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Política
Una escena de Las analfabetas
El cine de América Latina, presente sólo en secciones paralelas del festival y excluido de la oficial, brilló con películas interesantes, bien confeccionadas, experimentales, que fueron aplaudidas generosamente por los cinéfilos, muchos de ellos jóvenes, que este año llenaron las salas del Lido veneciano gracias a la nueva política de los organizadores de facilitar la presencia de blogueros y páginas de internet.
La ópera prima de Sepúlveda, que llega con dos premios obtenidos en el Festival de Santiago de Chile antes de salir para Venecia, conmueve con una historia sobre el conflicto íntimo de dos mujeres, interpretadas por las talentosas actrices Paulina García y Valentina Muhr, quienes esconden sus propios secretos: una, no saber ni escribir ni leer durante casi 50 años y la otra, la rabia interior de una profesora desempleada.
"Esta película muestra heridas muy profundas, que no son visibles a primera vista. Es una película que habla mucho, que convierte al espectador en un espía para escrutar en sus mundos", reconoció Sepúlveda en una charla con la AFP.
Basada en la obra de teatro homónima de Pablo Paredes, las protagonistas del filme, entre ellas la elogiada García, premiada recientemente en el festival de Berlín por su papel en "Gloria", de Sebastián Lelio, logran mantener la tensión con diálogos y gestos eficaces en un ambiente íntimo y privado, planteando también, en forma muy sutil, un posible conflicto de carácter homosexual.
"Es un tema, pero no directo. Porque la verdad es que incluso en el proyecto teatral, donde las dos mujeres llegan a besarse, se podría dar esa lectura. Para nosotros es más la liberación de una carga emocional después de tanta represión.
Y lo hace sobrepasando el límite. No es que plantee una homosexualidad explícita", sostiene García. "La película también toca tópicos claves en estos momentos en Chile, conflictos importantes en el país, la educación, así como los derechos legales de los homosexuales, que se merecen y necesitamos para ser una sociedad democrática", asegura la veterana actriz, que con Muhr tuvo a cargo también la pieza teatral.
"Es que la educación es una relación de amor, el beso es sólo un puente, porque para educar hay que entregarse", resume. Para el director, se trata también de denunciar con un lenguaje innovador las carencias educativas de su país, los límites y el modelo de educación actual, contra el que marcharon en estos días cientos de estudiantes chilenos que exigen una reforma que acabe con otros legados de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). "Más del 50% de los chilenos no entienden lo que leen", recalca.
Este filme "trata grandes temas existenciales con la ligereza de la comedia", comentó por su parte la crítica de cine italiana Anna Maria Pasetti, quien elogió "la universalidad" de una película que retrata a su manera las enormes transformaciones de la sociedad chilena y que se interroga sobre su pasado tras 40 años de dictadura. El joven cineasta, nacido en 1984, autor de cortos, videoclips y series de televisión, reconoce las dificultades que tuvo para dirigir a las mismas actrices de la obra teatral.
Sepúlveda logró además que una de las estrellas del cine chileno transformara su rostro bello en uno envejecido y triste. "No fue tan complicado, en minutos lo logré", comenta divertida García mientras desfila elegante y fresca por el Lido veneciano. Otras dos películas latinoamericanas se destacaron durante el festival, que se clausura el sábado: "La vida después", del mexicano David Pablos, quien debutó en la sección Horizontes con una cinta sobre las difíciles y misteriosas relaciones de familia marcadas por una madre inestable, y "Las niñas Quispe", del chileno Sebastián Sepúlveda, quien hipnotizó en la Semana de la Crítica con la extraña leyenda de su muerte.
La ópera prima de Sepúlveda, que llega con dos premios obtenidos en el Festival de Santiago de Chile antes de salir para Venecia, conmueve con una historia sobre el conflicto íntimo de dos mujeres, interpretadas por las talentosas actrices Paulina García y Valentina Muhr, quienes esconden sus propios secretos: una, no saber ni escribir ni leer durante casi 50 años y la otra, la rabia interior de una profesora desempleada.
"Esta película muestra heridas muy profundas, que no son visibles a primera vista. Es una película que habla mucho, que convierte al espectador en un espía para escrutar en sus mundos", reconoció Sepúlveda en una charla con la AFP.
Basada en la obra de teatro homónima de Pablo Paredes, las protagonistas del filme, entre ellas la elogiada García, premiada recientemente en el festival de Berlín por su papel en "Gloria", de Sebastián Lelio, logran mantener la tensión con diálogos y gestos eficaces en un ambiente íntimo y privado, planteando también, en forma muy sutil, un posible conflicto de carácter homosexual.
"Es un tema, pero no directo. Porque la verdad es que incluso en el proyecto teatral, donde las dos mujeres llegan a besarse, se podría dar esa lectura. Para nosotros es más la liberación de una carga emocional después de tanta represión.
Y lo hace sobrepasando el límite. No es que plantee una homosexualidad explícita", sostiene García. "La película también toca tópicos claves en estos momentos en Chile, conflictos importantes en el país, la educación, así como los derechos legales de los homosexuales, que se merecen y necesitamos para ser una sociedad democrática", asegura la veterana actriz, que con Muhr tuvo a cargo también la pieza teatral.
"Es que la educación es una relación de amor, el beso es sólo un puente, porque para educar hay que entregarse", resume. Para el director, se trata también de denunciar con un lenguaje innovador las carencias educativas de su país, los límites y el modelo de educación actual, contra el que marcharon en estos días cientos de estudiantes chilenos que exigen una reforma que acabe con otros legados de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). "Más del 50% de los chilenos no entienden lo que leen", recalca.
Este filme "trata grandes temas existenciales con la ligereza de la comedia", comentó por su parte la crítica de cine italiana Anna Maria Pasetti, quien elogió "la universalidad" de una película que retrata a su manera las enormes transformaciones de la sociedad chilena y que se interroga sobre su pasado tras 40 años de dictadura. El joven cineasta, nacido en 1984, autor de cortos, videoclips y series de televisión, reconoce las dificultades que tuvo para dirigir a las mismas actrices de la obra teatral.
Sepúlveda logró además que una de las estrellas del cine chileno transformara su rostro bello en uno envejecido y triste. "No fue tan complicado, en minutos lo logré", comenta divertida García mientras desfila elegante y fresca por el Lido veneciano. Otras dos películas latinoamericanas se destacaron durante el festival, que se clausura el sábado: "La vida después", del mexicano David Pablos, quien debutó en la sección Horizontes con una cinta sobre las difíciles y misteriosas relaciones de familia marcadas por una madre inestable, y "Las niñas Quispe", del chileno Sebastián Sepúlveda, quien hipnotizó en la Semana de la Crítica con la extraña leyenda de su muerte.
