Manuel Antonio Noriega
Noriega, de 77 años, ingresó en la cárcel en silla de ruedas custodiado por decenas de policías que lo llevaron desde el aeropuerto de Tocumen.
El anciano dictador había llegado este domingo al anochecer extraditado desde París, luego de 22 años de reclusión en Estados Unidos y Francia por delitos de narcotráfico y lavado de dinero.
El Airbus 340 de la compañía Iberia que lo transportó aterrizó poco después de las 18H00 locales (23H00 GMT) en la pista 3R del aeropuerto y fue llevado de inmediato a la zona de la antigua terminal, hoy dedicada a cargas.
Según informes de periodistas que viajaban en el avión, citados por la televisión local, Noriega, quien vestía una camisa y sombrero negros, debió ser revisado por los médicos "posiblemente por la impresión" que le causó llegar a territorio panameño.
Derrocado el 20 de diciembre de 1989 en una cruenta invasión de Estados Unidos, al que sirvió por años como agente de la CIA, Noriega cumplió 20 años de prisión en Miami por narcotráfico, y casi dos en París por lavado de dinero.
Condenado en ausencia en Panamá por desaparición y asesinato de opositores, Noriega, gobernante de facto entre 1983 y 1989, será trasladado en helicóptero del aeropuerto de Tocumen a la prisión de El Renacer, al lado del Canal y en el límite de una zona selvática.
"Va a ir a la cárcel como cualquier persona convicta y sin ningún privilegio (...) Debe de pagar por todas sus penas, todo el daño, todo el horror, todo el oprobio, toda la muerte", dijo este domingo el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli.
Una celda gris de unos 12 metros cuadrados, con dos ventanas, una puerta de metal, una cama individual, un baño y una mesita, lo espera en la prisión, según fotos que divulgó el gobierno para negar versiones de prensa según las cuales se le preparaban comodidades en la cárcel.
No obstante, Martinelli reiteró que Noriega podría beneficiarse de una ley que permite a los reclusos mayores de 70 años pedir prisión domiciliaria. "Eso lo decide el sistema judicial, no lo decide el sistema político", afirmó.
Esa posibilidad indigna a familiares de las víctimas del régimen. El regreso de Noriega ha resucitado sus pesadillas.
"Llegó la hora de Noriega de confrontar a la justicia de Panamá por sus delitos de lesa humanidad, que el sistema judicial pruebe que tiene independencia, y de que los panameños acompañen a las víctimas", dijo a AFP Alida Spadafora, hermana del opositor Hugo Spadafora, decapitado en 1985, caso que le valió al ex dictador una de sus condenas.
Antiguos opositores, víctimas, políticos y gente común sostienen que Noriega no ha mostrado arrepentimiento y señalan que él mismo ha dicho que regresará a su país para defenderse.
Avejentado, con dificultades para caminar y varios padecimientos de salud, el ex hombre fuerte de Panamá reafirmó varias veces ante jueces franceses en los últimos meses su voluntad de regresar a su país, sin "odios ni rencores".
"Aquí no hay odios ni rencores, lo que hay es la exigencia de que quien comete un delito en este país lo tiene que pagar en la cárcel", dijo Aurelio Barría, creador en 1987 de la Cruzada Civilista de protestas contra el régimen.
Aunque los panameños coinciden en responsabilizar a Noriega por la cruenta invasión estadounidense, en una población mayoritariamente joven, muchos permanecen indiferentes.
"Hay problemas que preocupan más a los panameños. Eso pasó muchos años atrás. Estábamos pequeños, así que las afectaciones directas son de personas adultas. Hoy hay temas más importantes como la pobreza y la delincuencia", dijo Yosenis Díaz, de 33 años.
Para otros, el regreso generó expectativas por los posibles secretos que podría revelar sobre figuras políticas y grandes fortunas forjadas bajo el régimen, aunque el gobierno rechaza cualquier riesgo de desestabilización.
Nacido en febrero de 1934 en Panamá en una familia pobre, Noriega, a quien lo esperan en Panamá su esposa y tres hijas, fue un agente a sueldo de la CIA entre 1968 y 1986, cuando América Central era teatro de varias guerras civiles, pero se convirtió luego en enemigo de Washington.
Noriega llega a un país de 3,4 millones de habitantes muy distinto al que dejó, reconciliado y en pleno boom económico -crecimiento de 10%-, de rascacielos y con el Canal en manos panameñas y en plena ampliación.
El anciano dictador había llegado este domingo al anochecer extraditado desde París, luego de 22 años de reclusión en Estados Unidos y Francia por delitos de narcotráfico y lavado de dinero.
El Airbus 340 de la compañía Iberia que lo transportó aterrizó poco después de las 18H00 locales (23H00 GMT) en la pista 3R del aeropuerto y fue llevado de inmediato a la zona de la antigua terminal, hoy dedicada a cargas.
Según informes de periodistas que viajaban en el avión, citados por la televisión local, Noriega, quien vestía una camisa y sombrero negros, debió ser revisado por los médicos "posiblemente por la impresión" que le causó llegar a territorio panameño.
Derrocado el 20 de diciembre de 1989 en una cruenta invasión de Estados Unidos, al que sirvió por años como agente de la CIA, Noriega cumplió 20 años de prisión en Miami por narcotráfico, y casi dos en París por lavado de dinero.
Condenado en ausencia en Panamá por desaparición y asesinato de opositores, Noriega, gobernante de facto entre 1983 y 1989, será trasladado en helicóptero del aeropuerto de Tocumen a la prisión de El Renacer, al lado del Canal y en el límite de una zona selvática.
"Va a ir a la cárcel como cualquier persona convicta y sin ningún privilegio (...) Debe de pagar por todas sus penas, todo el daño, todo el horror, todo el oprobio, toda la muerte", dijo este domingo el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli.
Una celda gris de unos 12 metros cuadrados, con dos ventanas, una puerta de metal, una cama individual, un baño y una mesita, lo espera en la prisión, según fotos que divulgó el gobierno para negar versiones de prensa según las cuales se le preparaban comodidades en la cárcel.
No obstante, Martinelli reiteró que Noriega podría beneficiarse de una ley que permite a los reclusos mayores de 70 años pedir prisión domiciliaria. "Eso lo decide el sistema judicial, no lo decide el sistema político", afirmó.
Esa posibilidad indigna a familiares de las víctimas del régimen. El regreso de Noriega ha resucitado sus pesadillas.
"Llegó la hora de Noriega de confrontar a la justicia de Panamá por sus delitos de lesa humanidad, que el sistema judicial pruebe que tiene independencia, y de que los panameños acompañen a las víctimas", dijo a AFP Alida Spadafora, hermana del opositor Hugo Spadafora, decapitado en 1985, caso que le valió al ex dictador una de sus condenas.
Antiguos opositores, víctimas, políticos y gente común sostienen que Noriega no ha mostrado arrepentimiento y señalan que él mismo ha dicho que regresará a su país para defenderse.
Avejentado, con dificultades para caminar y varios padecimientos de salud, el ex hombre fuerte de Panamá reafirmó varias veces ante jueces franceses en los últimos meses su voluntad de regresar a su país, sin "odios ni rencores".
"Aquí no hay odios ni rencores, lo que hay es la exigencia de que quien comete un delito en este país lo tiene que pagar en la cárcel", dijo Aurelio Barría, creador en 1987 de la Cruzada Civilista de protestas contra el régimen.
Aunque los panameños coinciden en responsabilizar a Noriega por la cruenta invasión estadounidense, en una población mayoritariamente joven, muchos permanecen indiferentes.
"Hay problemas que preocupan más a los panameños. Eso pasó muchos años atrás. Estábamos pequeños, así que las afectaciones directas son de personas adultas. Hoy hay temas más importantes como la pobreza y la delincuencia", dijo Yosenis Díaz, de 33 años.
Para otros, el regreso generó expectativas por los posibles secretos que podría revelar sobre figuras políticas y grandes fortunas forjadas bajo el régimen, aunque el gobierno rechaza cualquier riesgo de desestabilización.
Nacido en febrero de 1934 en Panamá en una familia pobre, Noriega, a quien lo esperan en Panamá su esposa y tres hijas, fue un agente a sueldo de la CIA entre 1968 y 1986, cuando América Central era teatro de varias guerras civiles, pero se convirtió luego en enemigo de Washington.
Noriega llega a un país de 3,4 millones de habitantes muy distinto al que dejó, reconciliado y en pleno boom económico -crecimiento de 10%-, de rascacielos y con el Canal en manos panameñas y en plena ampliación.