James Ellroy
En su anterior autobiografía, Mis rincones oscuros, ya recreaba esta experiencia, pero su último libro, A la caza de la mujer (Mondadori) en inglés, The Hilliker curse (La maldición Hilliker), abunda aún más en los detalles de la relación que ha tenido con diversas mujeres a partir del crimen. Y no le disgusta hablar de ello. Al contrario, en esta entrevista se muestra agradable y expansivo. Ellroy sabe bien cómo venderse. ¿Por qué decidió contarnos su intimidad?
En 2006 me di cuenta de que realmente mi madre y yo componíamos una historia de amor. Que aquello que había sucedido no era sólo un asesinato. Al contrario de lo que ocurre en Mis rincones oscuros, donde me centraba en ese crimen como base de mis libros, me di cuenta de que la mujer había sido realmente el núcleo narrativo durante toda mi vida. Y no el crimen. Iba a haber escrito esto antes, pero mi editor americano quería que escribiera primero Sangre vagabunda. Y eso es lo que hice.
¿Y fue doloroso el recuerdo?
No. Fue estimulante. Fue satisfactorio porque yo era el único que estaba equivocado y no las mujeres con las que me relacionaba. Por otro lado, el libro tenía un final totalmente diferente, porque yo no podía predecir cómo iba a acabar mi relación actual.
¿Fue una terapia?
Tenía un punto terapéutico, pero era una forma de creación. Y yo lo que quería decir es que esto, al fin y al cabo, es una historia universal. En Mis rincones oscuros el asunto tenía que ver más con la violencia, mientras que en A la caza de la mujer se trata de contar la unión entre un hombre y una mujer, por lo que es mucho más que unas memorias terapéuticas.
En la novela describe su relación con su segunda mujer, Helen, con Joan, Karen, y con su novia actual, Erika. ¿Qué opinión tienen ellas del libro?
Ellas no lo han leído. No quieren oír nada sobre esa época. Yo le pregunté a Helen cómo la podía describir, pero ella no quería saber detalles ni de Joan, ni de Karen, ni de Erika. Y puedo entenderlo.
¿Qué concepto tiene de las mujeres de su vida? ¿Qué han significado para usted?
Lo que me deja huella es la profundidad que tienen las mujeres que están descritas en el libro. Son mujeres que me dieron lecciones y que lo que me dijeron me hizo cambiar de alguna manera, me abrieron el corazón hasta un punto para el cual no estaba preparado.
Las mujeres de su vida suelen tener una ideología de izquierdas. Usted, que admira a Ronald Reagan, ¿por qué cree que las atrae?
Bueno, aquí en América es diferente a Europa. Joan es la que es más de izquierdas. Pero son esas mujeres que son justo lo contrario a lo que soy yo las que siempre se me hacen más fáciles de conseguir. Y aunque durante toda mi vida esté en desacuerdo con ellas, disfruto mucho con el combate, con esos aspectos de la lucha con ellas.
¿Cree que si su madre no hubiera sido asesinada nunca se hubiera convertido en escritor?
Es una buena pregunta, pero pensar eso resulta bastante patético. Nunca pienso en estos términos porque sé que no puedo volver atrás en mi vida y cambiar a mis padres. Por tanto, no pierdo mi energía en darle vueltas a este tema. Eso es lo que sucedió.
¿Continúa todavía la maldición de su madre?
No. Escribí el libro, me enfrenté a esa maldición y ya no estoy en ese círculo. Ahora soy un hombre feliz.
Su libro me recuerda a Mujeres', de Charles Bukowski. ¿Lo pensó mientras escribía?
A mí no me gusta Bukowski. Y no he leído el libro Mujeres. Por tanto no puedo relacionarlos... Pero, seguro que se comporta mal con ellas, ¿no?
De usted se ha dicho que es un depredador, un machista y un fascista. ¿Está de acuerdo?
Yo no tengo una tendencia política muy definida. Tampoco pienso que los hombres sean superiores a las mujeres. Y en cuanto a lo de depredador, sí. Yo mismo lo digo en el libro. Pero para mí es una forma de decir que trabajo para el amor. Soy un depredador en busca del amor.
Usted es un bestseller de novela negra. ¿Por qué cree que triunfa?
Porque le da a los lectores una amplia visión de la sociedad a la vez que es una historia entretenida. La conjunción de ambas hace que todo arda.
¿Pero cree que ahora gustan más porque el mundo está hecho un asco?
Yo no sé si el mundo está hecho un asco. No tengo ordenador, no leo los periódicos así que no soy el más indicado para hablar sobre cómo va hoy el mundo.
¿Qué hace entonces?
Estoy escribiendo una novela sobre la antesala del ataque a Pearl Harbour en 1941. Se publicará dentro de tres años.
En 2006 me di cuenta de que realmente mi madre y yo componíamos una historia de amor. Que aquello que había sucedido no era sólo un asesinato. Al contrario de lo que ocurre en Mis rincones oscuros, donde me centraba en ese crimen como base de mis libros, me di cuenta de que la mujer había sido realmente el núcleo narrativo durante toda mi vida. Y no el crimen. Iba a haber escrito esto antes, pero mi editor americano quería que escribiera primero Sangre vagabunda. Y eso es lo que hice.
¿Y fue doloroso el recuerdo?
No. Fue estimulante. Fue satisfactorio porque yo era el único que estaba equivocado y no las mujeres con las que me relacionaba. Por otro lado, el libro tenía un final totalmente diferente, porque yo no podía predecir cómo iba a acabar mi relación actual.
¿Fue una terapia?
Tenía un punto terapéutico, pero era una forma de creación. Y yo lo que quería decir es que esto, al fin y al cabo, es una historia universal. En Mis rincones oscuros el asunto tenía que ver más con la violencia, mientras que en A la caza de la mujer se trata de contar la unión entre un hombre y una mujer, por lo que es mucho más que unas memorias terapéuticas.
En la novela describe su relación con su segunda mujer, Helen, con Joan, Karen, y con su novia actual, Erika. ¿Qué opinión tienen ellas del libro?
Ellas no lo han leído. No quieren oír nada sobre esa época. Yo le pregunté a Helen cómo la podía describir, pero ella no quería saber detalles ni de Joan, ni de Karen, ni de Erika. Y puedo entenderlo.
¿Qué concepto tiene de las mujeres de su vida? ¿Qué han significado para usted?
Lo que me deja huella es la profundidad que tienen las mujeres que están descritas en el libro. Son mujeres que me dieron lecciones y que lo que me dijeron me hizo cambiar de alguna manera, me abrieron el corazón hasta un punto para el cual no estaba preparado.
Las mujeres de su vida suelen tener una ideología de izquierdas. Usted, que admira a Ronald Reagan, ¿por qué cree que las atrae?
Bueno, aquí en América es diferente a Europa. Joan es la que es más de izquierdas. Pero son esas mujeres que son justo lo contrario a lo que soy yo las que siempre se me hacen más fáciles de conseguir. Y aunque durante toda mi vida esté en desacuerdo con ellas, disfruto mucho con el combate, con esos aspectos de la lucha con ellas.
¿Cree que si su madre no hubiera sido asesinada nunca se hubiera convertido en escritor?
Es una buena pregunta, pero pensar eso resulta bastante patético. Nunca pienso en estos términos porque sé que no puedo volver atrás en mi vida y cambiar a mis padres. Por tanto, no pierdo mi energía en darle vueltas a este tema. Eso es lo que sucedió.
¿Continúa todavía la maldición de su madre?
No. Escribí el libro, me enfrenté a esa maldición y ya no estoy en ese círculo. Ahora soy un hombre feliz.
Su libro me recuerda a Mujeres', de Charles Bukowski. ¿Lo pensó mientras escribía?
A mí no me gusta Bukowski. Y no he leído el libro Mujeres. Por tanto no puedo relacionarlos... Pero, seguro que se comporta mal con ellas, ¿no?
De usted se ha dicho que es un depredador, un machista y un fascista. ¿Está de acuerdo?
Yo no tengo una tendencia política muy definida. Tampoco pienso que los hombres sean superiores a las mujeres. Y en cuanto a lo de depredador, sí. Yo mismo lo digo en el libro. Pero para mí es una forma de decir que trabajo para el amor. Soy un depredador en busca del amor.
Usted es un bestseller de novela negra. ¿Por qué cree que triunfa?
Porque le da a los lectores una amplia visión de la sociedad a la vez que es una historia entretenida. La conjunción de ambas hace que todo arda.
¿Pero cree que ahora gustan más porque el mundo está hecho un asco?
Yo no sé si el mundo está hecho un asco. No tengo ordenador, no leo los periódicos así que no soy el más indicado para hablar sobre cómo va hoy el mundo.
¿Qué hace entonces?
Estoy escribiendo una novela sobre la antesala del ataque a Pearl Harbour en 1941. Se publicará dentro de tres años.