"El último poema, que da sentido al libro, en el penúltimo verso dice precisamente: 'al sur del silencio, patria de náufragos y errantes, la poesía, el punto cardinal del peregrino'. Finalmente, el libro está concebido en el sentido de cuál es ese lugar donde estamos los que perdimos un lugar", dice Selser en entrevista con la agencia dpa.
Su historia personal, marcada por el exilio familiar a México con su padre, el periodista Gregorio Selser (1922-1991), a los 19 años después del golpe militar de 1976 en Argentina, y una etapa en Nicaragua, se entremezcla con otras partidas, otras búsquedas y otras ausencias en los 42 poemas.
Así aparecen en sus versos los 43 estudiantes de la escuela de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 en México, los migrantes centroamericanos en "La Bestia", el tren de carga al que se trepan en busca del sueño americano, y el niño sirio Aylan, arrojado sin vida por el mar a una playa de Turquía.
Selser, que es editora de la sección internacional del diario mexicano "Milenio", vuelca en sus poesías, escritas sin horario fijo en medio del frenesí de su vida como periodista, muchos de los temas con los que le toca trabajar día a día.
"Ahora mismo México, Centroamérica, Cuba, Europa, el norte de África, Asia, son lugares de tránsito. Definitivamente es una poesía que está teñida del contexto político internacional", afirma Selser, autora también de la novela "El arca de los sueños", el libro de poesía "La senda del castaño" y el libro infantil "Lucas, el dinosaurio feliz".
El poema de "Ayotzinapa" es un haiku, una composición con una estructura de origen japonés de sólo tres versos de cinco, siete y cinco sílabas: "Dice una madre / si aún no lo he soñado / es que está vivo".
"Como argentina y como sudamericana, la violencia en México, el drama de los desaparecidos en México no me pasa desapercibido, pero al mismo tiempo, traté de ser cuidadosa en las formas", explica la autora. "Traté de no caer en el panfleto, de no sacar provecho desde la literatura a una realidad obviamente terrible".
Después de llegar a México con sus padres y su hermana Gabriela -actualmente corresponsal de dpa en Managua- hace más de cuatro décadas, Irene Selser vivió una década en Nicaragua y regresó a México.
Sus dos hijas, una de ellas nacida en Nicaragua, tienen la nacionalidad mexicana. Su otra hermana, Claudia, a quien aún llora en sus versos, murió en 2013 en Buenos Aires.
Aunque se describe como argentina, nicaragüense y mexicana, la vida trashumante ha hecho que para ella la patria sea "una imagen, la representación de un espejismo que bien puede ser una venganza", como dice la poesía que abre el libro, o un carrusel "que se quedó anclado en la plaza del barrio".
"En mi caso, por un exilio forzoso, viviendo en Argentina, en México, en Nicaragua, regresando a México, he visto que esta pérdida de lugar también es pérdida en parte de identidades, pero también incorporación de nuevas de alguna manera", afirma Selser.
"Tal vez a diferencia de Facundo Cabral que decía 'no soy de aquí ni soy de allá' definitivamente lo que he tratado de aprender es a incorporar, porque la pérdida es muy dolorosa".
Con sus tres patrias a cuestas dice que el destierro, más que un mal incurable, "es una convivencia y es una condición". "A veces amo a las tres patrias, a veces no amo a ninguna de las tres y digo me gustaría irme, pero ¿a dónde?".
"En todas partes hay grandes, grandes problemas. Ni siquiera es ya la mítica Europa porque ahora ya no se sabe cuándo uno o el hijo de uno puede estallar en un concierto de música", reflexiona. "Entonces creo que el mundo se ha convertido en un lugar en donde, de repente, el destierro pasa a ser la condición de vida de millones, de millones de ciudadanos y con ellos me identifico".
Su historia personal, marcada por el exilio familiar a México con su padre, el periodista Gregorio Selser (1922-1991), a los 19 años después del golpe militar de 1976 en Argentina, y una etapa en Nicaragua, se entremezcla con otras partidas, otras búsquedas y otras ausencias en los 42 poemas.
Así aparecen en sus versos los 43 estudiantes de la escuela de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 en México, los migrantes centroamericanos en "La Bestia", el tren de carga al que se trepan en busca del sueño americano, y el niño sirio Aylan, arrojado sin vida por el mar a una playa de Turquía.
Selser, que es editora de la sección internacional del diario mexicano "Milenio", vuelca en sus poesías, escritas sin horario fijo en medio del frenesí de su vida como periodista, muchos de los temas con los que le toca trabajar día a día.
"Ahora mismo México, Centroamérica, Cuba, Europa, el norte de África, Asia, son lugares de tránsito. Definitivamente es una poesía que está teñida del contexto político internacional", afirma Selser, autora también de la novela "El arca de los sueños", el libro de poesía "La senda del castaño" y el libro infantil "Lucas, el dinosaurio feliz".
El poema de "Ayotzinapa" es un haiku, una composición con una estructura de origen japonés de sólo tres versos de cinco, siete y cinco sílabas: "Dice una madre / si aún no lo he soñado / es que está vivo".
"Como argentina y como sudamericana, la violencia en México, el drama de los desaparecidos en México no me pasa desapercibido, pero al mismo tiempo, traté de ser cuidadosa en las formas", explica la autora. "Traté de no caer en el panfleto, de no sacar provecho desde la literatura a una realidad obviamente terrible".
Después de llegar a México con sus padres y su hermana Gabriela -actualmente corresponsal de dpa en Managua- hace más de cuatro décadas, Irene Selser vivió una década en Nicaragua y regresó a México.
Sus dos hijas, una de ellas nacida en Nicaragua, tienen la nacionalidad mexicana. Su otra hermana, Claudia, a quien aún llora en sus versos, murió en 2013 en Buenos Aires.
Aunque se describe como argentina, nicaragüense y mexicana, la vida trashumante ha hecho que para ella la patria sea "una imagen, la representación de un espejismo que bien puede ser una venganza", como dice la poesía que abre el libro, o un carrusel "que se quedó anclado en la plaza del barrio".
"En mi caso, por un exilio forzoso, viviendo en Argentina, en México, en Nicaragua, regresando a México, he visto que esta pérdida de lugar también es pérdida en parte de identidades, pero también incorporación de nuevas de alguna manera", afirma Selser.
"Tal vez a diferencia de Facundo Cabral que decía 'no soy de aquí ni soy de allá' definitivamente lo que he tratado de aprender es a incorporar, porque la pérdida es muy dolorosa".
Con sus tres patrias a cuestas dice que el destierro, más que un mal incurable, "es una convivencia y es una condición". "A veces amo a las tres patrias, a veces no amo a ninguna de las tres y digo me gustaría irme, pero ¿a dónde?".
"En todas partes hay grandes, grandes problemas. Ni siquiera es ya la mítica Europa porque ahora ya no se sabe cuándo uno o el hijo de uno puede estallar en un concierto de música", reflexiona. "Entonces creo que el mundo se ha convertido en un lugar en donde, de repente, el destierro pasa a ser la condición de vida de millones, de millones de ciudadanos y con ellos me identifico".