara de comercio de Ankara durante la reunión de dirigentes del partido oficialista.
La victoria del hombre fuerte del país en las elecciones presidenciales del 10 y 24 de agosto no deja duda. Su triunfo, salvo sorpresa, por un periodo de cinco años, convertiría a Erdogan en el dirigente que más años se ha mantenido en el poder desde Mustafa Kemal Atatürk, fundador de la República de Turquía en 1923.
Tras varios meses de un suspenso cuidadosamente entretenido, la entrada de Erdogan en la carrera por la presidencia parecía indudable desde la abrumadora victoria del AKP en las elecciones locales del pasado 30 de marzo, a pesar de los escándalos de corrupción y las manifestaciones contra su régimen.
El actual jefe de Estado Abdulah Gül levantó las últimas dudas el domingo al declarar que no se presentaría para un segundo mandato.
Erdogan deberá ceder el sillón de primer ministro tras las elecciones legislativas de 2015 debido a una regla interna del AKP que impide a sus dirigentes encadenar más de tres legislaturas seguidas en el mismo puesto. No obstante, había dejado claro desde hace meses que no se retirará de la política.
A menudo descrito, tanto por sus partidarios como por sus rivales, como el nuevo "sultán" de Turquía, Erdogan es claramente el político más popular de este país mayoritariamente conservador y apegado a la religión musulmana.
Aunque es considerado como el artífice del desarrollo económico de Turquía desde inicios de los años 2000, el jefe de gobierno se convirtió también, desde hace un año, en su personalidad más criticada.
- Probable victoria -
Desde las manifestaciones de 2013, un gran número de turcos reprocha a Erdogan su deriva "autoritaria" e "islamista" y denuncia la corrupción de su gobierno.
La violenta represión de las manifestaciones contra el gobierno y sus últimas leyes con las que reforzó el control de internet o de la justicia le valieron también las criticas de sus aliados europeos.
No obstante, todas las encuestas vaticinan una muy probable victoria de Erdogan en la primera vuelta, con entre 52 y 56% de los votos.
Su principal rival, Ekmeleddin Ihsanoglu, un intelectual del islam de 70 años designado por los dos principales partidos de la oposición, pero desconocido por el gran público, no parece ser capaz de arrebatarle la victoria.
Las posibilidades de Selahattin Demirtas, diputado y candidato designado el lunes por el principal partido prokurdo HDP, son también escasas.
Para acarrearse el apoyo de una mayoría de los 15 millones de kurdos del país, Erdogan presentó en el Parlamento un proyecto de ley para reactivar el proceso de paz con los rebeldes kurdos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que actualmente está en punto muerto.
El cargo de presidente en Turquía, tal y como está definido en la Constitución de 1982, es en gran parte un cargo simbólico, con el poder político real concentrado en manos del primer ministro.
Pero Erdogan, que falló en 2013 en su intento de instaurar un régimen presidencial, dejó claro que utilizaría todos los poderes a su alcance y, sobre todo, que aprovechará la unción del sufragio universal para seguir dirigiendo el país.
"El próximo presidente no será un presidente protocolario, sino un presidente que transpira, corre y trabaja duro", advirtió desde ya.