Bagdad.
Muchos sunitas iraquíes se sienten alarmados por la campaña desarrollada por el Gobierno, dirigido por chiitas, contra las personas acusadas de estar relacionadas al partido Baath del fallecido dictador sunita Saddam, y la decisión de un panel de vetar a casi 500 candidatos por sus lazos con el grupo.
La controversia amenaza con reabrir viejas heridas cuando la violencia sectaria provocada por la invasión estadunidense del 2003 había empezado a desvanecerse e Irak comienza a atraer inversiones multimillonarias de firmas petroleras globales.
Usama al-Ani, vicedirector de la comisión electoral independiente, o IHEC, dijo que la agencia había recibido una notificación formal de un panel de apelaciones de que sólo 26 apelaciones de candidatos vetados habían tenido éxito.
El funcionario dijo que se rechazaron 145 apelaciones. Otros candidatos habían sido reemplazados voluntariamente por sus partidos.
"Entre aquellos cuyas apelaciones fueron rechazadas estuvieron Saleh al-Mutlaq y Dhafer al-Ani", dijo Ani sobre los dos políticos sunitas que son muy influyentes en el país.
La ira por los candidatos vetados ha dominado la campaña para la elección parlamentaria del 7 de marzo, que partió oficialmente el viernes.
La elección determinará quién dirigirá a Irak cuando las tropas estadunidenses se preparan para el retiro a finales del 2011 y la puesta en marcha de los masivos proyectos del sector petrolífero.
El primer ministro Nuri al-Maliki y otros líderes chiitas han recurrido al tema para fomentar los extendidos temores entre los votantes sobre un posible retorno al poder del partido Baath, que reprimió brutalmente a la mayoría musulmana y a los kurdos bajo el Gobierno de Hussein.
La táctica podría desviar las quejas por la corrupción, los escasos servicios y los ataques con bombas, y disuadir a los votantes chiitas de respaldar a los rivales seculares, como la lista del ex primer ministro Iyad Allawi a la que pertenecen Mutlaq y Ani.
Muchos sunitas iraquíes se sienten alarmados por la campaña desarrollada por el Gobierno, dirigido por chiitas, contra las personas acusadas de estar relacionadas al partido Baath del fallecido dictador sunita Saddam, y la decisión de un panel de vetar a casi 500 candidatos por sus lazos con el grupo.
La controversia amenaza con reabrir viejas heridas cuando la violencia sectaria provocada por la invasión estadunidense del 2003 había empezado a desvanecerse e Irak comienza a atraer inversiones multimillonarias de firmas petroleras globales.
Usama al-Ani, vicedirector de la comisión electoral independiente, o IHEC, dijo que la agencia había recibido una notificación formal de un panel de apelaciones de que sólo 26 apelaciones de candidatos vetados habían tenido éxito.
El funcionario dijo que se rechazaron 145 apelaciones. Otros candidatos habían sido reemplazados voluntariamente por sus partidos.
"Entre aquellos cuyas apelaciones fueron rechazadas estuvieron Saleh al-Mutlaq y Dhafer al-Ani", dijo Ani sobre los dos políticos sunitas que son muy influyentes en el país.
La ira por los candidatos vetados ha dominado la campaña para la elección parlamentaria del 7 de marzo, que partió oficialmente el viernes.
La elección determinará quién dirigirá a Irak cuando las tropas estadunidenses se preparan para el retiro a finales del 2011 y la puesta en marcha de los masivos proyectos del sector petrolífero.
El primer ministro Nuri al-Maliki y otros líderes chiitas han recurrido al tema para fomentar los extendidos temores entre los votantes sobre un posible retorno al poder del partido Baath, que reprimió brutalmente a la mayoría musulmana y a los kurdos bajo el Gobierno de Hussein.
La táctica podría desviar las quejas por la corrupción, los escasos servicios y los ataques con bombas, y disuadir a los votantes chiitas de respaldar a los rivales seculares, como la lista del ex primer ministro Iyad Allawi a la que pertenecen Mutlaq y Ani.