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El ministro de Inmigración de Francia, Eric Besson, está decidido a acabar con la presencia de inmigrantes en Calais, región del norte francés.
En 2002, el Gobierno cerró el centro de retención de inmigrantes de Sangette, localidad de dicha región. Desde entonces, se calcula que unos mil inmigrantes se concentran en campamentos improvisados, esperando a dar el salto al Reino Unido o permanecer lo máximo posible en Francia.
Besson anunció ayer que a partir de este fin de semana, la Policía empezará a vaciar la "jungla", como ha sido denominada la zona. Las escenas recuerdan a las de los alrededores de la valla de Melilla.
París y Londres llevan meses negociando la creación de un nuevo centro de retención en Calais para controlar los flujos migratorios. No sin razón, ese proyecto fue denominado como el Guantánamo europeo. El complejo estaría construido en terreno francés y custodiado por agentes británicos, dejando a los inmigrantes en el limbo al no estar claro si deben recurrir a las leyes británicas o francesas.
Pero mientras el acuerdo se materializa, Francia quiere continuar con su particular caza a los 'sin papeles'. Besson dijo ayer en TF1 que "el campamento va a ser cerrado antes del fin de semana" y precisó que se estudiará "caso por caso", la situación de cada persona. Aunque según sus palabras, lo corriente será que se les ofrezca "el retorno voluntario" a sus países de origen y sólo en el caso de los afganos se evaluará el no deportarlos.
Drama sanitario
Calais no es un lugar peculiar. Los inmigrantes que allí se concentran proceden de todas partes del mundo. Iraquíes, sudaneses, kurdos, somalíes, iraníes, nigerianos y afganos esperan conseguir el asilo político dado los problemas que enfrentan sus países. El Gobierno se ha desentendido de ellos y las autoridades de Calais han tenido que hacer frente a los problemas que supone tener a tanta gente viviendo en condiciones insalubres. En junio se desató una epidemia de sarna que obligó a montar un dispositivo sanitario que todavía hoy se mantiene.
La situación para Francia es desconcertante. Calais marca la frontera con el Reino Unido y el Gobierno se ve en la obligación de controlar el acceso a las islas. Sin soluciones de ningún tipo, el Elíseo se encuentra con un grupo inmenso de inmigrantes con los que no ha querido lidiar. Esta ocasión parece intentona definiva. Pero Besson recurre a los supuestos "niveles de delincuencia" para justificar el desmantelamiento de la jungla.
Grupo de inmigrantes en el campamento de calais. AFP
En ninguno de los dos casos es fácil. Francia batió sus records de expulsión de inmigrantes en 2008 y los controles fronterizos británicos han aumentado en el último año, reduciendo el futuro de esas personas a hacinarse en un campamento. Las peticiones de asilo aceptadas en suelo británico pasaron de 84.000 en 2002 a 26.000 en 2007. Y seguirán reduciéndose.
En 2002, el Gobierno cerró el centro de retención de inmigrantes de Sangette, localidad de dicha región. Desde entonces, se calcula que unos mil inmigrantes se concentran en campamentos improvisados, esperando a dar el salto al Reino Unido o permanecer lo máximo posible en Francia.
Besson anunció ayer que a partir de este fin de semana, la Policía empezará a vaciar la "jungla", como ha sido denominada la zona. Las escenas recuerdan a las de los alrededores de la valla de Melilla.
París y Londres llevan meses negociando la creación de un nuevo centro de retención en Calais para controlar los flujos migratorios. No sin razón, ese proyecto fue denominado como el Guantánamo europeo. El complejo estaría construido en terreno francés y custodiado por agentes británicos, dejando a los inmigrantes en el limbo al no estar claro si deben recurrir a las leyes británicas o francesas.
Pero mientras el acuerdo se materializa, Francia quiere continuar con su particular caza a los 'sin papeles'. Besson dijo ayer en TF1 que "el campamento va a ser cerrado antes del fin de semana" y precisó que se estudiará "caso por caso", la situación de cada persona. Aunque según sus palabras, lo corriente será que se les ofrezca "el retorno voluntario" a sus países de origen y sólo en el caso de los afganos se evaluará el no deportarlos.
Drama sanitario
Calais no es un lugar peculiar. Los inmigrantes que allí se concentran proceden de todas partes del mundo. Iraquíes, sudaneses, kurdos, somalíes, iraníes, nigerianos y afganos esperan conseguir el asilo político dado los problemas que enfrentan sus países. El Gobierno se ha desentendido de ellos y las autoridades de Calais han tenido que hacer frente a los problemas que supone tener a tanta gente viviendo en condiciones insalubres. En junio se desató una epidemia de sarna que obligó a montar un dispositivo sanitario que todavía hoy se mantiene. La situación para Francia es desconcertante. Calais marca la frontera con el Reino Unido y el Gobierno se ve en la obligación de controlar el acceso a las islas. Sin soluciones de ningún tipo, el Elíseo se encuentra con un grupo inmenso de inmigrantes con los que no ha querido lidiar. Esta ocasión parece intentona definiva. Pero Besson recurre a los supuestos "niveles de delincuencia" para justificar el desmantelamiento de la jungla.
Sólo los afganos podrán librarse de la deportación forzosa a sus países de origen
Las principales críticas se enfocan a que destruyendo el campamento, lo único que se va a conseguir es que esas personas se queden en la calle y, en el mejor de los casos, levanten otro campamento en cualquier zona cercana. Para Jack Lang, diputado socialista francés por Calais, decir: "Voy a destruir las instalaciones", es una medida "inhumana". "Tendríamos que establecer un sistema sanitario" para que esas personas puedan vivir en condiciones normales. "El frío está a punto de llegar y los niños y las familias se van a encontrar en una situación muy complicada", dijo. Grupo de inmigrantes en el campamento de calais. AFP Ni en un lado ni en el otro
Las mafias de la inmigración operan en Calais dando esperanzas a los inmigrantes de que al menos en alguno de los dos países podrán quedarse. Si no pueden hacerlo en Francia, tendrán la alternativa de probar en el Reino Unido.En ninguno de los dos casos es fácil. Francia batió sus records de expulsión de inmigrantes en 2008 y los controles fronterizos británicos han aumentado en el último año, reduciendo el futuro de esas personas a hacinarse en un campamento. Las peticiones de asilo aceptadas en suelo británico pasaron de 84.000 en 2002 a 26.000 en 2007. Y seguirán reduciéndose.
