Algunos activistas llegan a Jordania
El gobierno israelí se veía confrontado a una fuerte presión internacional para investigar de forma "imparcial" el abordaje del lunes, que dejó nueve muertos entre los miembros de la misión y decenas de heridos, y para poner fin al bloqueo de la franja de Gaza.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, reiteró no obstante que el Estado hebreo mantendrá el bloqueo que impuso en 2007, cuando el movimiento islamista Hamas tomó el poder en ese territorio, después de que se le desconociera su triunfo electoral en 2006.
"Abrir una vía marítima para Gaza constituiría un gran riesgo para la seguridad de nuestros conciudadanos. Por lo tanto, hay que seguir con el bloqueo marítimo", dijo el jefe de gobierno israelí.
Los organizadores de la flotilla anunciaron por su lado que seguirán enviando barcos con ayuda para Gaza, pese a las advertencias de Israel de que impedirá a cualquier navío quebrar el bloqueo. Un barco irlandés, el "MV Rachel Corrie", se halla en ruta hacia Gaza.
La opinión pública israelí está dividida sobre la apertura de una investigación. Según un sondeo publicado el miércoles por el diario Maariv, 46,7% de las personas interrogadas dicen ser favorables a ella, y 51,6% consideran que sería inútil.
El grave incidente ha avivado además la enorme tensión que ya existía en Medio Oriente.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, calificó el miércoles de "terrorismo de Estado" el asalto israelí contra la flotilla y dijo que instaría al presidente estadounidense, Barack Obama, a tomar "decisiones valientes para cambiar la faz" de Medio Oriente.
Abas recibe el miércoles al emisario estadounidense George Mitchell, antes de su entrevista con Obama en la Casa Blanca el 9 de junio.
Entretanto, según la radio israelí 250 militantes de las 682 personas originarias de 42 países que estaban a bordo de los seis barcos de la flotilla estaban en vías de expulsión, al día siguiente de la expulsión de otras 45 personas.
Unas 120 personas, en su mayoría oriundas de países árabes, ya fueron llevadas en autobús a Jordania a través del puesto fronterizo del puente Allenby.
Además, 60 turcos deben ser repatriados en vuelos especiales desde Tel Aviv. Otro contingente de 70 turcos se encaminaba el miércoles de la prisión de Beersheva (sur de Israel) hacia el aeropuerto, según la radio.
Este proceso de expulsiones debería concluir el jueves, según la misma fuente.
La mayoría de los gobiernos de los países que tenían ciudadanos a bordo de la flotilla exigieron su liberación inmediata. Unos 50 extranjeros, así como seis soldados israelíes, siguen hospitalizados en Israel.
El asalto del lunes desató la ira de Turquía -la mayoría de los activistas eran turcos, así como al menos cuatro de las víctimas mortales- y un alud de críticas internacionales.
Israel, que ya había advertido que no permitiría que se violara el bloqueo, acusó a los militantes propalestinos de haber "desencadenado la violencia", al atacar a los soldados con cuchillos y barras de hierro. Pero los organizadores del convoy aseguraron que los comandos abrieron fuego de forma injustificada.
En todo caso, el drama enfrenta a Israel a una grave crisis diplomática, en especial con Turquía, hasta no hace mucho su aliado estratégico en la región. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, no dudó en pedir que Israel sea "castigado" por esta "masacre sangrienta".
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, reiteró no obstante que el Estado hebreo mantendrá el bloqueo que impuso en 2007, cuando el movimiento islamista Hamas tomó el poder en ese territorio, después de que se le desconociera su triunfo electoral en 2006.
"Abrir una vía marítima para Gaza constituiría un gran riesgo para la seguridad de nuestros conciudadanos. Por lo tanto, hay que seguir con el bloqueo marítimo", dijo el jefe de gobierno israelí.
Los organizadores de la flotilla anunciaron por su lado que seguirán enviando barcos con ayuda para Gaza, pese a las advertencias de Israel de que impedirá a cualquier navío quebrar el bloqueo. Un barco irlandés, el "MV Rachel Corrie", se halla en ruta hacia Gaza.
La opinión pública israelí está dividida sobre la apertura de una investigación. Según un sondeo publicado el miércoles por el diario Maariv, 46,7% de las personas interrogadas dicen ser favorables a ella, y 51,6% consideran que sería inútil.
El grave incidente ha avivado además la enorme tensión que ya existía en Medio Oriente.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, calificó el miércoles de "terrorismo de Estado" el asalto israelí contra la flotilla y dijo que instaría al presidente estadounidense, Barack Obama, a tomar "decisiones valientes para cambiar la faz" de Medio Oriente.
Abas recibe el miércoles al emisario estadounidense George Mitchell, antes de su entrevista con Obama en la Casa Blanca el 9 de junio.
Entretanto, según la radio israelí 250 militantes de las 682 personas originarias de 42 países que estaban a bordo de los seis barcos de la flotilla estaban en vías de expulsión, al día siguiente de la expulsión de otras 45 personas.
Unas 120 personas, en su mayoría oriundas de países árabes, ya fueron llevadas en autobús a Jordania a través del puesto fronterizo del puente Allenby.
Además, 60 turcos deben ser repatriados en vuelos especiales desde Tel Aviv. Otro contingente de 70 turcos se encaminaba el miércoles de la prisión de Beersheva (sur de Israel) hacia el aeropuerto, según la radio.
Este proceso de expulsiones debería concluir el jueves, según la misma fuente.
La mayoría de los gobiernos de los países que tenían ciudadanos a bordo de la flotilla exigieron su liberación inmediata. Unos 50 extranjeros, así como seis soldados israelíes, siguen hospitalizados en Israel.
El asalto del lunes desató la ira de Turquía -la mayoría de los activistas eran turcos, así como al menos cuatro de las víctimas mortales- y un alud de críticas internacionales.
Israel, que ya había advertido que no permitiría que se violara el bloqueo, acusó a los militantes propalestinos de haber "desencadenado la violencia", al atacar a los soldados con cuchillos y barras de hierro. Pero los organizadores del convoy aseguraron que los comandos abrieron fuego de forma injustificada.
En todo caso, el drama enfrenta a Israel a una grave crisis diplomática, en especial con Turquía, hasta no hace mucho su aliado estratégico en la región. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, no dudó en pedir que Israel sea "castigado" por esta "masacre sangrienta".