Estados Unidos liberó la semana pasada a cinco dirigentes del régimen talibán (1996-2001) presos en Guantánamo, a cambio de Bowe Bergdahl, el único prisionero de guerra estadounidense que estaba en poder de los rebeldes islamistas afganos desde hacía cinco años.
El acuerdo ha propiciado la ira y el resentimiento en Shomali, sobre todo en la población de Deh Saqi, devastada a finales de los años 1990 por milicias talibanes tal vez dirigidas por el mulá Mohamed Fazl, uno de los cinco liberados.
"¿Por qué Estados Unidos suelta a los enemigos de la paz, a los enemigos de Afganistán?", protesta Mohamed Arif, que tuvo que huir junto con 18 miembros de su familia en esa época para escapar a la violencia de los talibanes.
Solo regresó después de 2001, cuando los talibanes fueron desalojados del poder tras la invasión occidental lanzada por Estados Unidos.
"Los talibanes solo saben matar, mutilar y saquear. Solo conocen la destrucción y la devastación", deplora este campesino de 53 años, todavía perturbado, más de 12 años después, por la ofensiva devastadora de los talibanes en esta región.
Los habitantes de Deh Saqi recuerdan esos terribles días, cuando tuvieron que alimentarse exclusivamente de moras y decenas de miles de civiles huían de los combates.
- "Lo peor de lo peor" -
Mohamed Arif no recuerda haber visto tanta violencia, ni siquiera durante la invasión soviética de Afganistán en los años 1980. "Fue una masacre", dice bajando la voz.
El mulá Fazl es el presunto responsable de la destrucción masiva de casas, viñedos y hortalizas, así como de la ejecución de los combatientes enemigos que se habían rendido.
Otro comandante talibán liberado junto a Fazl, Norulá Noori, es sospechoso de haber participado en la masacre de miles de chiitas en 1998 en el norte del país, en la época en que era gobernador de la provincia de Balkl.
Según Michael Kugelman, del Centro de Estudios internacionales Woodrow Wilson de Washington, los cinco talibanes liberados son "lo peor de lo peor" y siguen constituyendo "una clara amenaza".
Los cinco talibanes en cuestión no han hecho declaraciones. Personas cercanas a Norulá Noori declararon que a partir de ahora solo desean trabajar por la paz.
Pero numerosos habitantes de Shomali dudan mucho de ello, y creen que los talibanes preferirán siempre el combate a la negociación.
Omar Samad, un analista de la New America Foundation, considera que el gobierno estadounidense debe vigilarlos de cerca y asegurarse "que no constituyen una amenaza para los afganos ni para otros".
Syed Ahmed, un campesino y excombatiente de la Alianza del Norte, de 40 años, que quedó ciego a causa de los combates de 1999 en Shomali, cree que los talibanes esperarán la salida definitiva de las tropas estadounidenses, a finales de 2016, para pasar de nuevo a la ofensiva.
"Los estadounidenses vinieron a Afganistán para sacar del país a los talibanes pero los talibanes siguen resistiendo después de diez años de guerra ¿Cómo pueden irse los estadounidenses si no han cumplido su misión?", se pregunta.