No hubo víctimas mortales ni heridos entre las fuerzas internacionales y afganas durante el asalto, que fue reivindicado por los talibanes.
"La avanzada (de la OTAN) fue blanco de disparos de armas ligeras de un número indeterminado de insurgentes pero, tras haberlos localizado, el ejército afgano y la fuerza internacional de la OTAN (ISAF) reaccionaron rápidamente" y "mataron a ocho rebeldes, uno de los cuales llevaba un chaleco suicida", indica un comunicado de la Alianza Atlántica.
El texto asegura que ninguno de los soldados de la ISAF, ni los de las fuerzas afganas, resultaron muertos o heridos.
El ataque fue lanzado en la madrugada contra el aeropuerto de Jalalabad, base de numerosos aviones, helicópteros y aviones pilotados por control remoto (drones) del ejército estadounidense bajo la bandera de la ISAF.
"Un ataque tuvo como blanco un puesto de seguridad vigilado por soldados afganos en el aeropuerto de Jalalabad", había afirmado antes a la AFP Ahmad Zia Abdylzoi, portavoz de las autoridades provinciales de Nangarhar, cuya capital es Jalalabad. Abdylzoi dio cuenta de seis atacantes muertos, cuatro de ellos a balazos y dos al hacer estallar sus bombas.
"Catorce kamikazes entraron al aeropuerto, algunos hicieron estallar sus bombas, los otros siguen luchando", declaró por teléfono a la AFP, tres horas después del inicio del ataque, Zabihulá Mujahid, uno de los portavoces de los talibanes, que suelen exagerar la envergadura de sus operaciones.
La insurrección talibán se ha intensificado considerablemente durante los tres últimos años y extendido a casi todo el país, pese a la presencia de unos 150.000 soldados de las fuerzas internacionales, integrados en sus dos tercios por estadounidenses.
Las tropas internacionales sufren cada vez más bajas en sus filas debido, sobre todo, a minas de fabricación casera y a ataques suicidas.
En junio los talibanes ya habían atacado la base de la OTAN en Jalalabad a plena luz del día con cohetes y con un coche bomba. Dos soldados extranjeros resultaron heridos y varios atacantes muertos.
El aeropuerto de Jalalabad, rodeado por un muro compacto de sacos de arena y protegido por un impresionante dispositivo de seguridad de las fuerzas estadounidenses, alberga 2.500 militares extranjeros y es la tercera base aérea de la ISAF en el país.
El ataque se produjo un día después de un atentado suicida frustrado contra un convoy de la fuerza de la OTAN en Kabul.
"La avanzada (de la OTAN) fue blanco de disparos de armas ligeras de un número indeterminado de insurgentes pero, tras haberlos localizado, el ejército afgano y la fuerza internacional de la OTAN (ISAF) reaccionaron rápidamente" y "mataron a ocho rebeldes, uno de los cuales llevaba un chaleco suicida", indica un comunicado de la Alianza Atlántica.
El texto asegura que ninguno de los soldados de la ISAF, ni los de las fuerzas afganas, resultaron muertos o heridos.
El ataque fue lanzado en la madrugada contra el aeropuerto de Jalalabad, base de numerosos aviones, helicópteros y aviones pilotados por control remoto (drones) del ejército estadounidense bajo la bandera de la ISAF.
"Un ataque tuvo como blanco un puesto de seguridad vigilado por soldados afganos en el aeropuerto de Jalalabad", había afirmado antes a la AFP Ahmad Zia Abdylzoi, portavoz de las autoridades provinciales de Nangarhar, cuya capital es Jalalabad. Abdylzoi dio cuenta de seis atacantes muertos, cuatro de ellos a balazos y dos al hacer estallar sus bombas.
"Catorce kamikazes entraron al aeropuerto, algunos hicieron estallar sus bombas, los otros siguen luchando", declaró por teléfono a la AFP, tres horas después del inicio del ataque, Zabihulá Mujahid, uno de los portavoces de los talibanes, que suelen exagerar la envergadura de sus operaciones.
La insurrección talibán se ha intensificado considerablemente durante los tres últimos años y extendido a casi todo el país, pese a la presencia de unos 150.000 soldados de las fuerzas internacionales, integrados en sus dos tercios por estadounidenses.
Las tropas internacionales sufren cada vez más bajas en sus filas debido, sobre todo, a minas de fabricación casera y a ataques suicidas.
En junio los talibanes ya habían atacado la base de la OTAN en Jalalabad a plena luz del día con cohetes y con un coche bomba. Dos soldados extranjeros resultaron heridos y varios atacantes muertos.
El aeropuerto de Jalalabad, rodeado por un muro compacto de sacos de arena y protegido por un impresionante dispositivo de seguridad de las fuerzas estadounidenses, alberga 2.500 militares extranjeros y es la tercera base aérea de la ISAF en el país.
El ataque se produjo un día después de un atentado suicida frustrado contra un convoy de la fuerza de la OTAN en Kabul.