Ernesto ”Che” Guevara, mito guerrillero del siglo XX


Madrid/La Habana. - Compañero de armas de Fidel Castro, el médico argentino Ernesto ”Che” Guevara fue uno de los grandes héroes de la Revolución cubana. Su fama como audaz y brillante comandante rebelde fue creciendo con el tiempo hasta convertirse tras su muerte en un auténtico mito de la guerrilla latinoamericana del siglo XX.



Ernesto Che Guevara en Uruguay en 1961
Ernesto Che Guevara en Uruguay en 1961
El Che fue la imagen personificada de la revolución armada, ídolo de toda una generación de jóvenes de izquierda, desde México hasta Francia, y ejemplo máximo de la entrega incondicional, hasta la muerte, a la causa de la revolución socialista.
Explotado hasta con fines comerciales, su retrato clásico, con la boina negra, pelo largo y la mirada serena dirigida hacia el horizonte, dio la vuelta al mundo en la década de los 60 como símbolo de la protesta mundial contra el ”imperialismo norteamericano”.
Nacido el 14 de junio de 1928 en Argentina, Ernesto Guevara de la Serna descubrió su vocación revolucionaria durante dos largos viajes que realizó a principios de los años 50 por América Latina, cuando era estudiante de medicina, que le permitieron tomar consciencia de la miseria, la injusticia y la explotación imperantes en la región.
Tras un frustrado intento de organizar la resistencia contra el golpe militar pronorteamericano que derrocó en 1954 al Gobierno reformista de Jacobo Arbenz en Guatemala, el joven Guevara viajó a México. Allí conoció a Fidel Castro, quien lo convenció para que se uniera al grupo de exiliados cubanos que se preparaba para invadir Cuba y liberar al país de la dictadura del general Fulgencio Batista.
Durante la lucha guerrillera de poco más de dos años en la isla, Guevara se distinguió por su singular valentía y audacia, que se sumaban a una férrea voluntad y gran disciplina, cualidades a las que tuvo que recurrir también para vencer el asma, el enemigo íntimo que le acompañaría durante toda su vida.
Ya conocido como el Che Guevara y ascendido a comandante por sus grandes habilidades tácticas, que le permitieron convertirse más tarde en el principal teórico de la lucha guerrillera en América Latina, dirigió la batalla decisiva de Santa Clara, que en diciembre de 1958 selló la derrota militar de la dictadura de Batista.
Tras el triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, fue nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba y más tarde ministro de Industria. Como dirigente revolucionario impulsó con su propio ejemplo el trabajo voluntario y defendió con pasión la aplicación de estímulos morales para crear una conciencia socialista.
Sus frecuentes viajes al exterior como embajador de la Revolución, que le llevaron a conocer Moscú y otras capitales socialistas, enfriaron progresivamente su inicial entusiasmo por la Unión Soviética debido a su burocratismo, el énfasis en estímulos materiales y el escaso apoyo a los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo.
En un discurso pronunciado en Argel, en marzo de 1965, acusó indirectamente a la Unión Soviética, ya convertida en principal aliada de Cuba, de incurrir en las mismas prácticas de explotación del Tercer Mundo que las que aplicaba el capitalismo.
Según diversas fuentes, entre ellas el periódico francés ”Le Monde”, esta crítica pública a la Unión Soviética motivó a su regreso a La Habana un severo altercado con Fidel Castro. El Che desapareció después de la vida pública, lo cual alimentó toda clase de rumores, hasta su supuesto fusilamiento por órdenes de Castro.
Como se supo después, Guevara, hombre de acción no satisfecho con hacer la revolución en un solo país, se había ido al Congo para apoyar a la guerrilla en su lucha contra las fuerzas mercenarias prooccidentales en esa antigua colonia belga del África.
Frustrado por la corrupción y la escasa moral de lucha de los dirigentes revolucionarios congoleños, Guevara retornó en marzo de 1966 a Cuba, desde donde partiría meses después a Bolivia para crear en el centro de América del Sur un foco guerrillero concebido como embrión de una guerra revolucionaria en todo el subcontinente.
"Crear dos, tres, muchos Vietnam", rezaba el mensaje que el Che dirigió en abril de 1967 desde la selva boliviana a un congreso de organizaciones antiimperialistas del Tercer Mundo en La Habana.
En el mismo mensaje, Guevara generó una fuerte polémica al ensalzar, en su definición del combatiente revolucionario, "el odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar".
Seis meses más tarde, Che Guevara, el enemigo número uno de Estados Unidos en América Latina, cayó herido en combate con soldados bolivianos asesorados por especialistas norteamericanos en contrainsurgencia.
La última guerrilla del Che fracasó por factores como el escaso apoyo por parte de la población campesina, la falta de contacto con los mineros, el sector más revolucionario de la clase obrera boliviana, disputas con el Partido Comunista boliviano y una evidente subestimación de la fuerza del enemigo.
Tras ser capturado herido leve, Guevara fue ejecutado a balazos en la escuela del caserío de La Higuera. Su cadáver enterrado en secreto no fue descubierto hasta 30 años después y fue trasladado a Cuba, donde yace en un monumento erigido en su memoria en Santa Clara.
La figura mítica del Che Guevara se acrecentó después de su muerte e incluso cobró nueva vigencia en los últimos años pese al colapso del comunismo y la crisis de los movimientos revolucionarios.
Miércoles, 4 de Octubre 2017
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
           


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