Juan Diego Flórez, estrella de la lírica mundial, vuelve al país


Luego de su primer año de estudios en el prestigio Instituto de Música de Curtis, un conservatorio de Filadelfia que ha sido el semillero de talentosos músicos jóvenes, el tenor lírico peruano Juan Diego Flórez le soltó una sorprendente frase a su amigo Miguel Molinari: –Yo no sé si voy a ser cantante, tengo que pensarlo, porque es una carrera muy difícil.



Juan Diego Flórez
Juan Diego Flórez
Por suerte, aquella declaración no fue la anticipación de una renuncia, sino una muestra de que Flórez quería profundizar en otros aspectos de la música. “Me gustaría también dirigir orquestas”, recuerda Molinari que dijo Flórez, hace cerca de 25 años.
 

En ese cuarto de siglo, el peruano ha irrumpido y se ha consolidado como uno de los solistas más importantes de la lírica mundial, con presentaciones regulares en los templos más importantes del género. En medio de esa nutrida agenda, Flórez se presentará este martes en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, regresando así al país tras siete años de su debut.

Molinari conoció al tenor a comienzos de la década de 1990, cuando Flórez hacía parte del Coro Nacional y él tenía un programa radial sobre el género, 'Antología lírica'. Ya en esos comienzos de su carrera, Flórez daba visos de su calidad interpretativa.

Molinari, quien desde que conoció a Flórez quedó impresionado por su talento, estableció un vínculo entre el joven solista con el reconocido tenor peruano Ernesto Palacio, quien terminaría convirtiéndose en su mentor.

“Una de sus características era la facilidad vocal que siempre ha tenido para hacer la coloratura y para los agudos, de manera que fue un buen principio. Además de una cierta intuición técnica y dominio de su órgano vocal”, cuenta Palacio, quien fue quien puso a Flórez en la ruta de las obras de Rossini, que se convirtieron en uno de sus principales repertorios. De hecho, Flórez debutó con un pequeño rol en la ópera 'Ricciardo e Zoraide' en el Festival de Óperas de Rossini en Pesaro (Italia).

Con la asesoría de Palacio, a quien le enviaba grabaciones para que le diera su opinión, y con el acompañamiento de Molinari, quien en Antología lírica comunicaba los avances de la carrera de Flórez, el tenor lírico fue abriéndose espacio en el circuito, debutando en casas tan importantes como La Scala de Milán, el Royal Opera House de Londres, la State Opera de Viena y el Metropolitan Opera de Nueva York.

Palacio –quien después de retirarse del canto en 1998 se convirtió en el representante artístico del tenor– destaca su gran preparación musical; por ejemplo, también, Flórez sabe tocar piano, lo que lo ha ayudado mucho en la preparación de los papeles que a veces ha tenido que aprender muy rápidamente.

“Para su debut en el Covent Garden recibió la música por fax y al día siguiente la cantaba en el ensayo. Tiene el gusto por cantar, no se asusta delante de nada y va tranquilo porque está seguro, el único miedo que tiene es a enfermarse... Él tiene ya 45 años, y 22 de carrera, de manera que tiene una gran experiencia y está todavía en plenas facultades”, dice Palacio.

Gracias a esas capacidades, Flórez ha logrado escribir páginas históricas en los tiempos recientes de la ópera mundial. Ya es legendaria, por ejemplo, su interpretación del aria 'Ah! mes amis, quel jour de fête', de la ópera 'La hija del regimiento', de Gaetano Donizetti.

En esa tonada, el peruano logra alcanzar el casi imposible registro de nueve do de pecho, una marca que ha repetido en las salas de ópera más importantes del mundo. En el 2007, por ejemplo, el público enloquecido de La Scala le pidió un bis, rompiendo así la tradición de más de 70 años de no repetir arias en esta sala.

El artista también ha incursionado en el repertorio popular, como en el concierto de inauguración del Walt Disney Concert Hall, acompañado de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles bajo la batuta del venezolano Gustavo Dudamel, interpretando La flor de canela, de Chabuca Granda.

Es esa curiosidad musical, coinciden Molinari y Palacio, lo que ha llevado a Flórez a explorar los trabajos de distintos compositores, más allá de los de Rossini que lo pusieron en el panorama mundial. En Bogotá, por ejemplo, interpretará arias de óperas de Mozart, Donizetti, Verdi, Massenet, Gounod y Puccini.

“Después de haber cantado tantas veces las mismas óperas, como 'La hija del regimiento', busca otras en las que haya más sensibilidad actoral. Por ejemplo, morir en escena, en 'Werther', es una satisfacción que una 'Cenerentola' o una 'Italiana en Argel' no dan”, dice Palacio.

Filantropía en Perú

Desde que empezó su éxito internacional, Flórez siempre ha reservado algunas fechas del año para cantar en Perú. A esas presentaciones el tenor ha sumado una importante labor filantrópica con la Fundación Sinfonía por el Perú, que tiene a Miguel Molinari como director ejecutivo.

Molinari cuenta que la idea de crear la fundación le nació a Flórez durante una presentación en Venezuela, donde conoció el Sistema que fundó el maestro José Antonio Abreu, un programa público que promueve, de forma gratuita, la educación musical entre los niños de bajos recursos.

“La idea era conocer lo que estaba pasando con las orquestas infantiles y juveniles del Sistema. Yo viajé y tuvimos una experiencia fantástica, conocí a Abreu y a Gustavo Dudamel y pudimos visitar distintos núcleos, tanto en Caracas como en Barquisimeto. Fue todo muy emotivo y sorprendente porque realmente eran miles de chicos y orquestas de magnífico nivel, era como un milagro, algo difícil de creer”, recuerda Molinari.

Flórez, entonces, se convenció de que quería hacer un proyecto similar en Perú. Había descubierto, según Molinari, la dimensión de transformación social que podía alcanzar la música para ayudar a los niños menos favorecidos de Perú. Así nació la Fundación, que debía adoptar una fórmula diferente, pues El Sistema de Venezuela se sostiene de recursos públicos mientras que el proyecto de Flórez lo hace de recursos privados.

“Tenemos un programa con 7.000 niños a nivel nacional, repartidos en distintos núcleos por el país, en distintas zonas y regiones. En Lima estamos en barrios bastante pobres y difíciles, también estamos en zonas urbanas, por ejemplo en el Valle del Monzón, que es una zona que hasta hace poco estaba tomada por el narcotráfico y el terrorismo”, explica Molinari.

El director comenta que la Fundación incluso está en la frontera de Perú y Colombia y, gracias al acuerdo binacional que se firmó el año pasado, se creó Sonidos de la Frontera, un plan conjunto entre la fundación peruana y la Orquesta Batuta de Colombia. El objetivo es que haya presentaciones conjuntas de las dos orquestas a ambos lados de la frontera, y capacitaciones en las zonas del Putumayo, en Colombia, y de Caballococha, en Perú.

Domingo, 30 de Septiembre 2018
El Tiempo, Colombia
           


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