Una multitud se había reunido desde varias horas antes de los anuncios frente a la casa del ex capitán del Ejército para festejar una victoria ampliamente prevista por los sondeos.
Los presidentes del Perú, Colombia, Argentina, Chile, Ecuador, entre otros de la región; el secretario general de la OEA, Luis Almagro; y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, felicitaron a Bolsonaro por su victoria electoral.
"El presidente de Estados Unidos acabó de llamarnos y nos deseó buena suerte. Obviamente fue un contacto bastante amigable", afirmó el ex capitán al destacar la llamada de Trump, a quien considera como un modelo.
Jair Bolsonaro, un ex paracaidista de 63 años, logró capitalizar la decepción y la rabia de una población golpeada por años de recesión y estancamiento y hastiada de los escándalos de corrupción.
Haddad, profesor universitario y ex alcalde de Sao Paulo, de 55 años, fue designado candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en sustitución de su líder histórico, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), que purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por corrupción y lavado de activos.
En la primera vuelta, Bolsonaro obtuvo 46% de los votos, frente a 29% de Haddad. Pese a que el izquierista acortó distancias, el exministro de Educación se quedó lejos de la ansiada remontada.
Miles de manifestantes reunidos frente a la casa de Bolsonaro en Barra de Tijuca, un exlusivo barrio de Río de Janeiro, celebraron con euforia el anuncio de los resultados, lanzando fuegos artificiales. También hubo celebraciones importantes en Sao Paulo, la capital económica y financiera del país, y en otras ciudades.
El candidato del Partido Social Liberal (PSL) dirigió desde su casa una exitosa campaña que centró en las redes sociales, tras la puñalada que sufrió durante un mitin callejero a principios de septiembre.
Muy distinto al ambiente en el céntrico hotel de Sao Paulo donde Haddad y el comando de un Partido dos Trabajadores (PT) -que pierde por primera vez unos comicios nacionales tras cuatro victorias consecutivas- seguían los resultados.
En el local donde Bolsonaro votó, en el oeste de Río, los soldados cachearon a los electores y revisaron las inmediaciones con espejos y detectores de metales, mientras sus simpatizantes lo esperaban con banderas de Brasil anudadas en la espalda.
- Voto tranquilo -
La jornada de votación, que llamó a las urnas a 147,3 millones de brasileños transcurrió sin incidentes.
Bolsonaro "va a barrer a los corruptos, va a echar a esos crápulas, a esos comunistas", proclamó uno de sus simpatizantes, Alvaro Cardoso, un trabajador independiente, de 55 años.
El candidato entró por una puerta lateral, junto a su esposa, y se retiró sin dar declaraciones, saludando a sus simpatizantes con los pulgares hacia arriba y la "V" de la victoria.
Haddad, de su lado, votó en el barrio de Moema, en Sao Paulo, donde lo aguardaban militantes del PT con rosas blancas y rojas, al grito de "Brasil, urgente, Haddad presidente", que disputaban el espacio sonoro con los cacerolazos de protesta de un edificio cercano.
"Tengo mucha esperanza en el resultado", declaró Haddad a periodistas. "La nación está en peligro, la democracia está en peligro, las libertades individuales están en peligro", pero "Brasil despertó en los últimos días", acotó, antes de retirarse haciendo también la "V" de la victoria.
En el mismo colegio electoral, Renata Arruda, una trabajadora de telemarketing de 41 años, rompe a llorar al reconocer que su candidato lo tiene muy difícil. "Mi padre y mi madre vivieron la dictadura y tengo mucho miedo de que eso vuelva", afirma.
Bolsonaro es un ferviente defensor de la dictadura (1964-85) y admirador declarado de uno de los principales torturadores de aquel régimen.
- Rabia -
Haddad contó con el apoyo de millones de brasileños que se beneficiaron de las políticas de inclusión social de Lula.
Pero esa identificación disparó también su índice de rechazo, ya que para otros millones de personas Lula y el PT son sinónimos de manejes financieros turbios para mantenerse en el poder.
Un rechazo solo comparable... al del propio Bolsonaro, que en sus 27 años como diputado se distinguió por sus declaraciones misóginas, racistas y homófobas.
El ultraderechista, con una activa campaña en las redes sociales, ganó popularidad con las promesas de liberalizar el porte de armas para combatir una inseguridad galopante y de librar una guerra sin cuartel contra la corrupción.
A inicios de mes, un sondeo de Datafolha mostró que 88% de los brasileños se sienten "inseguros", 79% "tristes por la situación del país", 78% "desanimados", 68% con "rabia" y 62% con "miedo del futuro".
Bolsonaro asume la presidencia el 1 de enero por cuatro años. A partir de allí, su gurú económico, Paulo Guedes, tratará de lanzar un programa de privatizaciones para reducir la deuda y reactivar la economía, que viene de dos años de recesión y dos más de débil crecimiento.
El próximo presidente de Brasil deberá tratar con un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, las iglesias evangélicas y los defensores del porte de armas.
LAS PROPUESTAS DE BOLSONARO
DELINCUENCIA: El centro de la campaña de Bolsonaro fue su promesa de reducir la elevada tasa de criminalidad de Brasil. La mayor nación de Latinoamérica es la primera del mundo en número total de homicidios. El año pasado, un récord de 63.880 personas murieron asesinadas. Muchos brasileños conviven a diario con el miedo a sufrir atracos.
Bolsonaro presentó esta lucha como una moral, entre las fuerzas del bien y el mal. Se comprometió a dar vía libre a la policía en el uso de la fuerza y a aliviar las restricciones de armas para que la población pueda defenderse. Además, sugiere rebajar la edad mínima a la que los acusados pueden ser juzgados como adultos a 16 años.
ECONOMÍA: Según él mismo reconoce, no sabe mucho de economía, pero con su elección de un economista que estudió en la Universidad de Chicago como asesor se ganó a gran parte de la comunidad empresarial. Se comprometió a reducir el tamaño del gobierno, incluyendo recortar el número de ministerios, y a realizar una reforma de las pensiones que podría recortar al menos algunos beneficios. Además, busca privatizar muchas empresas estatales. Pero dado que se acaba de convertir a la teoría del liberalismo económico, algunos observadores se preguntan por cuánto tiempo y cómo de cerca estará de estos principios.
AUTORITARISMO: Bolsonaro ha elogiado la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985, calificando ese tiempo como una época más sencilla y segura. Muchos, especialmente los disidentes que combatieron contra ese régimen, se molestaron con esa descripción, señalando que el gobierno militar torturó a miles de personas y mató a cientos. Junto a su promesa de dar “carta blanca” a la policía para balear a sospechosos y sus palabras despectivas hacia muchos grupos minoritarios, algunos temen que con Bolsonaro en el poder puedan perderse derechos civiles y se debiliten las instituciones democráticas. Bolsonaro rechazó estos temores.