En la "Conga contra la Homofobia" (danza popular cubana, de origen africano) participaron unos 400 homosexuales, travestis y transexuales -además de heterosexuales-, que bailaron al compás de tambores y trompetas, y gritaron consignas antihomofóbicas, estremeciendo la céntrica "Rampa" habanera.
"¡Abajo la homofobia!, "¡Viva la diversidad sexual!", coreaban los participantes, que portaban globos multicolores y banderas Arcoiris, emblema de la diversidad sexual, ante la mirada atónita de algunos transeúntes y la complacencia de otros, que terminaban sumándose a la telúrica conga.
"Esta conga santiaguera apela a los sentimientos más profundos de todos los seres humanos" para "que los derechos sexuales sean considerados derechos humanos", dijo Mariela, quien encabezó la actividad, organizada en el marco de la Quinta Jornada Cubana contra la Homofobia, que comenzó el martes.
La sexóloga, de 50 años y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, dijo a la prensa que su padre apoya los derechos de los homosexuales cubanos, incluida la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, una propuesta que espera sea debatida este año por el Parlamento de la isla.
"El presidente cubano (...) ha estado hablando sobre el tema, pero él no lo ha hecho público", explicó Mariela, quien sostiene que la propuesta no está referida a matrimonios, sino a uniones consensuales amparadas por la legislación.
Jennifer, un esbelto travesti de 18 años, llegó a la Rampa enfundada en el biquini color oro brillante que viste cada noche en el espectáculo que organiza un restaurante privado de La Habana, en el que también trabaja como mesera.
"Estoy aquí para defender la diversidad sexual", declaró Jennifer a la AFP, mientras posaba para los fotógrafos, portando un cartel en que se leía: "Humanidad es diversidad".
Pedro, un artesano gay de 37 años, lo hacía para reclamar "un poco más de libertad". "Mucho se ha logrado, pero todavía nos falta", acotó.
La conga, que acompañaron "zanqueros", bailarines disfrazados y montados sobre zancos, abrió una jornada de debates, desfiles de moda y venta de libros, entre ellos la antología narrativa de tema lésbico "Nosotras dos", compilada por Dulce María Sotolongo y presentada el jueves.
Con esas actividades el Centro busca socavar el machismo y la exclusión, que fue un grave problema en Cuba, donde se llegó a la reclusión de homosexuales en campos de trabajo durante la década de los años 60 y se marginó a intelectuales homosexuales durante el "quinquenio gris", en los 70.
Las congas soy muy populares en la provincia de Santiago de Cuba, 900 km al sureste de La Habana, donde, con sus atuendos multicolores y danzas, compiten entre sí durante el carnaval, en una tradición legada por los ancestros, esclavos venidos de Africa.
Mariela explicó el martes que cuando el Cenesex organizó la primera en 2008 buscaba "algo original para llamar la atención sobre la homofobia" y que "en el futuro" pretende hacerlas "con todo el rigor que llevan".
La de este sábado, que recorrió unos 400 metros, desde la avenida del Malecón hasta el centro cultural "Pabellón Cuba", superó a las anteriores en número de participantes, demostrando, según Mariela, que todavía "podemos inventarnos muchos espacios para gozar (divertirnos) y a la vez luchar por la "inclusión".
"¡Abajo la homofobia!, "¡Viva la diversidad sexual!", coreaban los participantes, que portaban globos multicolores y banderas Arcoiris, emblema de la diversidad sexual, ante la mirada atónita de algunos transeúntes y la complacencia de otros, que terminaban sumándose a la telúrica conga.
"Esta conga santiaguera apela a los sentimientos más profundos de todos los seres humanos" para "que los derechos sexuales sean considerados derechos humanos", dijo Mariela, quien encabezó la actividad, organizada en el marco de la Quinta Jornada Cubana contra la Homofobia, que comenzó el martes.
La sexóloga, de 50 años y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, dijo a la prensa que su padre apoya los derechos de los homosexuales cubanos, incluida la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, una propuesta que espera sea debatida este año por el Parlamento de la isla.
"El presidente cubano (...) ha estado hablando sobre el tema, pero él no lo ha hecho público", explicó Mariela, quien sostiene que la propuesta no está referida a matrimonios, sino a uniones consensuales amparadas por la legislación.
Jennifer, un esbelto travesti de 18 años, llegó a la Rampa enfundada en el biquini color oro brillante que viste cada noche en el espectáculo que organiza un restaurante privado de La Habana, en el que también trabaja como mesera.
"Estoy aquí para defender la diversidad sexual", declaró Jennifer a la AFP, mientras posaba para los fotógrafos, portando un cartel en que se leía: "Humanidad es diversidad".
Pedro, un artesano gay de 37 años, lo hacía para reclamar "un poco más de libertad". "Mucho se ha logrado, pero todavía nos falta", acotó.
La conga, que acompañaron "zanqueros", bailarines disfrazados y montados sobre zancos, abrió una jornada de debates, desfiles de moda y venta de libros, entre ellos la antología narrativa de tema lésbico "Nosotras dos", compilada por Dulce María Sotolongo y presentada el jueves.
Con esas actividades el Centro busca socavar el machismo y la exclusión, que fue un grave problema en Cuba, donde se llegó a la reclusión de homosexuales en campos de trabajo durante la década de los años 60 y se marginó a intelectuales homosexuales durante el "quinquenio gris", en los 70.
Las congas soy muy populares en la provincia de Santiago de Cuba, 900 km al sureste de La Habana, donde, con sus atuendos multicolores y danzas, compiten entre sí durante el carnaval, en una tradición legada por los ancestros, esclavos venidos de Africa.
Mariela explicó el martes que cuando el Cenesex organizó la primera en 2008 buscaba "algo original para llamar la atención sobre la homofobia" y que "en el futuro" pretende hacerlas "con todo el rigor que llevan".
La de este sábado, que recorrió unos 400 metros, desde la avenida del Malecón hasta el centro cultural "Pabellón Cuba", superó a las anteriores en número de participantes, demostrando, según Mariela, que todavía "podemos inventarnos muchos espacios para gozar (divertirnos) y a la vez luchar por la "inclusión".