A la derecha, Gabrielle Giffords, la congresista demócrata atacada en Arizona
"Al discurso de Obama le faltó la condena moral de la política que inspiró semejante acción", opinó en un artículo publicado en la prensa local el ex presidente, de 84 años, retirado del gobierno desde 2006 por problemas de salud.
"Lo que no dijo fue porque no quiso decirlo. Como pieza literaria y elogio justo a los que lo merecían, se le puede otorgar un premio. Como discurso político dejó mucho que desear", comentó Castro.
"¿Qué otro momento espera el presidente de Estados Unidos para expresar el criterio que estoy seguro comparte la gran mayoría del pueblo de Estados Unidos?", cuestionó.
"No se trata de que (a Obama le) falte una personalidad excepcional al frente del gobierno (pero) lo que convierte en histórico a un presidente (...) no es la persona, sino la necesidad de él en un momento determinado de la historia de su país", comentó Castro.
Lougher es "una persona desequilibrada, intoxicada por la prédica de odio que reina en la sociedad norteamericana, donde el grupo fascista del Tea Party ha impuesto su extremismo al Partido Republicano que, bajo la égida de George W. Bush, condujo el mundo donde hoy se encuentra, al borde del abismo", agregó.
"El mundo enfrenta tantos problemas de carácter político, militar, energético, alimentario y medioambientales, que ningún país desea el regreso de Estados Unidos a posiciones extremistas que incrementarían los riesgos de una guerra nuclear", concluyó Castro.
"Lo que no dijo fue porque no quiso decirlo. Como pieza literaria y elogio justo a los que lo merecían, se le puede otorgar un premio. Como discurso político dejó mucho que desear", comentó Castro.
"¿Qué otro momento espera el presidente de Estados Unidos para expresar el criterio que estoy seguro comparte la gran mayoría del pueblo de Estados Unidos?", cuestionó.
"No se trata de que (a Obama le) falte una personalidad excepcional al frente del gobierno (pero) lo que convierte en histórico a un presidente (...) no es la persona, sino la necesidad de él en un momento determinado de la historia de su país", comentó Castro.
Lougher es "una persona desequilibrada, intoxicada por la prédica de odio que reina en la sociedad norteamericana, donde el grupo fascista del Tea Party ha impuesto su extremismo al Partido Republicano que, bajo la égida de George W. Bush, condujo el mundo donde hoy se encuentra, al borde del abismo", agregó.
"El mundo enfrenta tantos problemas de carácter político, militar, energético, alimentario y medioambientales, que ningún país desea el regreso de Estados Unidos a posiciones extremistas que incrementarían los riesgos de una guerra nuclear", concluyó Castro.