El valle de los caídos, cerca de Madrid, en España.
Esta imponente basílica construida a iniciativa de Franco por 15.000 trabajadores forzados(presos republicanos y socialistas) alberga los restos del dictador y del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y de entre 40.000 y 60.000 víctimas de los muertos durante la Guerra Civil (1936-39).
Madrid inició la despolitización del Valle de los Caídos en 2007 prohibiendo los homenajes al Caudillo y estudia transferir los restos del dictador y de Primo de Rivera a tumbas familiares.
El objetivo es que este mausoleo, coronado por una cruz de 100 metros de alto visible desde varios kilómetros a la redonda, deje de ser símbolo de la dictadura (1939-75) y se convierta en un lugar neutro en memoria de las víctimas del franquismo.
Pero la maniobra se anuncia ardua.
El gobieron acaba de crear una comisión de expertos que tiene cinco meses para decidir sobre el futuro de la basílica, situada a 60 km al noreste de Madrid.
"Si la comisión de expertos así lo traslada al gobierno, el gobierno tendrá que negociar con la familia de Franco que los restos se depositen en el panteón del cementerio del Pardo (cerca de Madrid), que es donde está enterrada su familia", declaró esta semana el ministro encargado de la memoria histórica, Ramón Jáuregui.
Pero la hija del dictador, Carmen Franco, de 85 años, está totalmente en contra.
"Me parece mal. La opinión de la familia es que se quede allí, que es una basílica", dijo.
"No se puede sacar los restos sin el acuerdo de las familias, tienen que quedarse donde están", declaró el presidente de la asociación de defensa del Valle de los Caídos, Pablo Linares.
Jáuregui asegura sin embargo que el gobierno tiene "capacidad de tomar este tipo de decisiones" sin acuerdo de las familias.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) reclama desde hace años la exhumación de los restos de Franco, que murió el 20 de noviembre de 1975.
"Nosotros, que somos familiares de víctimas del franquismo, no podemos tolerar que el Estado nos obligue a pagar con nuestros impuestos la tumba del causante del sufrimiento de tantas familias", asegura su presidente, Emilio Silva.
"El gobierno está siendo muy blando y tiene que tomar una decisión y no ampararse en una comisión para decir que las propuestas no son suyas, sino de una comisión", añade.
¿Qué futuro dar entonces a esta basílica austera, construida en la roca entre 1940 y 1958 por presos del bando republicano, donde el tiempo parece haberse detenido?
El monumento debe ser un "lugar para la memoria de los esclavos políticos que construyeron ese monstruo de piedra", según Silva.
"Es como el mundo al revés: en el centro de Europa los campos de concentración están dedicados a las víctimas; aquí tenemos el Valle de los Caídos dedicado a los verdugos. Hay que cambiar esa relación", afirmó.
El historiador Julián Casanova no es favorable a exhumar los restos de Franco. "Tienen que estar allí porque es un lugar de historia, Franco esta allí porque él ha querido estar enterrado allí", estima.
Podría convertirse en "un lugar de información, que explique la historia, cómo se hizo, quién lo hizo, a costa de qué, que cuente la verdad sobre los que fueron llevados allí de forma clandestina", propone este profesor de la Universidad de Zaragoza.
Muchos cuerpos de víctimas, enterradas en un primer momento en varias regiones españolas, fueron exhumadas tras la guerra para ser transferidas al Valle de los Caídos para llenar el mausoleo, inicialmente concebido para albergar sólo los restos de las víctimas del campo ganador.
Madrid inició la despolitización del Valle de los Caídos en 2007 prohibiendo los homenajes al Caudillo y estudia transferir los restos del dictador y de Primo de Rivera a tumbas familiares.
El objetivo es que este mausoleo, coronado por una cruz de 100 metros de alto visible desde varios kilómetros a la redonda, deje de ser símbolo de la dictadura (1939-75) y se convierta en un lugar neutro en memoria de las víctimas del franquismo.
Pero la maniobra se anuncia ardua.
El gobieron acaba de crear una comisión de expertos que tiene cinco meses para decidir sobre el futuro de la basílica, situada a 60 km al noreste de Madrid.
"Si la comisión de expertos así lo traslada al gobierno, el gobierno tendrá que negociar con la familia de Franco que los restos se depositen en el panteón del cementerio del Pardo (cerca de Madrid), que es donde está enterrada su familia", declaró esta semana el ministro encargado de la memoria histórica, Ramón Jáuregui.
Pero la hija del dictador, Carmen Franco, de 85 años, está totalmente en contra.
"Me parece mal. La opinión de la familia es que se quede allí, que es una basílica", dijo.
"No se puede sacar los restos sin el acuerdo de las familias, tienen que quedarse donde están", declaró el presidente de la asociación de defensa del Valle de los Caídos, Pablo Linares.
Jáuregui asegura sin embargo que el gobierno tiene "capacidad de tomar este tipo de decisiones" sin acuerdo de las familias.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) reclama desde hace años la exhumación de los restos de Franco, que murió el 20 de noviembre de 1975.
"Nosotros, que somos familiares de víctimas del franquismo, no podemos tolerar que el Estado nos obligue a pagar con nuestros impuestos la tumba del causante del sufrimiento de tantas familias", asegura su presidente, Emilio Silva.
"El gobierno está siendo muy blando y tiene que tomar una decisión y no ampararse en una comisión para decir que las propuestas no son suyas, sino de una comisión", añade.
¿Qué futuro dar entonces a esta basílica austera, construida en la roca entre 1940 y 1958 por presos del bando republicano, donde el tiempo parece haberse detenido?
El monumento debe ser un "lugar para la memoria de los esclavos políticos que construyeron ese monstruo de piedra", según Silva.
"Es como el mundo al revés: en el centro de Europa los campos de concentración están dedicados a las víctimas; aquí tenemos el Valle de los Caídos dedicado a los verdugos. Hay que cambiar esa relación", afirmó.
El historiador Julián Casanova no es favorable a exhumar los restos de Franco. "Tienen que estar allí porque es un lugar de historia, Franco esta allí porque él ha querido estar enterrado allí", estima.
Podría convertirse en "un lugar de información, que explique la historia, cómo se hizo, quién lo hizo, a costa de qué, que cuente la verdad sobre los que fueron llevados allí de forma clandestina", propone este profesor de la Universidad de Zaragoza.
Muchos cuerpos de víctimas, enterradas en un primer momento en varias regiones españolas, fueron exhumadas tras la guerra para ser transferidas al Valle de los Caídos para llenar el mausoleo, inicialmente concebido para albergar sólo los restos de las víctimas del campo ganador.