Familiares de víctimas, ante las tumbas.
"Nosotros estábamos protestando pacíficamente y el Ejército llegó con la Policía y nos disparó", afirmó a la AFP Miguel Tsuban, de 25 años, quien durante los disturbios resultó herido con un golpe en la frente, minutos antes de que autoridades del municipio le ordenaran no dar declaraciones a la prensa.
Sin embargo, sus declaraciones coinciden con las de Gilberto Pérez, presidente de la Asociación de Alcaldes Indígenas de Totonicapán, quien señaló a medios locales que agentes antidisturbios de la Policía Nacional Civil y del Ejército fueron los que dispararon contra los manifestantes.
"Nosotros siempre hemos alzado la voz, pero nunca hemos incitado a la violencia. Nuestra manifestación era pacífica y la gente que nos acompañó no llevaba armas de ningún tipo", aseguró Pérez durante una entrevista a un radionoticiero local.
Miles de indígenas de 48 cantones del departamento de Totonicapán, unos 170 km al oeste de la capital, bloquearon el jueves varios tramos de la carretera interamericana para protestar contra el alza de las tarifas del servicio de energía eléctrica.
En determinado momento, sin que se conozcan las causas, un grupo de militares abrió fuego contra los manifestantes causando la muerte a seis e hiriendo a más de 30, según informes de la Procuraduría de los Derechos Humanos.
El presidente guatemalteco, Otto Pérez, aseguró el jueves que el ataque no provino de los soldados sino de civiles que pasaban por el lugar a bordo de un camión, pero prometió que el incidente sería investigado.
El sitio en el que se produjo la matanza fue visitado este viernes por la líder indígena y Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú, quien luego de un rastreo por el lugar encontró varios casquillos de munición 5.56 para fusiles M-16, utilizados por el Ejército.
"Es una indignante situación que pasó con los hermanos de Totonicapán, aprovechamos para hacer un recorrido en la escena del crimen. Yo estaba en El Salvador, pero regresé ayer mismo y hablé con los dirigentes de las comunidades de Totonicapán", afirmó Menchú a la AFP.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, condenó el crimen y pidió "esclarecer el origen de los enfrentamientos entre campesinos y miembros de la Policía Nacional Civil y el Ejército, como paso imprescindible para pacificar los ánimos y abrir paso al diálogo", según un comunicado difundido en Washington.
La agresión por parte de las fuerzas públicas fue condenada también por diferentes organizaciones de derechos humanos guatemaltecas, que exigieron al Estado una "investigación minuciosa" del caso.
En la plaza central de Totonicapán, unos 6.000 pobladores acompañaron a familiares de las víctimas, gritando "¡Ejército asesino!", "¡malditos soldados!" y exigiendo investigar y castigar a los militares responsables de la masacre.
Los seis féretros con los cuerpos de las víctimas fueron colocados en el centro de la plaza central, donde un sacerdote maya y autoridades locales encabezaron una sencilla ceremonia.
El ambiente era muy tenso en este poblado predominantemente indígena, al punto de que dos alcaldes pidieron a los periodistas nacionales y extranjeros que se retiraran del lugar, porque no los querían allí.
Sin embargo, sus declaraciones coinciden con las de Gilberto Pérez, presidente de la Asociación de Alcaldes Indígenas de Totonicapán, quien señaló a medios locales que agentes antidisturbios de la Policía Nacional Civil y del Ejército fueron los que dispararon contra los manifestantes.
"Nosotros siempre hemos alzado la voz, pero nunca hemos incitado a la violencia. Nuestra manifestación era pacífica y la gente que nos acompañó no llevaba armas de ningún tipo", aseguró Pérez durante una entrevista a un radionoticiero local.
Miles de indígenas de 48 cantones del departamento de Totonicapán, unos 170 km al oeste de la capital, bloquearon el jueves varios tramos de la carretera interamericana para protestar contra el alza de las tarifas del servicio de energía eléctrica.
En determinado momento, sin que se conozcan las causas, un grupo de militares abrió fuego contra los manifestantes causando la muerte a seis e hiriendo a más de 30, según informes de la Procuraduría de los Derechos Humanos.
El presidente guatemalteco, Otto Pérez, aseguró el jueves que el ataque no provino de los soldados sino de civiles que pasaban por el lugar a bordo de un camión, pero prometió que el incidente sería investigado.
El sitio en el que se produjo la matanza fue visitado este viernes por la líder indígena y Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú, quien luego de un rastreo por el lugar encontró varios casquillos de munición 5.56 para fusiles M-16, utilizados por el Ejército.
"Es una indignante situación que pasó con los hermanos de Totonicapán, aprovechamos para hacer un recorrido en la escena del crimen. Yo estaba en El Salvador, pero regresé ayer mismo y hablé con los dirigentes de las comunidades de Totonicapán", afirmó Menchú a la AFP.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, condenó el crimen y pidió "esclarecer el origen de los enfrentamientos entre campesinos y miembros de la Policía Nacional Civil y el Ejército, como paso imprescindible para pacificar los ánimos y abrir paso al diálogo", según un comunicado difundido en Washington.
La agresión por parte de las fuerzas públicas fue condenada también por diferentes organizaciones de derechos humanos guatemaltecas, que exigieron al Estado una "investigación minuciosa" del caso.
En la plaza central de Totonicapán, unos 6.000 pobladores acompañaron a familiares de las víctimas, gritando "¡Ejército asesino!", "¡malditos soldados!" y exigiendo investigar y castigar a los militares responsables de la masacre.
Los seis féretros con los cuerpos de las víctimas fueron colocados en el centro de la plaza central, donde un sacerdote maya y autoridades locales encabezaron una sencilla ceremonia.
El ambiente era muy tenso en este poblado predominantemente indígena, al punto de que dos alcaldes pidieron a los periodistas nacionales y extranjeros que se retiraran del lugar, porque no los querían allí.