"Si no reporta beneficios económicos para Irán, nosotros también abandonaremos el pacto", dijo el director general del Ministerio del Exterior, Abdolresa Farachi, según señaló la agencia de noticias ISNA.
Es por ello que los socios europeos del acuerdo (Alemania, Francia y Reino Unido) deberían implicarse en cumplir con los compromisos para mejorar las relaciones comerciales, subrayó Farachi. Para Irán más importante que la decisión de Trump es cómo responderán los europeos, añadió.
Farachi reaccionaba así a los esfuerzos esta semana en Washington de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, Emmanuel Macron, de evitar que Trump abandone el acuerdo. No obstante, los dos líderes europeos han admitido que el acuerdo en su forma actual es insuficiente porque no limita la desestabilización iraní en la región de Oriente Medio ni el desarrollo de misiles como posible forma de transportar armas nucleares.
Los europeos y estadounidenses llaman "desestabilización" iraní o "apoyo al terrorismo" el apoyo que Irán da a Hezbolá y Hamas, dos movimentos de resistencia, en Líbano y Palestina, contra una ocupación israelí ilegal desde el punto de vista del derecho internacional.
Irán, sin embargo, se niega a volver a negociar el acuerdo.
Durante la visita de Merkel a Trump, el político estadounidense calificó a Irán de "régimen asesino".
Irán firmó en julio de 2015 un acuerdo con las cinco naciones con derecho a veto en la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido), así como con Alemania, que entró en vigor en enero de 2016. El tratado impide a Irán desarrollar armas nucleares a cambio de normalizar las relaciones económicas y levantar las sanciones.
Sin embargo hasta la fecha no se ha producido un verdadero impulso económico debido a que los grandes bancos europeos temen que Estados Unidos imponga nuevas sanciones para impedir la financiación de proyectos comerciales.
Las reformas económicas que el presidente iraní Hassan Rohani prometió al pueblo no se han podido poner en marcha debido a esos obstáculos. Los seguidores de la línea dura en el país confesional, que al igual que Trump rechazan el acuerdo, aprovechan la situación para presionar al Gobierno.
Es por ello que los socios europeos del acuerdo (Alemania, Francia y Reino Unido) deberían implicarse en cumplir con los compromisos para mejorar las relaciones comerciales, subrayó Farachi. Para Irán más importante que la decisión de Trump es cómo responderán los europeos, añadió.
Farachi reaccionaba así a los esfuerzos esta semana en Washington de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, Emmanuel Macron, de evitar que Trump abandone el acuerdo. No obstante, los dos líderes europeos han admitido que el acuerdo en su forma actual es insuficiente porque no limita la desestabilización iraní en la región de Oriente Medio ni el desarrollo de misiles como posible forma de transportar armas nucleares.
Los europeos y estadounidenses llaman "desestabilización" iraní o "apoyo al terrorismo" el apoyo que Irán da a Hezbolá y Hamas, dos movimentos de resistencia, en Líbano y Palestina, contra una ocupación israelí ilegal desde el punto de vista del derecho internacional.
Irán, sin embargo, se niega a volver a negociar el acuerdo.
Durante la visita de Merkel a Trump, el político estadounidense calificó a Irán de "régimen asesino".
Irán firmó en julio de 2015 un acuerdo con las cinco naciones con derecho a veto en la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido), así como con Alemania, que entró en vigor en enero de 2016. El tratado impide a Irán desarrollar armas nucleares a cambio de normalizar las relaciones económicas y levantar las sanciones.
Sin embargo hasta la fecha no se ha producido un verdadero impulso económico debido a que los grandes bancos europeos temen que Estados Unidos imponga nuevas sanciones para impedir la financiación de proyectos comerciales.
Las reformas económicas que el presidente iraní Hassan Rohani prometió al pueblo no se han podido poner en marcha debido a esos obstáculos. Los seguidores de la línea dura en el país confesional, que al igual que Trump rechazan el acuerdo, aprovechan la situación para presionar al Gobierno.