Desembarco de inmigrantes en Lampedusa
"Estoy muy preocupado y he pedido la intervención urgente de la UE porque el Magreb está explotando. Como siempre, nos han dejado solos. Gestionamos la urgencia humanitaria con la única protección civil. Una intervención de Europa es indispensable", dijo el ministro italiano del Interior, Roberto Maroni, en el telediario.
Roma pidió también una reunión urgente del Consejo de Justicia e Interior de la Unión Europea.
El titular de Interior italiano también quiere que su acción se centre en impedir la salida de los tunecinos de su país.
"Pediré al ministro tunecino de Relaciones Exteriores la autorización para que nuestras fuerzas puedan intervenir en Túnez para bloquear los flujos. El sistema tunecino está derrumbándose", advirtió.
Frattini espera una decisión rápida de la Unión Europea, de aquí a unos diez días, para el despliegue de una misión Frontex de interceptación y de patrulla a lo largo de las costas de Túnez.
Maroni, miembro del partido anti-inmigración y populista de la Liga del Norte, hizo esta declaración antes de que se anunciara que el canciller tunecino, Ahmed Unaies, presentó su renuncia al gobierno de transición.
Italia se enfrenta desde hace días a una oleada de desembarcos de inmigrantes clandestinos tunecinos.
Unas 5.000 personas desembarcaron en la isla italiana en los últimos cinco días. Solo el sábado por la noche llegaron otros mil, según fuentes italianas.
"Desde la medianoche, 977 personas llegaron a Lampedusa", declaró el domingo por la mañana el comandante del puerto de Lampedusa, Antonio Morana, mientras otras embarcaciones se acercaban a la isla situada a medio camino entre Sicilia y Túnez.
Pese al puente aéreo creado por las autoridades italianas para evacuar a los inmigrantes hacia Sicilia y otras regiones del sur del país, permanecían en Lampedusa más de 2.000 clandestinos, prácticamente todos tunecinos, según una estimación de la policía.
"La situación es difícil", reconoció el comandante Morana, "los desembarcos continúan a un ritmo incesante".
El mar apacible y el buen tiempo favorecen la salida de Túnez, donde la presión social es fuerte desde la caída del régimen de Ben Alí hace un mes.
"Nos resulta imposible seguir viviendo en Túnez: hay violencia, secuestros, no se sabe quién manda, el país está a la deriva", declaró una mujer que llegó durante la noche e indica querer reunirse con su familia en Francia.
El gobierno italiano proclamó el sábado el estado de emergencia humanitaria "pero esto ya no basta, tenemos que movilizar a los países del Mediterráneo que tienen navíos, aviones y helicópteros" para controlar las costas tunecinas, declaró en un entrevista al Corriere della Sera el ministro de Relaciones Exteriores, Franco Frattini.
Los clandestinos tunecinos recibirán ayuda "pero no pueden quedarse en el territorio italiano", recalcó, y serán repatriados.
Frattini apuntó al "modelo Albania" para resolver el problema de los refugiados tunecinos: en los años 1990, cerca de 15.000 refugiados albaneses desembarcaron en una semana en Italia.
"Habíamos resuelto la crisis al enviar nuestros barcos a patrullar las aguas albanesas. El gobierno de Tirana había aceptado nuestra ayuda y eso puso fin a la inmigración. Cuando los traficantes clandestinos ven navíos militares a dos km de la costa, ya no hacen salir sus embarcaciones", subrayó el ministro.
Roma pidió también una reunión urgente del Consejo de Justicia e Interior de la Unión Europea.
El titular de Interior italiano también quiere que su acción se centre en impedir la salida de los tunecinos de su país.
"Pediré al ministro tunecino de Relaciones Exteriores la autorización para que nuestras fuerzas puedan intervenir en Túnez para bloquear los flujos. El sistema tunecino está derrumbándose", advirtió.
Frattini espera una decisión rápida de la Unión Europea, de aquí a unos diez días, para el despliegue de una misión Frontex de interceptación y de patrulla a lo largo de las costas de Túnez.
Maroni, miembro del partido anti-inmigración y populista de la Liga del Norte, hizo esta declaración antes de que se anunciara que el canciller tunecino, Ahmed Unaies, presentó su renuncia al gobierno de transición.
Italia se enfrenta desde hace días a una oleada de desembarcos de inmigrantes clandestinos tunecinos.
Unas 5.000 personas desembarcaron en la isla italiana en los últimos cinco días. Solo el sábado por la noche llegaron otros mil, según fuentes italianas.
"Desde la medianoche, 977 personas llegaron a Lampedusa", declaró el domingo por la mañana el comandante del puerto de Lampedusa, Antonio Morana, mientras otras embarcaciones se acercaban a la isla situada a medio camino entre Sicilia y Túnez.
Pese al puente aéreo creado por las autoridades italianas para evacuar a los inmigrantes hacia Sicilia y otras regiones del sur del país, permanecían en Lampedusa más de 2.000 clandestinos, prácticamente todos tunecinos, según una estimación de la policía.
"La situación es difícil", reconoció el comandante Morana, "los desembarcos continúan a un ritmo incesante".
El mar apacible y el buen tiempo favorecen la salida de Túnez, donde la presión social es fuerte desde la caída del régimen de Ben Alí hace un mes.
"Nos resulta imposible seguir viviendo en Túnez: hay violencia, secuestros, no se sabe quién manda, el país está a la deriva", declaró una mujer que llegó durante la noche e indica querer reunirse con su familia en Francia.
El gobierno italiano proclamó el sábado el estado de emergencia humanitaria "pero esto ya no basta, tenemos que movilizar a los países del Mediterráneo que tienen navíos, aviones y helicópteros" para controlar las costas tunecinas, declaró en un entrevista al Corriere della Sera el ministro de Relaciones Exteriores, Franco Frattini.
Los clandestinos tunecinos recibirán ayuda "pero no pueden quedarse en el territorio italiano", recalcó, y serán repatriados.
Frattini apuntó al "modelo Albania" para resolver el problema de los refugiados tunecinos: en los años 1990, cerca de 15.000 refugiados albaneses desembarcaron en una semana en Italia.
"Habíamos resuelto la crisis al enviar nuestros barcos a patrullar las aguas albanesas. El gobierno de Tirana había aceptado nuestra ayuda y eso puso fin a la inmigración. Cuando los traficantes clandestinos ven navíos militares a dos km de la costa, ya no hacen salir sus embarcaciones", subrayó el ministro.