"Me interesan las películas que me llevan a lugares que no conozco", aseguró en conversación con dpa el realizador mendocino, que presenta en el Festival de Cannes su segundo largometraje como realizador en solitario.
El principal sospechoso (Esteban Bigliardi) de la decapitación es encarcelado por un policía (Víctor López) que se obsesiona con el caso. La amante (Tania Casciani) del agente es la esposa del detenido, al que se le considera un loco por hablar de un monstruo.
La película toma los elementos canónicos del género como el loco, el policía, una mujer entre dos hombres, para deconstruirlos, para hablar en definitiva de una locura que es en el fondo el principal tema de esta cinta.
Fadel explica que ese interés por la enajenación viene de los temores que uno afronta en la vida. "Supongo que parte de los miedos que uno tiene personalmente, cuando enfrenta ciertas situaciones, cuando pierde el control o vive ciertas experiencias que acercan la cabeza de uno a ciertos lugares que son desconocidos y que a veces dan miedo, dan ansiedades".
Es en esas situaciones, continuó, cuando aparecen mundos nuevos que pueden ser aterradores o reconfortantes.
El objetivo, dijo, es "buscar ciertas emociones que sean nuevas, pero al trabajar con imágenes, esas emociones no pueden ser un poema, tienen que ser imágenes y sonidos que combinados compongan un universo".
Y una parte importante de ese universo que Fadel crea son las montañas, los bosques de la región mendocina, que contribuyen a crear una atmósfera de misterio que en algunos momentos evoca la serie estadounidense "True Detective". Asimismo, para reforzar el elemento local, el director trabaja con actores de teatro de la región.
"Muere, monstruo, muere", navega siempre entre lo real e irreal o incomprensible.
El realizador es sabedor de que la película puede dividir aguas si el espectador espera un film de género al uso, sin embargo confía en que se se abra a nuevas posibilidades de lectura.
"Como decía Bresson, la poesía se filtra entre dos planos, y ese agujero, ese lugar donde una imagen se conecta con otra, un color con otro, una palabra con otra y que la poesía hace de eso su materia es algo que particularmente me interesa", añadió el cineasta, quien nombra como referentes para esta cinta a Robert Bresson y John Carpenter.
Y quiere seguir haciendo no tanto el cine que le gustaría ver, sino el que le gustaría que existiera.
"Muere, monstruo, muere" compite junto a la también argentina "El ángel", de Luis Ortega en Una Cierta Mirada. Se trata de las únicas representantes hispanas en la segunda sección en importancia en el Festival de Cannes, que se desarrolla hasta el próximo 19 de mayo.
El principal sospechoso (Esteban Bigliardi) de la decapitación es encarcelado por un policía (Víctor López) que se obsesiona con el caso. La amante (Tania Casciani) del agente es la esposa del detenido, al que se le considera un loco por hablar de un monstruo.
La película toma los elementos canónicos del género como el loco, el policía, una mujer entre dos hombres, para deconstruirlos, para hablar en definitiva de una locura que es en el fondo el principal tema de esta cinta.
Fadel explica que ese interés por la enajenación viene de los temores que uno afronta en la vida. "Supongo que parte de los miedos que uno tiene personalmente, cuando enfrenta ciertas situaciones, cuando pierde el control o vive ciertas experiencias que acercan la cabeza de uno a ciertos lugares que son desconocidos y que a veces dan miedo, dan ansiedades".
Es en esas situaciones, continuó, cuando aparecen mundos nuevos que pueden ser aterradores o reconfortantes.
El objetivo, dijo, es "buscar ciertas emociones que sean nuevas, pero al trabajar con imágenes, esas emociones no pueden ser un poema, tienen que ser imágenes y sonidos que combinados compongan un universo".
Y una parte importante de ese universo que Fadel crea son las montañas, los bosques de la región mendocina, que contribuyen a crear una atmósfera de misterio que en algunos momentos evoca la serie estadounidense "True Detective". Asimismo, para reforzar el elemento local, el director trabaja con actores de teatro de la región.
"Muere, monstruo, muere", navega siempre entre lo real e irreal o incomprensible.
El realizador es sabedor de que la película puede dividir aguas si el espectador espera un film de género al uso, sin embargo confía en que se se abra a nuevas posibilidades de lectura.
"Como decía Bresson, la poesía se filtra entre dos planos, y ese agujero, ese lugar donde una imagen se conecta con otra, un color con otro, una palabra con otra y que la poesía hace de eso su materia es algo que particularmente me interesa", añadió el cineasta, quien nombra como referentes para esta cinta a Robert Bresson y John Carpenter.
Y quiere seguir haciendo no tanto el cine que le gustaría ver, sino el que le gustaría que existiera.
"Muere, monstruo, muere" compite junto a la también argentina "El ángel", de Luis Ortega en Una Cierta Mirada. Se trata de las únicas representantes hispanas en la segunda sección en importancia en el Festival de Cannes, que se desarrolla hasta el próximo 19 de mayo.