Durante el Hay Festival, que cierra este domingo en la ciudad de Cartagena (norte de Colombia) y reúne a un centenar de creadores locales e internacionales, escritores colombianos hablaron de su necesidad de escribir para entender la violencia en su país, sometido desde hace medio siglo a un conflicto armado.
"A mí me interesa mucho saber de dónde proviene el alma violenta de este país. Tengo un poema sobre los soldados muertos o los guerrilleros muertos, sobre estas cosas que tú todos los días tienes que ver y por las que mucha gente pasa indiferente, pero a las que los escritores volvemos, con las que nos conmocionamos", dijo a la AFP la escritora Piedad Bonnett, autora de "Lo que no tiene nombre" y "Siempre fue invierno", entre otras novelas.
Bonnett, también poetisa y dramaturga, explicó que aunque su obra tiene un carácter más intimista y no versa sobre el conflicto armado o la violencia del narcotráfico, "todos los escritores colombianos sentimos en el fondo de nosotros que no podemos eludir eso", por lo que una de sus novelas incluye la historia de un guerrillero y otra retrata la lucha cruenta del Estado contra los grupos rebeldes.
El escritor Juan Gabriel Vásquez, perteneciente a una generación posterior a la de Bonett, asegura que los nacidos como él en los años 1970 están "muy marcados por la violencia, porque nacimos al mismo tiempo que el negocio del narcotráfico y hemos crecido al mismo tiempo en que se convertía en una industria de crimen y terrorismo".
En "El ruido de las cosas al caer", ganadora del premio Alfaguara de novela en 2011, Vásquez relata una historia que gira en torno al fantasma del narcotraficante colombiano Pablo Escobar y los efectos de la violencia del narco.
"Si uno echa una mirada a la literatura del siglo XX, se da cuenta de que las novelas se convierten en un intento por dar respuesta a esas preguntas que nos hacemos: ¿Por qué pasó esto? ¿Cómo nos cambió el haber convivido con esas circunstancias? Y en ese sentido no es anormal que la literatura colombiana siga hablando de narcotráfico, de Escobar, del terrorismo", aseguró a la AFP.
Estos escritores creen que seguirán apareciendo obras que, bajo el influjo de la violencia, busquen explicar la realidad colombiana, aún si el gobierno de Juan Manuel Santos logra el acuerdo de paz que negocia en Cuba desde 2012 con la principal guerrilla del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas).
Esto, porque contar las historias de violencia "libera" a quienes las padecieron, ayuda a "hacer catarsis" a la sociedad y permite avanzar hacia la paz, según coincidieron políticos y escritores en un coloquio del Hay Festival.
"Cuando uno cuenta una historia, uno lo que intenta es que los otros se pongan en los zapatos de quienes padecieron esa historia. Pero yo creo que también el propósito es liberarse de esa historia, no seguir todo el tiempo recordándola (...) sentir que uno tiene la posibilidad de olvidarla", dijo el escritor Héctor Abad Faciolince en la charla.
Abad Faciolince narró en su libro "El olvido que seremos", la personalísima historia de su familia y su padre, asesinado por paramilitares por sus ideas políticas.
A la sombra de un Nobel
Abad Faciolince, Vásquez y Bonnett escriben influenciados por la violencia colombiana, pero también marcados por la ominpresencia de García Márquez.
"Hay muchos escritores de mi generación para los cuales (García Márquez) es un peso y una losa, y algo que les hace sombra y les molesta profundamente. Para mí, es todo lo contrario. La del boom latinoamericano fue una generación que nos abrió puertas, nos enseñó cosas (...) y además nos liberó de la costumbre que heredaron ellos de escribir solamente dentro de la tradición de sus países", explicó Vásquez.
Mientras que Bonett, nacida en 1951 y quien descubrió al Nobel cuando tenía 18 años, aseguró que le debe la consolidación de su vocación y que ahora, permeada su obra por García Márquez, lo siente como "una compañía y una presencia".
El encuentro literario y artístico Hay Festival -surgido en 1988 en la población inglesa de Hay-on-Way- reúne a un centenar de intelectuales en Cartagena, donde se celebra un capítulo de este festival desde 2006.