Estos descendientes de palestinos que se quedaron en sus tierras en el momento de la creación del Estado de Israel en 1948, representan hoy el 17,5% de la población israelí, cuentan con documentos de identidad israelíes, y pueden por tanto militar en clubes del estado hebreo, más profesionalizados y por tanto mejor equipados que sus homólogos palestinos.
Pero algunos recalan en clubes de los territorios ocupados por amor a la bandera o, a veces, por la perspectiva de mejores salarios.
Haitham Dhib, defensa de 29 años, vive en Majd el-Kroum, una localidad árabe del norte de Israel, pero desde hace ocho años juega a fútbol en Cisjordania ocupada. Él es al igual que otra media docena de árabes israelíes miembro de la selección palestina, miembro a su vez de la FIFA desde 1998.
Dhib jugó en la primera y en la segunda división israelí, pero lo que le impulsó a cruzar el muro de separación fue el salario, pero también el público palestino. "Para los partidos del campeonato palestino el público acude en gran número, los medios te tratan como a un verdadero profesional y no ven el campeonato como una competición de amateurs", atestigua.
Los jugadores, cuyos rostros sonrientes aparecen en carteles publicitarios, son verdaderas estrellas del fútbol para los palestinos, un pueblo devoto del deporte rey.
Para los clubes, jugadores como Haitham, formados en Israel, representan oportunidades que no se pueden dejar escapar, explica a la AFP el entrenador de los Shabab Jader Obeid. "Allí realizan verdaderos entrenamientos de una forma diferente", "profesional y seria desde la infancia".
En la Federación de Fútbol de Israel rechazan calificarlo "de fenómeno" porque las cifras de jugadores que se van "no son enormes". Y, según precisa Eitan Dotan, del gabinete de comunicación, "muchos vuelven a la liga israelí por las condiciones de entrenamiento pero también para responder a las demandas".
Hasta hace unos meses, Obeida Abou Rabie, de 26 años, jugaba en clubes de la segunda división de Israel. Pero decidió fichar por el Shabab a principios de año.
Un poco por nacionalismo, confiesa el jugador, cuyo padre pasó por la cárcel por sus actividades de militancia en Israel. Pero también porque quería formar parte del auge del campeonato palestino.
"La profesionalización del fútbol es mayor en Israel, pero aquí se está desarrollando y estoy seguro que en algunos años el campeonato será íntegramente profesional", explica.
Este auge viene motivado en parte por la llegada de jugadores árabe israelíes, que "tienen más capacidades y aportan una fuerza suplementaria en el campeonato palestino", asegura a la AFP Abdel Majid Haja, secretario general de la Federación Palestina de Fútbol.
En 2012, las dos Federaciones, israelí y palestina entraron en litigio por un jugador: Ali al-Jatib, procedente de un club palestino de Jerusalén para unirse al israelí Haifa. Finalmente las dos partes no llegaron a poner en práctica la amenaza de apelar a la FIFA y el jugador , registrado en la federación israelí, todavía juega para el país hebreo.
Pero el idilio entre los jugadores árabes israelíes y los equipos de fútbol palestinos no siempre resulta un camino de rosas. En abril la Confederación asiática de fútbol declaró perdedor a un club palestino porque una parte de sus jugadores árabes israelíes no habían podido disputar un partido de la Copa de AFC en Líbano.
Con pasaportes israelíes, tienen prohibida la entrada en numerosos países árabes que disputan las mismas competiciones internacionales que los equipos palestinos.
Pero algunos recalan en clubes de los territorios ocupados por amor a la bandera o, a veces, por la perspectiva de mejores salarios.
Haitham Dhib, defensa de 29 años, vive en Majd el-Kroum, una localidad árabe del norte de Israel, pero desde hace ocho años juega a fútbol en Cisjordania ocupada. Él es al igual que otra media docena de árabes israelíes miembro de la selección palestina, miembro a su vez de la FIFA desde 1998.
Dhib jugó en la primera y en la segunda división israelí, pero lo que le impulsó a cruzar el muro de separación fue el salario, pero también el público palestino. "Para los partidos del campeonato palestino el público acude en gran número, los medios te tratan como a un verdadero profesional y no ven el campeonato como una competición de amateurs", atestigua.
Los jugadores, cuyos rostros sonrientes aparecen en carteles publicitarios, son verdaderas estrellas del fútbol para los palestinos, un pueblo devoto del deporte rey.
Para los clubes, jugadores como Haitham, formados en Israel, representan oportunidades que no se pueden dejar escapar, explica a la AFP el entrenador de los Shabab Jader Obeid. "Allí realizan verdaderos entrenamientos de una forma diferente", "profesional y seria desde la infancia".
- Rivalidad -
En la Federación de Fútbol de Israel rechazan calificarlo "de fenómeno" porque las cifras de jugadores que se van "no son enormes". Y, según precisa Eitan Dotan, del gabinete de comunicación, "muchos vuelven a la liga israelí por las condiciones de entrenamiento pero también para responder a las demandas".
Hasta hace unos meses, Obeida Abou Rabie, de 26 años, jugaba en clubes de la segunda división de Israel. Pero decidió fichar por el Shabab a principios de año.
Un poco por nacionalismo, confiesa el jugador, cuyo padre pasó por la cárcel por sus actividades de militancia en Israel. Pero también porque quería formar parte del auge del campeonato palestino.
"La profesionalización del fútbol es mayor en Israel, pero aquí se está desarrollando y estoy seguro que en algunos años el campeonato será íntegramente profesional", explica.
Este auge viene motivado en parte por la llegada de jugadores árabe israelíes, que "tienen más capacidades y aportan una fuerza suplementaria en el campeonato palestino", asegura a la AFP Abdel Majid Haja, secretario general de la Federación Palestina de Fútbol.
En 2012, las dos Federaciones, israelí y palestina entraron en litigio por un jugador: Ali al-Jatib, procedente de un club palestino de Jerusalén para unirse al israelí Haifa. Finalmente las dos partes no llegaron a poner en práctica la amenaza de apelar a la FIFA y el jugador , registrado en la federación israelí, todavía juega para el país hebreo.
Pero el idilio entre los jugadores árabes israelíes y los equipos de fútbol palestinos no siempre resulta un camino de rosas. En abril la Confederación asiática de fútbol declaró perdedor a un club palestino porque una parte de sus jugadores árabes israelíes no habían podido disputar un partido de la Copa de AFC en Líbano.
Con pasaportes israelíes, tienen prohibida la entrada en numerosos países árabes que disputan las mismas competiciones internacionales que los equipos palestinos.