El alto el fuego y de hostilidades que empezó el 1 de octubre es considerado histórico, pues es la primera vez que el Gobierno y ese grupo guerrillero pactan un acuerdo de esas características en 53 años de confrontación armada.
La nueva ronda de conversaciones contará paralelamente con la presencia de los principales jefes de la ex guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que viajaron a la capital ecuatoriana para reunirse con la delegación negociadora del ELN (Ejército de Liberación Nacional).
Las FARC y el ELN integraron en los años 80 junto con otros grupos armados la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), pero después se distanciaron e incluso protagonizaron enfrentamientos armados por el control de regiones.
El ELN rehusó adherirse al proceso de paz que el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC efectuaron en Cuba entre 2012 y 2016, y prefirió afrontar por separado las negociaciones, que empezaron el pasado 7 de febrero.
El Gobierno ha autorizado varios encuentros entre los jefes de las FARC y del ELN con el objetivo de que los primeros informen detalles del acuerdo de paz y faciliten la negociación con el que ahora es el único grupo guerrillero que queda en Colombia.
El acuerdo de alto el fuego y de hostilidades, que puede ser prorrogado más allá del 9 de enero, sorprendió al país porque fue pactado en los primeros meses del proceso de paz, pues en el caso de las FARC fue definido en la parte final de las negociaciones.
Además, la tregua empezó en medio de grandes tensiones derivadas de una ofensiva del ELN en septiembre contra la infraestructura petrolera, que causó la contaminación de ríos y quebradas por el derrame de petróleo a consecuencia de atentados con explosivos contra un oleoducto.
Las FARC firmaron el acuerdo de paz en noviembre de 2016, tras lo cual sus cerca de 8.000 miembros se concentraron en campamentos donde en agosto terminaron el proceso de entrega de armas a la ONU, que las inhabilitó para elaborar con ellas unos monumentos a la paz.
El cuarto ciclo de negociaciones se realizará en el mismo escenario de las anteriores rondas, en una hacienda rural cercana a Quito que pertenece a la comunidad religiosa de los jesuitas.
La nueva ronda de conversaciones contará paralelamente con la presencia de los principales jefes de la ex guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que viajaron a la capital ecuatoriana para reunirse con la delegación negociadora del ELN (Ejército de Liberación Nacional).
Las FARC y el ELN integraron en los años 80 junto con otros grupos armados la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), pero después se distanciaron e incluso protagonizaron enfrentamientos armados por el control de regiones.
El ELN rehusó adherirse al proceso de paz que el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC efectuaron en Cuba entre 2012 y 2016, y prefirió afrontar por separado las negociaciones, que empezaron el pasado 7 de febrero.
El Gobierno ha autorizado varios encuentros entre los jefes de las FARC y del ELN con el objetivo de que los primeros informen detalles del acuerdo de paz y faciliten la negociación con el que ahora es el único grupo guerrillero que queda en Colombia.
El acuerdo de alto el fuego y de hostilidades, que puede ser prorrogado más allá del 9 de enero, sorprendió al país porque fue pactado en los primeros meses del proceso de paz, pues en el caso de las FARC fue definido en la parte final de las negociaciones.
Además, la tregua empezó en medio de grandes tensiones derivadas de una ofensiva del ELN en septiembre contra la infraestructura petrolera, que causó la contaminación de ríos y quebradas por el derrame de petróleo a consecuencia de atentados con explosivos contra un oleoducto.
Las FARC firmaron el acuerdo de paz en noviembre de 2016, tras lo cual sus cerca de 8.000 miembros se concentraron en campamentos donde en agosto terminaron el proceso de entrega de armas a la ONU, que las inhabilitó para elaborar con ellas unos monumentos a la paz.
El cuarto ciclo de negociaciones se realizará en el mismo escenario de las anteriores rondas, en una hacienda rural cercana a Quito que pertenece a la comunidad religiosa de los jesuitas.