El voto es una victoria para el primer ministro, el nacionalista Shinzo Abe, y la derecha, que han ignorado la indignación popular en un intento de poner fin a, lo que consideran, la férula constitucional impuesta por Estados Unidos.
Alegan que las cláusulas restrictivas impuestas al ejército son una camisa de fuerza que impide a Tokio hacer lo que debe para proteger a sus ciudadanos, aliados y amigos.
La coalición gubernamental de Abe se quedó sola votando ya que los principales partidos de la oposición salieron de la cámara, en un acto destinado a reflejar la oposición frontal de la opinión pública con esta reforma.
"La situación de la seguridad en torno a Japón es cada vez más preocupante", justificó Abe a la prensa tras el voto, en una velada referencia a China.
La víspera, cerca de 60.000 personas se manifestaron frente al Parlamento, después de que el proyecto de ley recibiera la luz verde del comité especial de la cámara baja.
Hubo enfrentamientos cuando la policía trató de expulsar a los manifestantes y dos hombres de unos 60 años fueron detenidos, según la prensa loca.
Las manifestaciones en Japón suelen ser poco numerosas y ordenadas, pero este asunto ha suscitado una fuerte oposición en la población.
Este paquete de medidas, que enmienda las provisiones actuales y, en particular, permitirá la participación de Japón en misiones de paz en el exterior, pasará ahora a la Cámara alta.
El Partido Liberal Democrático de Abe (LDP) y su socio de coalición cuentan con mayoría en la cámara alta, pero los analistas no descartan que rechace o enmiende los proyectos de ley.
Sin embargo, la cámara baja podría rechazar estos cambios al disponer de una mayoría de dos tercios. Se espera que la legislación entre en vigor este otoño.
El primer ministro, un convencido nacionalista, quiere "normalizar" la posición militar de Japón, limitada por una Constitución escrita por los ocupantes estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial.
Incapaz de recabar apoyo para reformar las cláusulas para preservar el pacifismo, Abe optó más bien por reinterpretar el documento con los objetivos de esta legislación, haciendo oídos sordos de las advertencias de especialistas y abogados de que las reformas son inconstitucionales.
Aunque se trata de una victoria para Abe, los sondeos muestran que la gran mayoría de la población está en contra de estas nuevas leyes y la aprobación popular del primer ministro, otrora muy alta, está cayendo.
Uno de los grandes cambios que introduce esta legislación es que los militares japoneses podrán luchar para proteger a los aliados --la denominada "defensa colectiva"--, aunque no haya una amenaza directa a Japón o a su población, lo que los sucesivos gobiernos siempre habían descartado.
Los manifestantes temen que Japón se vea obligado a participar en los focos bélicos estadounidenses en el globo.
Sus defensores, en cambio, aseguran que la barra para prohibir la participación de militares japoneses en algún conflicto bélico será muy superior a la de la mayoría de los países.
Asimismo, alegan que la nueva legislación es necesaria para prepararse al cambio del entorno en Asia, donde permanece la volatilidad e impredictibilidad de Corea del Norte y el creciente poderío de China en la región.
Pekín se ha puesto a la defensiva y se pregunta si Japón "va a dejar de lado su política puramente defensiva".
"Solo pedimos a Japón que se refrene de poner en peligro la soberanía y la seguridad china y socave la estabilidad y la paz regionales", dijo el portavoz de la cancillería china Hua Chunying, en un comunicado.
China suele advertir de los peligros de un Japón sin frenos, al recordar las destructivas invasiones y ocupación de la primera mitad del siglo XX.
Alegan que las cláusulas restrictivas impuestas al ejército son una camisa de fuerza que impide a Tokio hacer lo que debe para proteger a sus ciudadanos, aliados y amigos.
La coalición gubernamental de Abe se quedó sola votando ya que los principales partidos de la oposición salieron de la cámara, en un acto destinado a reflejar la oposición frontal de la opinión pública con esta reforma.
"La situación de la seguridad en torno a Japón es cada vez más preocupante", justificó Abe a la prensa tras el voto, en una velada referencia a China.
La víspera, cerca de 60.000 personas se manifestaron frente al Parlamento, después de que el proyecto de ley recibiera la luz verde del comité especial de la cámara baja.
Hubo enfrentamientos cuando la policía trató de expulsar a los manifestantes y dos hombres de unos 60 años fueron detenidos, según la prensa loca.
Las manifestaciones en Japón suelen ser poco numerosas y ordenadas, pero este asunto ha suscitado una fuerte oposición en la población.
- Japón en misiones de paz -
Este paquete de medidas, que enmienda las provisiones actuales y, en particular, permitirá la participación de Japón en misiones de paz en el exterior, pasará ahora a la Cámara alta.
El Partido Liberal Democrático de Abe (LDP) y su socio de coalición cuentan con mayoría en la cámara alta, pero los analistas no descartan que rechace o enmiende los proyectos de ley.
Sin embargo, la cámara baja podría rechazar estos cambios al disponer de una mayoría de dos tercios. Se espera que la legislación entre en vigor este otoño.
El primer ministro, un convencido nacionalista, quiere "normalizar" la posición militar de Japón, limitada por una Constitución escrita por los ocupantes estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial.
Incapaz de recabar apoyo para reformar las cláusulas para preservar el pacifismo, Abe optó más bien por reinterpretar el documento con los objetivos de esta legislación, haciendo oídos sordos de las advertencias de especialistas y abogados de que las reformas son inconstitucionales.
- 'Pesadilla' -
Aunque se trata de una victoria para Abe, los sondeos muestran que la gran mayoría de la población está en contra de estas nuevas leyes y la aprobación popular del primer ministro, otrora muy alta, está cayendo.
Uno de los grandes cambios que introduce esta legislación es que los militares japoneses podrán luchar para proteger a los aliados --la denominada "defensa colectiva"--, aunque no haya una amenaza directa a Japón o a su población, lo que los sucesivos gobiernos siempre habían descartado.
Los manifestantes temen que Japón se vea obligado a participar en los focos bélicos estadounidenses en el globo.
Sus defensores, en cambio, aseguran que la barra para prohibir la participación de militares japoneses en algún conflicto bélico será muy superior a la de la mayoría de los países.
Asimismo, alegan que la nueva legislación es necesaria para prepararse al cambio del entorno en Asia, donde permanece la volatilidad e impredictibilidad de Corea del Norte y el creciente poderío de China en la región.
Pekín se ha puesto a la defensiva y se pregunta si Japón "va a dejar de lado su política puramente defensiva".
"Solo pedimos a Japón que se refrene de poner en peligro la soberanía y la seguridad china y socave la estabilidad y la paz regionales", dijo el portavoz de la cancillería china Hua Chunying, en un comunicado.
China suele advertir de los peligros de un Japón sin frenos, al recordar las destructivas invasiones y ocupación de la primera mitad del siglo XX.