Su llegada coincidió con la entrada el viernes del ejército en la ciudad sunita de Aarsal (este), lugar donde desde hace varios días se registran violentos combates con yihadistas venidos de Siria, afirmó una fuente militar.
Hariri vuelve para demostrar su apoyo al ejército libanés. Ante quienes, en su comunidad, acusan a los militares de taparse los ojos ante las actuaciones del Hezbolá chiita, quiere convencer que es prioritario defender la institución ante la amenaza extremista.
Tan pronto llegó a Beirut se entrevistó con el actual jefe de gobierno, Tamam Salam, antes de recogerse ante la tumba de su padre, el exministro Rafic Hariri, asesinado en febrero de 2005.
"Mi estadía en Líbano será larga", dijo en un tuit.
Hariri se había ido del país desde la caída de su gobierno en 2011, tras la dimisión los ministros miembros del Hezbolá, su rival político.
Cinco de los miembros del Hezbolá fueron acusados de estar implicados en el asesinato de su padre.
La guerra en Siria ha exacerbado las divisiones en el Líbano entre partidarios y detractores del poder en Damasco, y sobre todo entre sunitas y chiitas.
- Hariri llegó para aclarar las cosas -
"El peligro que representan los acontecimientos de Aarsal llevó a Hariri a regresar para controlar la situación", declaró a la AFP Mustafá Aluche, un responsable de Corriente del Futuro, dirigida por Hariri.
Según él, "una parte de la comunidad sunita ha perdido la brújula (...) y ha sido empujada hacia el extremismo como reacción al extremismo de los otros", en referencia a la intervención del Hezbola contra los rebeldes sirios que ha provocado la ira de los sunitas.
"Hariri ha regresado para aclarar las cosas. Estamos a favor de la revuelta (siria) y la caída de las dictaduras, pero somos solidarios con el ejército", añadió.
La rebelión en Siria se ha vuelto cada vez más compleja con el creciente poderío de los yihadistas en detrimento de los rebeldes moderados.
"El fuego sirio se ha propagado al Líbano, es algo que el país no puede soportar. Hariri se ha dado cuenta que nuestro país, nuestro ejército, nuestros habitantes, están en peligro", indicó el diputado Jamal al Jarrah, igualmente de la Corriente del Futuro.
"Ha tomado el riesgo de volver, pese al peligro que corre de ser asesinado", dijo.
Desde que se fue al exilio vive entre París y Riad, en Arabia Saudita; varias personalidades de su campo político han sido asesinados en los útimos años.
Su visita se da además en un momento muy delicado para su comunidad, que representa alrededor de un tercio de la población de Líbano: mientras los sunitas están a favor de la rebelión siria, los chiitas son partidarios del régimen de Bashar al Asad.
Hariri ha apoyado desde el principio a la rebelión moderada en Siria, pero se opone a los extremistas cada vez más presentes en Siria, especialmente en Trípoli (norte), Saida (sur) y Bekaa (este).
- El ejército entra en Aarsal -
El retorno de Hariri se produce en plenos combates entre el ejército y los yihadistas.
El ejército libanés comenzó a penetrar en Aarsal, lugar donde ocurren desde hace varios días violentos combates con yihadistas venidos de la vecina Siria, afirmó una fuente militar.
"Hemos comenzado hoy a entrar en la ciudad y establecido un primer puesto de control en el oeste de la ciudad. Avanzamos gradualmente hacia el interior", añadió esta fuente.
Antes de los combates de los últimos días, el ejército estaba ubicado en la periferia y efectuaba patrullas en esta ciudad, situada en el noroeste de Líbano, que cuenta con 35.000 habitantes y alberga también a 47.000 refugiados sirios.
Desde 2011 esta localidad expresó su simpatía hacia la rebelión contra el régimen sirio.
"Hasta el presente, no hemos entrado en toda la ciudad y no podemos en consecuencia decir si todos los hombres armados se fueron", precisó la fuente militar.
De su lado, el concejal Wafic Khallaf aseguró: "Los soldados entraron a partir de la periferia. La situación está en calma. No hay combates ni disparos. No he visto ningún hombre armado".
Entre el sábado y el miércoles, los enfrentamientos costaron la vida a 17 soldados y a decenas de yihadistas. Además, 19 soldados y 17 policías seguían retenidos por los yihadistas.