Inicio
Política
Las entidades anunciaron su intención de demandar, por "no auxiliar a las personas en peligro", a los Ejércitos que participaron en el conflicto para derrocar el régimen del coronel Muamar Gadafi.
El 26 de marzo de 2011, pocos días después del inicio del conflicto libio, 72 personas (en su mayoría eritreos y etiopíes) de entre 20 a 25 años y dos bebés partieron de Trípoli en un buque en condiciones muy precarias.
Habían pagado a unos traficantes de personas para huir de Libia hacia Europa.
"El barco estaba completamente sobrecargado. Tenía a dos personas sentadas en mi falda", contó Bilal, uno de los nueve sobrevivientes, en el informe publicado este jueves por el Consejo de Europeo tras una investigación de nueve meses sobre la tragedia.
Rápidamente, la pesadilla comenzó a bordo. El barco, sin combustible y averiado, quedó a la deriva. Los pasajeros ya no tenían qué comer ni beber. Cada vez más desesperados, lograron comunicarse con un sacerdote eritreo en Roma que alertó a las autoridades marítimas italianas.
Unas horas más tarde, un helicóptero sobrevoló la embarcación y arrojó algunas botellas de agua y galletas.
Esa fue la única y última ayuda que recibieron, incluso pese a que se cruzaron con dos barcos de pesca, la fragata española "Mendez Nuñez" que participaba en la operación de la OTAN contra Gadafi, y un navío de combate italiano.
Los naúfragos comenzaron a sufrir fuertes alucinaciones. Una mujer, en medio del pánico, se arrojó al mar y "cada día, morían más personas", señaló otro de los sobrevivientes interrogados por la senadora holandesa Tineke Strik, que hizo una reconstrucción de los hechos.
Al final, los pocos sobrevivientes "bebían de su propia orina a la que mezclaban con pasta dentífrica".
El 10 de abril, el barco llegó de retorno a las costas libias. Los únicos diez sobrevivientes de la tragedia fueron detenidos y encarcelados, y a falta de cuidados médicos apropiados, uno de ellos murió en prisión.
Finalmente, el grupo logró partir de Libia en plena guerra.
"En este asunto, hubo varios momentos en que se podría haber salvado una vida", se lamentó Strik ante la prensa en Bruselas.
La investigación de la senadora pone al descubierto "la serie de fallas" cometidas por las autoridades libias, los servicios italianos de rescate marítimo, los barcos de pesca, de la OTAN y de los países "cuyos barcos no cumplieron con su obligación de salvar a esas personas".
La OTAN afirmó este jueves "haber dado información" al Consejo de Europa, pero no mencionó nada sobre este barco en particular.
"Durante nuestra misión (Operación Protector Unificado) los navíos y aviones de la OTAN auxiliaron a cerca de 600 personas", subrayó su portavoz, Oana Lungescu.
Entre las víctimas colaterales de la guerra civil en Libia hubo miles de migrantes africanos, obligados de abandonar el país a bordo de embarcaciones improvisadas, algunas de las cuales naufragaban antes de alcanzar las costas europeas.
El 26 de marzo de 2011, pocos días después del inicio del conflicto libio, 72 personas (en su mayoría eritreos y etiopíes) de entre 20 a 25 años y dos bebés partieron de Trípoli en un buque en condiciones muy precarias.
Habían pagado a unos traficantes de personas para huir de Libia hacia Europa.
"El barco estaba completamente sobrecargado. Tenía a dos personas sentadas en mi falda", contó Bilal, uno de los nueve sobrevivientes, en el informe publicado este jueves por el Consejo de Europeo tras una investigación de nueve meses sobre la tragedia.
Rápidamente, la pesadilla comenzó a bordo. El barco, sin combustible y averiado, quedó a la deriva. Los pasajeros ya no tenían qué comer ni beber. Cada vez más desesperados, lograron comunicarse con un sacerdote eritreo en Roma que alertó a las autoridades marítimas italianas.
Unas horas más tarde, un helicóptero sobrevoló la embarcación y arrojó algunas botellas de agua y galletas.
Esa fue la única y última ayuda que recibieron, incluso pese a que se cruzaron con dos barcos de pesca, la fragata española "Mendez Nuñez" que participaba en la operación de la OTAN contra Gadafi, y un navío de combate italiano.
Los naúfragos comenzaron a sufrir fuertes alucinaciones. Una mujer, en medio del pánico, se arrojó al mar y "cada día, morían más personas", señaló otro de los sobrevivientes interrogados por la senadora holandesa Tineke Strik, que hizo una reconstrucción de los hechos.
Al final, los pocos sobrevivientes "bebían de su propia orina a la que mezclaban con pasta dentífrica".
El 10 de abril, el barco llegó de retorno a las costas libias. Los únicos diez sobrevivientes de la tragedia fueron detenidos y encarcelados, y a falta de cuidados médicos apropiados, uno de ellos murió en prisión.
Finalmente, el grupo logró partir de Libia en plena guerra.
"En este asunto, hubo varios momentos en que se podría haber salvado una vida", se lamentó Strik ante la prensa en Bruselas.
La investigación de la senadora pone al descubierto "la serie de fallas" cometidas por las autoridades libias, los servicios italianos de rescate marítimo, los barcos de pesca, de la OTAN y de los países "cuyos barcos no cumplieron con su obligación de salvar a esas personas".
La OTAN afirmó este jueves "haber dado información" al Consejo de Europa, pero no mencionó nada sobre este barco en particular.
"Durante nuestra misión (Operación Protector Unificado) los navíos y aviones de la OTAN auxiliaron a cerca de 600 personas", subrayó su portavoz, Oana Lungescu.
Entre las víctimas colaterales de la guerra civil en Libia hubo miles de migrantes africanos, obligados de abandonar el país a bordo de embarcaciones improvisadas, algunas de las cuales naufragaban antes de alcanzar las costas europeas.
