Inicio
Política
El general Jalifa Haftar
Este acercamiento con Moscú quedó patente con la visita, el 11 de enero, del mariscal libio al portaviones ruso "Almirante Kuznetsov" que surcaba aguas libias. Fue recibido con honores antes de entrevistarse por videoconferencia con el ministro de Defensa Serguei Shoigu.
Una implicación en Libia permitiría a Moscú ampliar su influencia en el mundo árabe y en el Mediterráneo, donde los rusos volvieron con fuerza, con la intervención en Siria, recalca Ethan Chorin, un exdiplomático estadounidense destacado en Trípoli y ahora consultor.
Aunque sumida en el caos desde la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011, Libia sigue siendo potencialmente un fuerte atractivo por sus inmensos recursos petroleros y de gas.
Moscú parece haber elegido su campo en la lucha entre el gobierno de unión nacional GNA (con sede en Trípoli y apoyado por la ONU, Occidente y algunos países africanos) y las autoridades rivales del este, al mando de las cuales está el mariscal Haftar.
Este militar septuagenario, oriundo de Cirenaica, se impuso como un interlocutor indispensable tras apoderarse de cuatro terminales petroleras en el este, desde donde se exporta la mayor parte del petróleo libio.
Cuenta con el apoyo de países árabes como Egipto, que posee una larga frontera con el este de Libia, y de los Emiratos Árabes Unidos.
También viajó a Moscú en dos ocasiones en 2016. En noviembre pidió ayuda a Rusia para levantar el embargo sobre las armas impuesto por la ONU desde 2011.
"No está claro si Moscú aceptará suministrar armas (a las fuerzas de Haftar) mientras el embargo esté en vigor", declaró a la AFP Mattia Toaldo, experto del consejo europeo de relaciones exteriores.
Pero, según él, que todo parece indicar que el viento sopla a favor de Haftar, un exdignatario del régimen de Gadafi que se autoproclamó jefe del Ejército Nacional Libio (ANL).
Sus rivales, en particular las milicias de Misrata (oeste), lo acusan de querer instaurar un régimen militar en Libia.
Sus enemigos ponen en duda sus capacidades militares. Al ANL le cuesta acabar con los grupos yihadistas en el este, aunque logró reconquistar gran parte de la ciudad de Bengasi, cuna de la revolución de 2011.
Paralelamente, el gobierno de unión del primer ministro Sarraj, vigente desde marzo de 2016, no consigue imponerse. Ni siquiera en Trípoli, donde la situación es muy confusa como se vio la semana pasada con la entrada de hombres armados (vinculados a milicias) en varios ministerios.
En este contexto, "Moscú está evaluando claramente si le beneficia hacer inclinar la balanza política y militar en favor del este de Libia", considera Chorin.
El consultor estadounidense estima que una implicación de Rusia podría llevar a Occidente a revisar el acuerdo político que permitió el establecimiento del GNA. Y esto, de suceder, podría generar "un conflicto abierto" entre el este y el oeste.
Por su lado Toaldo no descarta que el mariscal Haftar reciba apoyo de Rusia, Egipto y Estados Unidos, "Sobre todo en el contexto de declaraciones de miembros del equipo Trump sobre los Hermanos Musulmanes --enemigos jurados de Haftar y del presidente egipcio Abdelfattah al Sisi-- a los que consideran como el equivalente a Al Qaida y al grupo yihadista Estado Islámico", explica el experto.
"Los partidarios internacionales de Haftar parecen creer que la administración Trump podría aceptar que (...) Haftar entre en una confrontación militar con las milicias del oeste de Libia", señala Jason Pack, experto en Libia.
Rusia, otrora con buenas relaciones con Gadafi, podría desempeñar "un papel principal en el futuro en Libia", que se convertiría para ella "en otro puesto de vanguardia en el Mediterráneo" después de Siria, según este experto.
Una implicación en Libia permitiría a Moscú ampliar su influencia en el mundo árabe y en el Mediterráneo, donde los rusos volvieron con fuerza, con la intervención en Siria, recalca Ethan Chorin, un exdiplomático estadounidense destacado en Trípoli y ahora consultor.
Aunque sumida en el caos desde la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011, Libia sigue siendo potencialmente un fuerte atractivo por sus inmensos recursos petroleros y de gas.
Moscú parece haber elegido su campo en la lucha entre el gobierno de unión nacional GNA (con sede en Trípoli y apoyado por la ONU, Occidente y algunos países africanos) y las autoridades rivales del este, al mando de las cuales está el mariscal Haftar.
Este militar septuagenario, oriundo de Cirenaica, se impuso como un interlocutor indispensable tras apoderarse de cuatro terminales petroleras en el este, desde donde se exporta la mayor parte del petróleo libio.
Cuenta con el apoyo de países árabes como Egipto, que posee una larga frontera con el este de Libia, y de los Emiratos Árabes Unidos.
También viajó a Moscú en dos ocasiones en 2016. En noviembre pidió ayuda a Rusia para levantar el embargo sobre las armas impuesto por la ONU desde 2011.
"No está claro si Moscú aceptará suministrar armas (a las fuerzas de Haftar) mientras el embargo esté en vigor", declaró a la AFP Mattia Toaldo, experto del consejo europeo de relaciones exteriores.
Pero, según él, que todo parece indicar que el viento sopla a favor de Haftar, un exdignatario del régimen de Gadafi que se autoproclamó jefe del Ejército Nacional Libio (ANL).
Sus rivales, en particular las milicias de Misrata (oeste), lo acusan de querer instaurar un régimen militar en Libia.
Sus enemigos ponen en duda sus capacidades militares. Al ANL le cuesta acabar con los grupos yihadistas en el este, aunque logró reconquistar gran parte de la ciudad de Bengasi, cuna de la revolución de 2011.
Paralelamente, el gobierno de unión del primer ministro Sarraj, vigente desde marzo de 2016, no consigue imponerse. Ni siquiera en Trípoli, donde la situación es muy confusa como se vio la semana pasada con la entrada de hombres armados (vinculados a milicias) en varios ministerios.
En este contexto, "Moscú está evaluando claramente si le beneficia hacer inclinar la balanza política y militar en favor del este de Libia", considera Chorin.
El consultor estadounidense estima que una implicación de Rusia podría llevar a Occidente a revisar el acuerdo político que permitió el establecimiento del GNA. Y esto, de suceder, podría generar "un conflicto abierto" entre el este y el oeste.
Por su lado Toaldo no descarta que el mariscal Haftar reciba apoyo de Rusia, Egipto y Estados Unidos, "Sobre todo en el contexto de declaraciones de miembros del equipo Trump sobre los Hermanos Musulmanes --enemigos jurados de Haftar y del presidente egipcio Abdelfattah al Sisi-- a los que consideran como el equivalente a Al Qaida y al grupo yihadista Estado Islámico", explica el experto.
"Los partidarios internacionales de Haftar parecen creer que la administración Trump podría aceptar que (...) Haftar entre en una confrontación militar con las milicias del oeste de Libia", señala Jason Pack, experto en Libia.
Rusia, otrora con buenas relaciones con Gadafi, podría desempeñar "un papel principal en el futuro en Libia", que se convertiría para ella "en otro puesto de vanguardia en el Mediterráneo" después de Siria, según este experto.
