Escena de la película When I saw you, una de las concursantes en el festival de cine de El Cairo
"No hay nadie en las salas ni en las ruedas de prensa", lamentó el realizador venezolano John Petrizelli, tras una proyección de su "Er relajo der loro" (ndr, bien el título) en la Ópera del Cairo, cerca de la Plaza Tahrir, tomada desde el martes por millares de manifestantes contra el presidente Mohammed Morsi, que se abrogó poderes cuasi absolutos, que ellos califican de "faraónicos".
El sábado, cuando se presentó la película brasileña "La Ultima Estación" -en concurso por el máximo galardón del Festival, para el que concursa también la venezolana "La Brecha del Silencio"- fueron unos 100.000 islamistas los que salieron a las calles de El Cairo en defensa de Mursi.
El pulso que se está llevando a cabo en las calles de El Cairo, que los observadores consideran decisivo en la atribulada transición egipcia, ha por supuesto eclipsado el certamen del cine, obligando incluso a posponer su apertura por un día.
La ceremonia de inauguración del Festival Internacional de Cine de El Cairo, que debía celebrarse el pasado martes, tuvo lugar el miércoles, lo que obligó a cambiar todo el programa, retrasando proyecciones y ruedas de prensa y llevando a muchos a prolongar, cuando fue posible, su estadía a orillas del Nilo.
"¿Por qué insistir en celebrar el Festival en medio de una crisis política en la que está en juego el futuro de Egipto?", planteó la AFP a los organizadores de este Festival, el más antiguo de África.
"Era muy importante que se celebrara. El año pasado ya fue cancelado, y si se anulaba de nuevo, se corría el riesgo de que no volviera a ver jamás la luz", señaló su directora artística, la realizadora y productora egipcia Marianne Jury.
Pese a las dificultades, organizadores y participantes del Festival coinciden en que celebrar un gran evento cultural en medio de crisis y movilizaciones que reflejan la creciente polarización entre laicos e islamistas en Egipto no sólo es importante, sino que es toda una proeza.
"Es un verdadero milagro", dijo Jury, quien fue nombrada directora artística hace sólo dos meses, cuando no se sabía si el Festival, que cuenta con el apoyo del ministerio de Cultura, tendría o no lugar. "Este año, ha habido ya cuatro ministros de Cultura distintos", recordó.
"Mantenerlo es importante, no sólo para la imagen del cine egipcio, sino porque es un gran acto cultural", dijo Jury, sobrina y cercana colaboradora del venerado realizador Yuseff Shahin, un ícono del cine egipcio.
"Ha sido un gran desafío", admitió la cineasta, cuya designación puso fin a meses de discusiones e incertidumbres sobre el futuro del Festival, que se abrió con la excelente película egipcia, "Winter of Discontent", sobre los sucesos que llevaron a la caída de Hosni Mubarak, a principios del 2011.
La responsable de prensa del Festival, Neamat Allah Hussein, señaló que era necesario también celebrar esta edición para que este certamen fundado en 1976 pueda mantener la categoría "internacional".
"Si no lo hacemos, habríamos podido perder la categoría A atribuida por la Federación Internacional de Festivales de Cine (FIAPF)", que la atribuye a sólo diez festivales en el mundo, entre ellos Cannes, Berlín, San Sebastián, Venecia, Shangai y Mar de Plata, en Argentina, explicó.
El Cairo teme también perder importancia ante los nuevos festivales en la región, como el de Dubái y de los Emiratos Arabes Unidos, que cuentan con millonarios presupuestos que les permiten distribuir premios en metálico y garantizar la asistencia de celebridades, realizadores y actores de Hollywood y del mundo entero.
Pero, mientras siguen las proyecciones y llegan y parten de El Cairo actores, productores, cineastas y periodistas, la inquietud no es tanto sobre el futuro del Festival cairota sino sobre el futuro de Egipto.
¿Se va a celebrar o no el 15 de diciembre el referendo convocado por Mursi para ratificar la constitución?", preguntaban algunos participantes del Festival quienes, desoyendo consejos de los organizadores, se acercaron el fin de semana a la Plaza Tahrir.
"Son los Hermanos Musulmanes los que tienen el poder, son ellos los que son buenos organizadores, son ellos que van a ganar, si hay referendo", dijo con pesimismo un egipcio que agitaba una bandera. "Pero la lucha seguirá", prometió.
El sábado, cuando se presentó la película brasileña "La Ultima Estación" -en concurso por el máximo galardón del Festival, para el que concursa también la venezolana "La Brecha del Silencio"- fueron unos 100.000 islamistas los que salieron a las calles de El Cairo en defensa de Mursi.
El pulso que se está llevando a cabo en las calles de El Cairo, que los observadores consideran decisivo en la atribulada transición egipcia, ha por supuesto eclipsado el certamen del cine, obligando incluso a posponer su apertura por un día.
La ceremonia de inauguración del Festival Internacional de Cine de El Cairo, que debía celebrarse el pasado martes, tuvo lugar el miércoles, lo que obligó a cambiar todo el programa, retrasando proyecciones y ruedas de prensa y llevando a muchos a prolongar, cuando fue posible, su estadía a orillas del Nilo.
"¿Por qué insistir en celebrar el Festival en medio de una crisis política en la que está en juego el futuro de Egipto?", planteó la AFP a los organizadores de este Festival, el más antiguo de África.
"Era muy importante que se celebrara. El año pasado ya fue cancelado, y si se anulaba de nuevo, se corría el riesgo de que no volviera a ver jamás la luz", señaló su directora artística, la realizadora y productora egipcia Marianne Jury.
Pese a las dificultades, organizadores y participantes del Festival coinciden en que celebrar un gran evento cultural en medio de crisis y movilizaciones que reflejan la creciente polarización entre laicos e islamistas en Egipto no sólo es importante, sino que es toda una proeza.
"Es un verdadero milagro", dijo Jury, quien fue nombrada directora artística hace sólo dos meses, cuando no se sabía si el Festival, que cuenta con el apoyo del ministerio de Cultura, tendría o no lugar. "Este año, ha habido ya cuatro ministros de Cultura distintos", recordó.
"Mantenerlo es importante, no sólo para la imagen del cine egipcio, sino porque es un gran acto cultural", dijo Jury, sobrina y cercana colaboradora del venerado realizador Yuseff Shahin, un ícono del cine egipcio.
"Ha sido un gran desafío", admitió la cineasta, cuya designación puso fin a meses de discusiones e incertidumbres sobre el futuro del Festival, que se abrió con la excelente película egipcia, "Winter of Discontent", sobre los sucesos que llevaron a la caída de Hosni Mubarak, a principios del 2011.
La responsable de prensa del Festival, Neamat Allah Hussein, señaló que era necesario también celebrar esta edición para que este certamen fundado en 1976 pueda mantener la categoría "internacional".
"Si no lo hacemos, habríamos podido perder la categoría A atribuida por la Federación Internacional de Festivales de Cine (FIAPF)", que la atribuye a sólo diez festivales en el mundo, entre ellos Cannes, Berlín, San Sebastián, Venecia, Shangai y Mar de Plata, en Argentina, explicó.
El Cairo teme también perder importancia ante los nuevos festivales en la región, como el de Dubái y de los Emiratos Arabes Unidos, que cuentan con millonarios presupuestos que les permiten distribuir premios en metálico y garantizar la asistencia de celebridades, realizadores y actores de Hollywood y del mundo entero.
Pero, mientras siguen las proyecciones y llegan y parten de El Cairo actores, productores, cineastas y periodistas, la inquietud no es tanto sobre el futuro del Festival cairota sino sobre el futuro de Egipto.
¿Se va a celebrar o no el 15 de diciembre el referendo convocado por Mursi para ratificar la constitución?", preguntaban algunos participantes del Festival quienes, desoyendo consejos de los organizadores, se acercaron el fin de semana a la Plaza Tahrir.
"Son los Hermanos Musulmanes los que tienen el poder, son ellos los que son buenos organizadores, son ellos que van a ganar, si hay referendo", dijo con pesimismo un egipcio que agitaba una bandera. "Pero la lucha seguirá", prometió.