El nacionalista y conservador primer ministro Shinzo Abe anunció esta decisión en conferencia de prensa, declarando que "sean cuales fueren las circunstancias, yo protegeré la vida y la existencia en paz de los japoneses".
"Tengo esta grave responsabilidad", agregó antes de explicar la filosofía de esta nueva doctrina elaborada por un panel de expertos autorizados por él mismo y en secreto, sin consultar a los dos partidos de la coalición en el poder, el Partido Liberal Demócrata (de Abe) y el Nuevo Komeito.
La coincidencia quiso que este martes fuera el 60º aniversario de la creación de las "Fuerzas de Autodefensa" (FAD), el nombre oficial del ejército nipón.
Shinzo Abe trató de tranquilizar a la población, afirmando que Japón "no estará involucrado en una guerra para defender a otro país, eso está fuera de discusión".
Para justificar su decisión desde hace meses señala las crecientes amenazas para Japón y sus habitantes, en una clara alusión a las ambiciones regionales de China, cuyo aumento del presupuesto militar es todos los años de dos cifras.
Esta evolución aprobada por Washington constituye un cambio radical en la historia del país desde el final de la última guerra, ya que detrás del concepto de "derecho a la autodefensa colectiva" se oculta en realidad la posibilidad de lanzar a las FAD en operaciones militares exteriores para ayudar a aliados, en primera fila de los cuales se encuentra Estados Unidos, que tiene bases militares en el archipiélago.
Concretamente, los soldados japoneses podrán socorrer a las fuerzas de un país aliado atacadas, aunque Japón no sea atacado directamente.
Ahora la decisión del gabinete debe transformarse en ley, lo que podría ser una mera formalidad. El PLD y su pequeño aliado controlan las dos cámaras del parlamento.
Durante un primer y breve paso frustrado en la jefatura del gobierno en 2006-2007, Abe esperaba reformar esta Constitución impuesta por el vencedor estadounidense, y sobre todo su célebre artículo 9, que consagra la renuncia a la guerra "para siempre" y por lo tanto, un pacifismo acérrimo.
Al regresar al poder a fines de 2012, y después de concentrarse urgentemente en la recuperación económica del país, Abe volvió a sacar su vieja agenda nacionalista.
Pero rápidamente se dio cuenta de que la cuestión era mucho más complicada de lo que pensaba, ya que la Constitución de 1947 tiene varias protecciones.
Su artículo 96 precisa que las enmiendas deben ser introducidas por iniciativa de la Dieta (el parlamento bicameral) a través del voto de al menos dos tercios de los miembros de cada cámara. Luego, las enmiendas deben ser aprobadas por referéndum con la mayoría de los votos.
En lugar de una enmienda, Abe rodeó el obstáculo, limitándose a "interpretar" la Constitución con una idea fija: pasar definitivamente la página de la guerra, la derrota y el arrepentimiento.
A pesar de los esfuerzos de Abe para desembarazarse de la imagen de belicista, su actitud molesta profundamente a China.
El martes, un portavoz de la cancillería china denunció "medidas sin precedentes que modifican profundamente la política militar de Japón".
Según las últimas encuestas, más de la mitad de la población sigue fiel a la Constitución pacifista y se opone a la participación de soldados nipones en toda acción militar exterior.