Marcha de la ultraderecha en Gyöngyöspata.
Antes de que esa medida entre en vigor en enero de 2012 en todo el país por iniciativa del gobierno conservador de Viktor Orban, la municipalidad de extrema derecha de Gyöngyöspata experimenta ya desde agosto el programa.
Y eso pese a que el gobierno conservador ya redujo de manera sensible el monto y la duración de la subvención por desempleo: de 120% a 100% del salario mínimo, fijado en unos 80.000 forints (280 euros), y de 270 a 90 días.
La más afectada es la minoría gitana de 450 personas de esta pequeña ciudad, muchos de los cuales no tienen acceso a la educación, son poco calificados, están sumidos en el desempleo y son mal vistos por sectores de la población que los acusan de de cometer pequeños delitos.
Unos 80 gitanos y cinco húngaros deben realizar ya tareas de interés general en Gyöngyöspata, en labores como quitar la maleza en los terrenos comunales y espacios verdes o limpiar las calles.
En Gyöngyöspata hubo en la primavera desfiles de milicias de extrema derecha y luego se reemplazó a su alcalde renunciante por un edil del partido de extrema derecha Jobbik, Oszkar Juhasz.
Estas milicias de extrema derecha hicieron patrullajes para "hacer respetar el orden", antes de que se les prohibiera hacerlas por surgir incidentes con los gitanos.
Organizaciones no gubernamentales (ONG) indicaron que "ese programa sirve para aterrorizar a la minoría Rom (gitana)", afirmó a la AFP Peter Juhasz, responsable de la Unión Húngara para las Libertades Cívicas.
La alcaldía es criticada también por un empresario que emplea a 22 gitanos en el marco de este programa, Jozsef Farkas, quien afirma que "los trabajadores son hostigados por la policía o los vigilantes de la municipalidad varias veces por día".
Y eso pese a que el gobierno conservador ya redujo de manera sensible el monto y la duración de la subvención por desempleo: de 120% a 100% del salario mínimo, fijado en unos 80.000 forints (280 euros), y de 270 a 90 días.
La más afectada es la minoría gitana de 450 personas de esta pequeña ciudad, muchos de los cuales no tienen acceso a la educación, son poco calificados, están sumidos en el desempleo y son mal vistos por sectores de la población que los acusan de de cometer pequeños delitos.
Unos 80 gitanos y cinco húngaros deben realizar ya tareas de interés general en Gyöngyöspata, en labores como quitar la maleza en los terrenos comunales y espacios verdes o limpiar las calles.
En Gyöngyöspata hubo en la primavera desfiles de milicias de extrema derecha y luego se reemplazó a su alcalde renunciante por un edil del partido de extrema derecha Jobbik, Oszkar Juhasz.
Estas milicias de extrema derecha hicieron patrullajes para "hacer respetar el orden", antes de que se les prohibiera hacerlas por surgir incidentes con los gitanos.
Organizaciones no gubernamentales (ONG) indicaron que "ese programa sirve para aterrorizar a la minoría Rom (gitana)", afirmó a la AFP Peter Juhasz, responsable de la Unión Húngara para las Libertades Cívicas.
La alcaldía es criticada también por un empresario que emplea a 22 gitanos en el marco de este programa, Jozsef Farkas, quien afirma que "los trabajadores son hostigados por la policía o los vigilantes de la municipalidad varias veces por día".